Ciro se levantó temprano como de costumbre y encontró a Marguerite en la cocina, quien había preparado desayuno para dos.—Ciro, he preparado el desayuno para ambos.A Ciro siempre le había molestado la actitud de Marguerite, como si deseara ocupar el lugar de Julia, pero se decía a sí mismo que era solo su imaginación, hasta ahora.—No tienes que hacer mi desayuno. Si tienes hambre, desayuna, pero no esperes que yo haga lo mismo contigo.—Ciro, ¿qué te pasa? Jamás me habías tratado así. Es por ella, ¿verdad?—No, no es por Julia. Es porque ya me cansé de seguir el juego que tú y mi abuela se han montado. No creas que no sé qué la idea de que volvieras fue de mi abuela.Marguerite se quedó sin saber qué decir por un momento antes de volver a hablar.—Dime, ¿qué hizo esa mujer para que dejaras de amarme? Recuerdo que antes habrías corrido a mí sin importar nada.Marguerite se acercó a Ciro tratando de apelar a las emociones y sentimientos que creía que su primo todavía sentía por ella.
—Abuela, qué alegría verte despierta — Marguerite abrazó a su abuela con entusiasmo, contenta de que finalmente hubiera despertado y estuviera consciente de la situación — Ciro ha regresado, espero que no tarde en llegar, a menos que esa mujercita que trajo con él lo mantenga entretenido.—¿Mujercita? — preguntó Alice, sorprendida por las palabras de su sobrina — ¿Qué ha sucedido? ¿Ciro ha regresado y está con una mujer?Marguerite había sido advertida de que debía evitar cualquier cosa que pudiera angustiar a su abuela, pero parecía no importarle. No le importó ni siquiera cuando manipuló las pastillas para el corazón de la abuela, cambiándolas por simples caramelos con el fin de provocar el regreso de Ciro. Para ella, la abuela Alice tenía la culpa de que su primo y ella no estuvieran juntos.— Yo te dije que no había ningún trabajo que pudiera mantenerlo fuera tanto tiempo, y tenía razón. Ciro encontró a su esposa, ¿sabes qué? Ella se fue con algo nuestro, algo que nos pertenece: u
Las manos de Ciro se crisparon en puños, la ira que recorría su cuerpo cada vez lo nublaba más.—No, no será mi culpa, sino tuya, por venir corriendo a quejarte con la abuela sin tener en cuenta su delicado estado de salud — Ciro se alejó de Marguerite; de no hacerlo, habría terminado por poner sus manos en su fino cuello de cisne y retorcerlo, o incluso abofetearla por lo estúpida que había sido al alterar a su abuela — pero te repito, lo que ocurra entre Julia y yo…No pudo terminar la frase, ya que una enfermera llegó hasta ellos.—Esto es un hospital, por favor, comportaos. Un familiar desea verlos. Por favor, no hagan nada que pueda alterarla.Ciro se apartó de la enfermera, pero aún mantuvo su mirada verde fija en su prima. Era una mirada que dejaba en claro que aún no habían terminado de hablar.Marguerite solo lo observó con una ligera sonrisa como si su primo no acabará de amenazarla y asintió aprovechando la presencia de la enfermera.— Anda vamos ya escuchaste, la abuela qu
El sol brillaba en el cielo mientras Julia y Hanna disfrutaban de un hermoso día en el parque. Hanna corría alegremente por el césped, riendo mientras perseguía mariposas que revoloteaban a su alrededor. Julia la observaba con una sonrisa en el rostro, deleitándose en la felicidad de su pequeña.Hanna finalmente se detuvo para recoger una flor silvestre y corrió hacia su madre con ella en la mano.—¡Mami, mira lo que encontré! —exclamó, mostrando orgullosamente la flor.Julia se agachó y tomó la flor con ternura.—¡Es hermosa, cariño! ¿Quieres que la guardemos?Hanna asintió enérgicamente.—¡Sí, quiero ponerla en un jarrón como las flores de la abuela!Julia sonrió y le dio un suave beso en la frente.—Entonces, la guardaremos y la pondremos en un jarrón cuando lleguemos a casa.Hanna rió, emocionada por la idea.—¡Sí! ¡Quedará hermosa!Julia se levantó y extendió la mano hacia su hija.—¿Listos para jugar en los columpios?Los ojos de Hanna se iluminaron de emoción mientras tomaba la
Julia sonreía al ver a su hija correr hacia las flores y luego centró su atención en su esposo, sintiendo un frío intenso recorrerle la espalda cuando su esposo pronunció las siguientes palabras, mirándola con aquella intensidad que podía hacerla derretirse, pero en ese instante sintió miedo, miedo de perderle y también de perder a su hija.— Lo peor de todo es que se lo ha dicho a mi abuela, y ella desea no solo que me divorcie de ti, sino también que te aleje de Hanna. Pero como dije, es una tontería, ya que si Hanna fuera mi hija, me lo hubieras dicho, ¿verdad?— Ciro, yo… — Sentía miedo al saber que Alice pretendía que Ciro le quitara a su hija. ¿Pero no había demostrado ya cuánto la amaba? — Ciro, es que yo creí… es que… sé que he alargado demasiado esto — Sentía un enorme nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad, pero sabía que debía contarle la verdad. Él lo merecía.De repente, Hanna llegó corriendo, interrumpiendo la conversación de sus padres completamente emoc
—Papi, papi, ¿qué le ocurre a mami? —preguntó la pequeña Hanna mientras se encontraban en el interior del auto con su padre rumbo al hospital cercano.—Mami solo está cansada —respondió Ciro, tratando de ocultar sus nervios.—¿Pero ella jamás se había quedado dormida así?Ciro se sintió culpable por haber presionado a Julia y enojarse por la verdad oculta. No sabía qué decirle a su hija.En ese momento, lo único que le importaba a Ciro era llegar al hospital y tranquilizar a su hija diciéndole que su madre estaba bien. El chófer anunció su llegada.—Señor, hemos llegado —informó el chofer al abrir la puerta.Ciro se volvió hacia su pequeña princesa.—Sacaré a mami cargándola, y tú le darás la mano a uno de los escoltas que viene en el otro auto. ¿Lo harás por mí, princesa?Hanna asintió y bajó, tomando la mano de uno de los escoltas, mientras su padre llevaba a su madre al interior del hospital.Una enfermera los recibió y colocó a Julia en una camilla de la sala de urgencias.—La peq
—¿Ciro?— esa fue la primera palabra que dijo Julia al abrir los ojos y encontrarse en un lugar que no conocía, el brazo le dolía y al mirarlo se dio cuenta de que tenía algo clavado en él.— Es solo suero y algo de glucosa— dijo una voz femenina que todavía no lograba identificar.— ¿Dónde estoy y mi esposo y mi hija?— preguntó Julia al ver una enfermera regulando el flujo del suero — Ahora lo haré entrar, tuvo una bajada de azúcar y se desmayó, intenté estar tranquila, su esposo está ahí fuera.Después de eso, la enfermera salió de la habitación para ir a buscar al hombre que estaba fuera.Ciro se encontraba nervioso e impaciente por el llamado de la enfermera que se encontraba dentro checando las constantes vitales de Julia.Ya había hablado con el doctor, quien había ordenado todos los análisis necesarios para Julia, basándose en la información proporcionada por su esposo.—Ya se ha despertado y ha preguntado por usted.Escuchar eso hizo que el rostro de Ciro volviera a su color h
Una semana llena de felicidad había transcurrido, durante la cual Ciro no perdía tiempo en mimar a su esposa. Ambos se dirigían al hospital para recoger a la abuela, quien recibiría el alta médica.—¡Abuela! —exclamó la pequeña Hanna al ver a su abuela aparecer con una silla de ruedas, siendo empujada por su padre mientras ella esperaba en el auto junto a su madre.Ciro sonrió al ver a su abuela abriendo los brazos para abrazar a la pequeña. Desde que había conocido a Hanna y Ciro le había explicado las razones por las que Julia huyó, la anciana parecía haber dejado atrás su rigidez. Sabía lo desesperada que había estado Julia al tomar esa decisión, y ella misma habría hecho lo mismo por su hijo.Aun así, seguía resentida por haber estado privada de conocer a su bisnieta durante cuatro años. Pero ahora era el momento de volver a casa.Julia permitió que la ayudaran, pero preguntó por su otra nieta.—¿Por qué Marguerite no vino? —inquirió.Ciro soltó un suspiro, ya que desconocía el mo