Las manos de Ciro se crisparon en puños, la ira que recorría su cuerpo cada vez lo nublaba más.—No, no será mi culpa, sino tuya, por venir corriendo a quejarte con la abuela sin tener en cuenta su delicado estado de salud — Ciro se alejó de Marguerite; de no hacerlo, habría terminado por poner sus manos en su fino cuello de cisne y retorcerlo, o incluso abofetearla por lo estúpida que había sido al alterar a su abuela — pero te repito, lo que ocurra entre Julia y yo…No pudo terminar la frase, ya que una enfermera llegó hasta ellos.—Esto es un hospital, por favor, comportaos. Un familiar desea verlos. Por favor, no hagan nada que pueda alterarla.Ciro se apartó de la enfermera, pero aún mantuvo su mirada verde fija en su prima. Era una mirada que dejaba en claro que aún no habían terminado de hablar.Marguerite solo lo observó con una ligera sonrisa como si su primo no acabará de amenazarla y asintió aprovechando la presencia de la enfermera.— Anda vamos ya escuchaste, la abuela qu
El sol brillaba en el cielo mientras Julia y Hanna disfrutaban de un hermoso día en el parque. Hanna corría alegremente por el césped, riendo mientras perseguía mariposas que revoloteaban a su alrededor. Julia la observaba con una sonrisa en el rostro, deleitándose en la felicidad de su pequeña.Hanna finalmente se detuvo para recoger una flor silvestre y corrió hacia su madre con ella en la mano.—¡Mami, mira lo que encontré! —exclamó, mostrando orgullosamente la flor.Julia se agachó y tomó la flor con ternura.—¡Es hermosa, cariño! ¿Quieres que la guardemos?Hanna asintió enérgicamente.—¡Sí, quiero ponerla en un jarrón como las flores de la abuela!Julia sonrió y le dio un suave beso en la frente.—Entonces, la guardaremos y la pondremos en un jarrón cuando lleguemos a casa.Hanna rió, emocionada por la idea.—¡Sí! ¡Quedará hermosa!Julia se levantó y extendió la mano hacia su hija.—¿Listos para jugar en los columpios?Los ojos de Hanna se iluminaron de emoción mientras tomaba la
Julia sonreía al ver a su hija correr hacia las flores y luego centró su atención en su esposo, sintiendo un frío intenso recorrerle la espalda cuando su esposo pronunció las siguientes palabras, mirándola con aquella intensidad que podía hacerla derretirse, pero en ese instante sintió miedo, miedo de perderle y también de perder a su hija.— Lo peor de todo es que se lo ha dicho a mi abuela, y ella desea no solo que me divorcie de ti, sino también que te aleje de Hanna. Pero como dije, es una tontería, ya que si Hanna fuera mi hija, me lo hubieras dicho, ¿verdad?— Ciro, yo… — Sentía miedo al saber que Alice pretendía que Ciro le quitara a su hija. ¿Pero no había demostrado ya cuánto la amaba? — Ciro, es que yo creí… es que… sé que he alargado demasiado esto — Sentía un enorme nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad, pero sabía que debía contarle la verdad. Él lo merecía.De repente, Hanna llegó corriendo, interrumpiendo la conversación de sus padres completamente emoc
—Papi, papi, ¿qué le ocurre a mami? —preguntó la pequeña Hanna mientras se encontraban en el interior del auto con su padre rumbo al hospital cercano.—Mami solo está cansada —respondió Ciro, tratando de ocultar sus nervios.—¿Pero ella jamás se había quedado dormida así?Ciro se sintió culpable por haber presionado a Julia y enojarse por la verdad oculta. No sabía qué decirle a su hija.En ese momento, lo único que le importaba a Ciro era llegar al hospital y tranquilizar a su hija diciéndole que su madre estaba bien. El chófer anunció su llegada.—Señor, hemos llegado —informó el chofer al abrir la puerta.Ciro se volvió hacia su pequeña princesa.—Sacaré a mami cargándola, y tú le darás la mano a uno de los escoltas que viene en el otro auto. ¿Lo harás por mí, princesa?Hanna asintió y bajó, tomando la mano de uno de los escoltas, mientras su padre llevaba a su madre al interior del hospital.Una enfermera los recibió y colocó a Julia en una camilla de la sala de urgencias.—La peq
—¿Ciro?— esa fue la primera palabra que dijo Julia al abrir los ojos y encontrarse en un lugar que no conocía, el brazo le dolía y al mirarlo se dio cuenta de que tenía algo clavado en él.— Es solo suero y algo de glucosa— dijo una voz femenina que todavía no lograba identificar.— ¿Dónde estoy y mi esposo y mi hija?— preguntó Julia al ver una enfermera regulando el flujo del suero — Ahora lo haré entrar, tuvo una bajada de azúcar y se desmayó, intenté estar tranquila, su esposo está ahí fuera.Después de eso, la enfermera salió de la habitación para ir a buscar al hombre que estaba fuera.Ciro se encontraba nervioso e impaciente por el llamado de la enfermera que se encontraba dentro checando las constantes vitales de Julia.Ya había hablado con el doctor, quien había ordenado todos los análisis necesarios para Julia, basándose en la información proporcionada por su esposo.—Ya se ha despertado y ha preguntado por usted.Escuchar eso hizo que el rostro de Ciro volviera a su color h
Una semana llena de felicidad había transcurrido, durante la cual Ciro no perdía tiempo en mimar a su esposa. Ambos se dirigían al hospital para recoger a la abuela, quien recibiría el alta médica.—¡Abuela! —exclamó la pequeña Hanna al ver a su abuela aparecer con una silla de ruedas, siendo empujada por su padre mientras ella esperaba en el auto junto a su madre.Ciro sonrió al ver a su abuela abriendo los brazos para abrazar a la pequeña. Desde que había conocido a Hanna y Ciro le había explicado las razones por las que Julia huyó, la anciana parecía haber dejado atrás su rigidez. Sabía lo desesperada que había estado Julia al tomar esa decisión, y ella misma habría hecho lo mismo por su hijo.Aun así, seguía resentida por haber estado privada de conocer a su bisnieta durante cuatro años. Pero ahora era el momento de volver a casa.Julia permitió que la ayudaran, pero preguntó por su otra nieta.—¿Por qué Marguerite no vino? —inquirió.Ciro soltó un suspiro, ya que desconocía el mo
— Vamos, mamá, papá, dijo que hoy puedo ponerme el traje de hada que me compró — dijo la pequeña Hanna saltando sobre la cama y despertando a su mamá. — Y además, hoy viene la abuela María también para la fiesta.Julia se frotó los ojos, sonriendo mientras veía a su hija saltando emocionada. Era cierto, ese día Ciro había decidido hacer una fiesta para presentar a Hanna a toda la familia y anunciar que esperaban a su segundo hijo.— Tienes razón, tu vestido de hada y esa bonita corona de flores que hicimos — dijo Julia mientras se levantaba de la cama.— Sí, mami, estaré esperando a la abuela María con mi vestido más bonito. — Hanna no podía ocultar su emoción por el día especial que les esperaba.Ciro tenía una razón que iba más allá de presentar a su hija ante el resto de los Costello. También planeaba pedirle a su esposa que se casara con él. Aunque ya estaban casados, nunca habían tenido la boda que se merecían. Además, su hija quería vestirse de princesa en la celebración de la u
Joseph había estado esperando pacientemente durante varios días el momento adecuado para encontrarse con Marguerite. Desde que le mandó las imágenes del compromiso de Julia y Ciro, su rabia creció como una tormenta dentro de él. No podía soportar la idea de que su plan original para recuperar a Julia se desmoronara ante sus ojos. Había invertido tanto tiempo y energía en conquistar a esa mujer, en mostrarle que él podía ser un buen esposo y padre para su hija visitándola durante años, fingiendo adorar a esa niña que no tardaría en mandar a un internado en cuanto se casará con la madre para que ella pudiera tener sus hijos y no hubiera nada cerca que lo atara a él.Pero su plan no salió bien, ese Costello se había vuelto a cruzar en sus vidas, un poco más, solo un poco más y estaba seguro de que esa mujer lo hubiera aceptado.Un par de días después de dicho compromiso, Marguerite le envió un mensaje para reunirse en un lugar aislado. Joseph aceptó de inmediato, sintiendo que no podía e