Una semana llena de felicidad había transcurrido, durante la cual Ciro no perdía tiempo en mimar a su esposa. Ambos se dirigían al hospital para recoger a la abuela, quien recibiría el alta médica.—¡Abuela! —exclamó la pequeña Hanna al ver a su abuela aparecer con una silla de ruedas, siendo empujada por su padre mientras ella esperaba en el auto junto a su madre.Ciro sonrió al ver a su abuela abriendo los brazos para abrazar a la pequeña. Desde que había conocido a Hanna y Ciro le había explicado las razones por las que Julia huyó, la anciana parecía haber dejado atrás su rigidez. Sabía lo desesperada que había estado Julia al tomar esa decisión, y ella misma habría hecho lo mismo por su hijo.Aun así, seguía resentida por haber estado privada de conocer a su bisnieta durante cuatro años. Pero ahora era el momento de volver a casa.Julia permitió que la ayudaran, pero preguntó por su otra nieta.—¿Por qué Marguerite no vino? —inquirió.Ciro soltó un suspiro, ya que desconocía el mo
— Vamos, mamá, papá, dijo que hoy puedo ponerme el traje de hada que me compró — dijo la pequeña Hanna saltando sobre la cama y despertando a su mamá. — Y además, hoy viene la abuela María también para la fiesta.Julia se frotó los ojos, sonriendo mientras veía a su hija saltando emocionada. Era cierto, ese día Ciro había decidido hacer una fiesta para presentar a Hanna a toda la familia y anunciar que esperaban a su segundo hijo.— Tienes razón, tu vestido de hada y esa bonita corona de flores que hicimos — dijo Julia mientras se levantaba de la cama.— Sí, mami, estaré esperando a la abuela María con mi vestido más bonito. — Hanna no podía ocultar su emoción por el día especial que les esperaba.Ciro tenía una razón que iba más allá de presentar a su hija ante el resto de los Costello. También planeaba pedirle a su esposa que se casara con él. Aunque ya estaban casados, nunca habían tenido la boda que se merecían. Además, su hija quería vestirse de princesa en la celebración de la u
Joseph había estado esperando pacientemente durante varios días el momento adecuado para encontrarse con Marguerite. Desde que le mandó las imágenes del compromiso de Julia y Ciro, su rabia creció como una tormenta dentro de él. No podía soportar la idea de que su plan original para recuperar a Julia se desmoronara ante sus ojos. Había invertido tanto tiempo y energía en conquistar a esa mujer, en mostrarle que él podía ser un buen esposo y padre para su hija visitándola durante años, fingiendo adorar a esa niña que no tardaría en mandar a un internado en cuanto se casará con la madre para que ella pudiera tener sus hijos y no hubiera nada cerca que lo atara a él.Pero su plan no salió bien, ese Costello se había vuelto a cruzar en sus vidas, un poco más, solo un poco más y estaba seguro de que esa mujer lo hubiera aceptado.Un par de días después de dicho compromiso, Marguerite le envió un mensaje para reunirse en un lugar aislado. Joseph aceptó de inmediato, sintiendo que no podía e
El gran día había llegado; la boda estaba a punto de comenzar. Los invitados comenzaban a llegar mientras los novios se preparaban en sus respectivas habitaciones.Los arreglos florales del jardín estaban os preparados tal y como la pequeña Hanna había pedido como si estuvieran dentro de un cuento de hadas, por fin podría ponerse su hermoso vestido de princesa y lucir una Tiara, poco se imaginaba nadie lo que estaba apunto de ocurrir.Joseph, oculto en las sombras de los alrededores, observaba la llegada de los invitados a la boda de Julia y Ciro con ojos llenos de odio y resentimiento. Estaba decidido a arruinar ese día tan especial y poner fin a la felicidad de la pareja.Sus esbirros, cuidadosamente distribuidos alrededor de la mansión Costello, esperaban sus órdenes. Joseph había planeado meticulosamente el secuestro de Julia, y estaba dispuesto a llevarlo a cabo sin importar las consecuencias.A través de un dispositivo de comunicación secreto, les dio instrucciones a sus cómplic
El murmullo entre los invitados a la boda aumentó, algunos miraban con curiosidad hacia la mansión, preguntándose qué estaba ocurriendo. Ciro se sentía atrapado en una pesadilla mientras esperaba, su mente se llenaba de pensamientos oscuros y temores.La demora se hizo insostenible, y finalmente, Ciro no pudo contenerse más. Se disculpó ante los invitados y salió corriendo hacia la mansión, cruzando el jardín a zancadas. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras entraba precipitadamente en la casa en busca de respuestas.Ciro irrumpió en el jardín trasero con el corazón latiendo a mil por hora, su mente aturdida por la preocupación y el miedo que lo embargaban. En un primer vistazo, notó algo extraño: sombras moviéndose en la penumbra del jardín, acechando como depredadores en la oscuridad. La inquietante visión lo impulsó a correr hacia allí, siguiendo su instinto y temiendo lo peor.En el rincón más alejado del jardín, bajo la sombra de un viejo roble, Ciro vislumbró la figu
El susto había dejado a Julia temblorosa. A pesar de la alegría que se suponía que este día debía traer, una sombra había cruzado momentáneamente sus vidas. Pero ahora, más que nunca, Julia sentía la necesidad imperiosa de reafirmar lo que realmente importaba, su familia, su esposo, su hija.—Tenemos que continuar —le dijo con determinación—. No vamos a permitir que este incidente nos robe la alegría de nuestro día. Pero antes necesito ver a mi hija y abrazarla, tú ve a esperarme en el altar.Julia caminó hasta donde estaba su madre intentando no notara que acababa de pasar por un mal momento en realidad la mayoría de los invitados ni siquiera se habían percatado de ello.—Mamá, ¿dónde está Hanna?Su madre, con una expresión de desconcierto, miró a su alrededor antes de contestar:—Creí que estaba contigo dijo que iría a buscarte para preguntar si ya podía empezar a lanzar las flores.— sonrió María — ella está muy impaciente al igual que todos ¿Donde te habías metido, hija?El rostro
Marguerite y Joseph se encontraron en una antigua cabaña de madera, oculta entre los árboles de un espeso bosque. A pesar de que el sol todavía brillaba en el exterior, el interior de la cabaña estaba sumido en una penumbra que reflejaba la tensión y la urgencia del momento. En un rincón, sobre una vieja cama, yacía Hanna, dormida profundamente, ajena al plan que estos dos habían urdido.Marguerite, con sus manos entrelazadas nerviosamente, observó a la niña por un momento antes de dirigir su mirada hacia Joseph. —Todo esto... ¿realmente vale la pena, Joseph? ¿Secuestrar a una niña inocente? — susurró, Marguerite con la voz cargada de duda — se suponía que este era un plan de urgencia ¿Tan difícil era llevarse a Julia, os la di en bandeja?Los ojos de Joseph estudiaron el rostro de Marguerite, intentando descifrar sus pensamientos. —Mira, Marguerite — comenzó a hablar Joseph con una voz baja y calmada — Todo esto es por un bien mayor. Tú quieres a Ciro, ¿no es así? Esto es solo un
—Julia —dijo Ciro, capturando la atención de su esposa. Al finalizar la llamada, su rostro parecía tan pálido como una hoja de papel.—Me siento mal —murmuró ella, evitando encontrar su mirada.—¿Quién te llamó?La pregunta de Ciro tomó a Julia por sorpresa. Las palabras de Joseph aún resonaban en su cabeza."Quiero que vengas sola a encontrarte conmigo. Si veo a la policía o a cualquier otra persona, te aseguro que no te gustará cómo encontrarás a Hanna. Tienes dos opciones: puedes intercambiarte por ella o seguir mis instrucciones al pie de la letra para que regrese sana y salva."Era ese temor el que impedía a Julia revelar la verdad a Ciro. El miedo de perder a su hija la paralizaba. La amenazante voz de Joseph le confirmaba que no mentía.—Fue un error, un número equivocado —mintió Julia, detestándose a sí misma por no ser honesta con su esposo. Pero no podía poner en peligro a su hija.Ciro, intuitivamente, sintió que algo no estaba bien. Sabía que Julia le ocultaba algo. Sin em