Sibel estaba a punto de saltar de un muro, que ahora estaba notando demasiado alto.
Sus piernas temblaron con anticipación y ella pensó que podría romperse las piernas con este salto, pero estaba segura de que podía irle peor si se quedaba.
Tomando una aspiración fuerte, se limpió una lágrima, pero el grito a continuación, hizo que detuviera su pie.
—¡Sibel MacMillan…! —ella se giró un poco y notó a Iván caminando de forma lenta hacia ella como si tuviera el control absoluto, sacando su teléfono celular y mostrándolo—. Una bala... una directa al cráneo de tu padre ahora mismo con mi orden...
Sibel apretó la boca estremeciendo su cuerpo, para negar.
—Uno... —Iván comenzó a contar—. Dos...
Sibel miró hacia adelante notando como esa mujer mayor, que se veía bastante conservada, se detenía a mirar la escena. Se cruzó de brazos y achicó los ojos como si esperara su acción.
—Tres…
—¡Bajaré…! —se apresuró a decir, mientras Iván asintió con una mirada asesina.
Él ordenó abrir los portones para que ella pudiera bajarse más fácil, pero en cuanto Sibel colocó uno de sus pies en el suelo, ella no lo pensó.
Aprovechó que la gran reja estaba abierta, y corrió como si no hubiese un mañana.
Estaba por cruzar la esquina, pudo escuchar cómo Iván les dijo algo a sus guardias a lo lejos, pero no pudo entenderlo, porque su idioma fue el ruso.
Y de repente, había un callejón sin salida delante de ella.
—No…
En solo unos segundos sintió unos fuertes brazos, que tomaron los suyos, colocándolos detrás de su espalda, y contuvieron su parte delantera contra el muro de piedra y ladrillo.
Ella pudo oler a tierra, mientras su cuerpo tomaba una aspiración de aire para poder retener el aire. Y lo siguiente que sintió, fue un cuerpo duro y grande aplastándola rudamente.
—¿A dónde va mi corderita? —Sibel pudo oler su aliento, literalmente su boca hablaba pegada a su mejilla.
—Suélteme… —pero Iván apretó más su cuerpo contra el de ella, y luego comenzó a olfatearla como un loco, pegando la nariz a su rostro que estaba aplastado, entre el ladrillo y su cuerpo.
—Convénceme… —Iván hizo algo que Sibel no se esperó.
Él comenzó a contraer su cuerpo contra el suyo, y luego soltó una de sus manos, para llevar la suya adelante en su cuello y pegar toda su la cabeza a él—. ¿Sabes Sibel? Creo que tengo mejores planes en este tiempo de servicio para mí…
La palma del hombre estaba bajando desde su mandíbula, cuello, hasta su clavícula, y Sibel tuvo que usar la fuerza, para tratar de apartarlo.
—¡Basta…! Prefiero morir, ¿me escucha? —su rostro colérico, hizo que Iván sonriera, y tomándola nuevamente del cuello, volvió a estrellarla contra la pared.
—Vas a morir muy pronto, pero primero vendrá tu padre y tu familia, aunque creo que vas a adelantar todo este proceso, Sibel…
El teléfono de Iván comenzó a sonar, y él colocó el altavoz.
—Señor, estamos frente a Armand MacMillan… nuestro francotirador está listo.
El pecho de Sibel se agitó y sus ojos se llenaron de lágrimas, ella iba a decir algo cuando negó, pero el dedo de Iván se posicionó en su boca.
—¿Qué más? —preguntó Iván.
—La chica… la más joven… ella está entrando a su residencia… también está en la mira.
Sibel negó hacia Iván, y él apartó el teléfono.
—¿Tienes algo que decir?
—No lo hagas…
—¿Cuál es la palabra mágica?
Aún Sibel tenía el dedo de ese hombre pegado a su boca.
—Por favor…
Iván bajó la mirada a sus labios entre abiertos y su ceño se arrugó.
—Esa es la palabra mágica, corderita…
Sibel caminó derrotada hacia la mansión con sus pasos contados, y luego escuchó una serie de órdenes que Iván volvió a decir en ruso, pero cuando trató de entrar a la casa, la voz de aquella mujer la frenó.
—Hubieses saltado… quizás mañana estarías limpiando los pies de mi nieto con todos tus huesos fracturados…
Sibel abrió los ojos ante semejante comentario, pero la mujer no le dio tiempo, cuando se metió a la casa e Iván vino tras de ella.
—Camina… —ella no refutó esta vez y siguió su guía, hasta que literalmente la metió en una habitación, y luego la guio al baño.
—Espere… ¿Qué va a hacer…?
Iván tomó sus manos sin ninguna palabra de por medio y con una cuerda de brida, ató sus muñecas, apretándolas más fuerte de lo normal. Los labios de Sibel temblaron y en este momento sintió miedo.
—Señor…
—No… ya no hay tiempo… esto te hará pensar mejor las cosas.
Iván ató con la cuerda fuertemente en un punto de la regadera, y tomando la llave lejos de ella, abrió el grifo de agua fría.
El cuerpo de Sibel saltó, y luego prosiguió un orden de Iván a una mujer que vino enseguida.
—Cierre esta llave cuando haya transcurrido una hora… después abandone la habitación, yo vendré más tarde…
Sibel negó.
—¡No…! —ella buscó el aire, y se inclinó a un lado para sacar la cara del agua que la cansaba—. Espere… no me dejé aquí… escuche… ¡¡¡Iván!!!
Iván se detuvo en la puerta y se giró lentamente hacia ella riendo.
Dio los pasos para retroceder, y luego agarró su rostro fuertemente. Llevó su rostro y pego la frente a la de ella, evitando que se mojara y sacando un poco su rostro.
—Detesto que me rueguen… ten un poco de dignidad, ¡maldita sea…! —los labios de Sibel temblaron e Iván bajó la mirada a su boca y luego hizo lo impensable.
Pasó su lengua desde su quijada, y lamió toda el área de su boca hasta su nariz.
La agitación de Sibel era mucha, pero sus sentidos se destruyeron, cuando Iván se separó, hizo un gesto de desagrado en la boca, y luego escupió en el piso.
—El sabor de un MacMillan… es toda una mierd@... No vuelvas a llamarme por mi nombre…
Se limpió la boca con el dorso de su mano, y se sacudió la ropa de algunas gotas de agua para irse del lugar señalando a la mujer de servicio.
—Una hora… si me entero de que fue menos, ya sabe lo que viene…
Salió de la mansión apresurado, e instó a la abuela a que lo siguiera. Estaban preparándose para recibir unas nuevas cargas, y necesitaba con urgencia atender el asunto.
Sin embargo, estaba sediento, su cabeza solo esperaba regresar para encontrarla tiritando, y cediendo su fuerza ante él.
Quería escuchar las palabras, y sobre todo, doblegar su voluntad hasta que en su mente entendiera, que sería su esclava, en todo el sentido de la palabra…
Había pasado horas desde que la señora de servicio cerró la llave de agua. Sibel estaba sentada con las manos atadas, colgando aún en la pared, mientras su cuerpo, frío y tembloroso, se adaptaba a la situación. Este castigo no la doblegaba nada, ahora solo tenía ganas de ser más fuerte, incluso solo esperaba a ese hombre para mirarlo. Necesitaba hacerlo para que se diera cuenta de que con ella nunca iba a poder, y que de seguro debería pensar en matarla antes, en convertirla en nada en sus manos. Sibel se preguntó cómo estaría su familia, si estaban buscándola como unos desesperados, así como ella sufría por ellos. Pensó en su padre, y tomó el aliento. ¿Qué podía deberle? ¿En qué lío oscuro estaba metida su familia para que una persona, como la abuela de Iván, los odiara tanto? Ella intentó acomodarse al otro lado. Sus muñecas estaban dormidas, todo su cuerpo estaba adolorido, cuando escuchó la puerta, y se puso alerta. Se levantó con dificultad, y con las mismas muñecas amarradas
“Ha pasado algo grave… mi familia está problemas, yo…” Sibel se frenó.¿Cómo le explicaría tal cosa?“No estoy con mi familia, alguien nos quiere hacer mucho daño, mañana saldré a algún lugar, tal vez pueda hablar contigo en algún momento, te enviaré la ubicación”Sibel envió el mensaje, pesé a que podía ser muy peligroso para Aston, sin embargo, necesitaba decirle el motivo de su desaparición. Ella vio que llegaron algunos mensajes, pero apagó el móvil sabiendo que debía aprovechar su carga.A la mañana siguiente, cuando abrió los ojos, una mujer estaba entrando a su habitación, colocando algunas prendas encima de una mesa.—Buenos días, señorita… el señor la espera en media hora en el comedor principal…Sibel se levantó rápido, y tomó la ropa para irse al baño fuera de la habitación.La indumentaria solo eran unos pantalones holgados, unos tenis y otra camiseta. Tal vez Iván quería pasarla desapercibida. Y aprovechó en guardar su teléfono en la ingle para enfrentar el nuevo día.—Ll
Exactamente, cuando Armand iba a contestarle al abuelo, la pantalla se apagó y Sibel puso las manos en la mesa ante la ansiedad. —No… —ella se giró hacia Iván que la miraba detenidamente. Estaba examinando su reacción ante esa información, incluso él nunca miró a la pantalla. Algo estaba haciendo Sibel en ese baño, y lo único que pudo pensar, es que él mismo había olvidado un detalle. Su novio… —Debe haber un error… mi abuelo es… Iván le mostró la palma con un poco de fastidio. Cuando él maquinaba en su cabeza, detestaba cortar. —No vine aquí a entablar una conversación contigo, ni a prestarte mi hombro para que llores tus desgracias de tu maldit@ familia. La situación es como es… Armand, tu adorado padre, te ha mentido todo este tiempo. Sibel se levantó: —Él es mi padre… tenemos el mismo tipo de sangre… tú no… no vas a engañarme… Iván sonrió moviendo la silla de lado, y luego se levantó arrinconándola contra la mesa larga. —¿Y quién dijo que tu abuelo habla sobre la paternid
«Será por poco tiempo, cariño… por favor resiste…»Sibel escuchó la última frase de su padre en su mente, mientras unas lágrimas cayeron en sus mejillas. Iba en una camioneta, junto con guardias a su lado, y ella no pudo hacer, sino pegarse a la ventanilla, y abrazar su cuerpo.Ella sabía que él no podía enfrentarse a este hombre, no cuando era un mafioso, e incluso estaba rodeado de todo ese poder. Su padre nunca podría rescatarla, así que tendría que salir de esto por sus propios medios.Se bajó de la camioneta y caminó por la mansión. Se detuvo mirando a su alrededor, pero no vio a Iván por ninguna parte.Entró al baño con urgencia y lo primero que hizo fue revisar el teléfono que Aston le dio.“Dame un nombre, dime el nombre de la persona que te tiene en esto”Sibel tecleó rápido.“Iván Vasíliev”Los golpes en la puerta alertaron su atención, y en vez de guardar su móvil en su cuerpo, ella prefirió buscar un lugar, dejándolo en silencio. Y la ventanilla, fue su mejor opción.Se la
Su juego había comenzado. Sibel no contaba los días, pero habían pasado semanas, cabizbaja, obediente, y silente hacia todo lo que Iván le ordenara. Las humillaciones primero eran privadas, pero en vista de que ella no demostraba siquiera un atisbo de emoción por nada en lo absoluto, Iván comenzó a sacarla, y a mostrarle al mundo, que Sibel MacMillan, era literalmente su sirvienta. Eran las ocho de la mañana cuando se bajó a colocar las medias y los zapatos de Iván como rutina, se levantó a ajustar su corbata mientras sentía el aliento caliente de su respiración encima de ella, y esa mirada que ni siquiera la dejaba dormir por las noches. Fue en busca de su chaqueta, y cuando se puso detrás de su espalda, escuchó: —Hoy iremos a un bar… te mostraré algo… —Sibel sintió la puntada en su estómago, y después de semanas de sumisión, esta era la oportunidad que estaba esperando. No pudo evitar sonreír. Incluso ni siquiera se dio cuenta de que Iván había girado hacia ella y estaba notand
Sibel abrió los ojos al ver el tipo de “bar” del que Iván le habló. Esta cosa delante de ella era un galpón gigante de lujo, con música alta, y con la cirugía plástica hecha persona a la vista. Parecía que en el lugar no había restricción de nada en lo absoluto, pero cuando Iván llegó con ella a su lado, todas y cada una de las cabezas, se giraron a él con respeto. —Jefe… su lugar está listo… —Iván asintió hacia uno de sus hombres, y luego se giró hacia ella. —¿Qué esperas? Sígueme… o… —amplió su sonrisa irónica y susurró cerca de su oído—. ¿Esperas que te lleve de la mano? Sibel torció los ojos y caminó a su lado, junto a un montón de hombres que siempre lo escoltaban armados. Fue evidente que la gente la miraba de forma curiosa, pero solo miró al frente hasta llegar a una gran mesa. —Estamos esperando aquí la indicación, señor… —Sibel miró al hombre que informó e Iván asintió. Los camareros trajeron todo tipo de cosas, botellas nuevas para que Iván probara en tragos, y una ca
—Aston… apúrate…Aston escaló entre sus amigos, y se agarró fuerte de la ventana para impulsarse. De forma sutil y silenciosa les asomó el dedo de “ok”, y luego corrió la ventana sin hacer ningún ruido.Pero nadie pudo prepararlo para lo que iba a ver.Había un hombre encima de Sibel. Literalmente restregando su cuerpo de forma sádica, mientras le comía la boca con furia. La imagen incluso era perturbadora para él, y en ese momento, se quedó sin aliento.Podía ver sus lenguas entremezcladas, y como de un momento a otro, el sonido de placer, salió de la boca de… su Sibel…Él tuvo que pasar el trago, y sin poder sostenerlo más en su garganta, gritó:—¡Sibel!Sibel se separó de golpe de la boca de Iván, y todos los sentidos volvieron a ella. Fue a esos ojos decepcionados y llenos de dolor de su novio, y negó rápidamente.—No… Aston, espera… —Aston desapareció de la ventanilla, y Sibel se frenó de golpe al ver la calma de Iván, que ahora la observaba con el ceño pronunciado—. ¿Tú lo sabías
—Jefe… Es un desastre, los federales llegaron, y bueno…—Me entenderé con ellos… vete… —Iván tenía un cigarrillo en la mano, y aun encendido, lo apretó para despedazarlo con sus dedos.La mierd@ era de tamaño abismal. Una de sus propiedades, como ese bar, ahora estaba involucrada en esa explosión e incendio, y, además, con kilos y kilos de drog@ que habían estado destinadas para su propósito.Arruinar el apellido MacMillan.Algo que no podía dejar pasar, era que su círculo era demasiado perfecto, su organización no hacía las cosas de esta manera, y esta mancha era solo una jodida burla para él.No había mucho problema con los federales, su tema con ellos estaba resuelto, pero el que Sibel hubiese jodido todo su plan de involucrar a los MacMillan en este asunto, le tenía los nervios irritados.—Señor… Su abuela está aquí…Iván torció los ojos, y se bebió el líquido que quedaba en su vaso de un solo golpe.Lo que menos que quería hacer era hablar con su abuela.—No necesito ser anunciad