Sibel no tenía qué preguntar cómo su documentación ahora estaba en sus manos, incluso trajeron algunas maletas de sus cosas personales, y se alegró de ver algo de ropa conocida, con la que ella se sentía más cómoda.Al menos, aunque fueran cosas, la hacían sentir que no estaba olvidada en este mundo.No hubo un policía en la casa de Iván por el hombre que asesinó ayer por la mañana, y ella tampoco sabía en lo absoluto de su padre, o del resto de la familia.Su corazón seguía palpitando con fuerza de imaginar cuál era el límite de Iván, o cuál sería el punto para que él terminara con todo esto. Eso, sumando a que cada día que pasaba, se daba cuenta de que había estado viviendo una mentira.La familia que solía tener, no lo era a ciencia cierta.Durante los días siguientes hubo movimiento en la gran casa de Iván, cambiaron la alfombra donde se derramó la sangre de ese hombre, y sin poder negarlo, sus hombros estaban menos tensos, cuando Iván no fue al menos por tres días seguidos.Sibel
Moscú, 4:00 pm. Eran apenas las seis de la mañana en California, y la diferencia de hora en cuanto a Rusia, hacía sentir a Sibel extraña. Todo fue mecánico desde que se bajaron del avión, y el frío también era diferente. Los autos que buscaron a Iván se desplazaron rápidamente, mientras ella notaba las calle, y los colores del lugar. Había una mezcla de modernismo y estilo antiguo que cautivaba solo con la mirada. Nunca había venido aquí, y ahora iba con Sora, en un auto diferente al de Iván. Como siempre. En veinte minutos llegaron a una zona boscosa. Sibel incluso pudo ver otro lago dentro de la propiedad, con una gran zona verde que se extendía sin fin hasta perderse en los árboles. Y ella se dio cuenta de que este era el estilo de Iván. Abrieron grandes rejas, y comprobaron los autos. Pasaron una larga entrada y Sibel se dio cuenta cómo todos los autos se estacionaron frente a la gran mansión. Ella esperó un poco para ver que Iván se bajaba del auto, y notó que su abuela,
Sibel quitó sus ojos de su hermano, y tuvo que mirar en dirección contraria a Iván ante las ganas de llorar que la invadieron. Sentía ardor en los ojos y mucho dolor en su garganta, pero de un momento a otro, la mano de Iván giró su rostro y la miró detenidamente.Acarició su rostro y luego con su pulgar separó su boca.—Bésame… —ella parpadeó rápido tratando de pasar el trago que comprimía su garganta, y luego se preguntó, qué pasaba con este hombre loco—. Hazlo…Ella titubeó un segundo, sabía perfectamente que el que Iván repitiera una orden, era para humillarla más.Se inclinó un poco y usó sus emociones que estaban desbordadas en su alma. Tomó el rostro de Iván, y unió su boca con la suya, como si se descargara en esta acción.No fue un beso suave, Sibel estaba llena de rabia, de impotencia, y se frotó contra el cuerpo de Iván de manera descarada mientras metía su lengua para unir la suya.Instantáneamente, la mano de Iván tomó su espalda baja, y la pegó contra él, y su otra mano
Iván asintió hacia Sora cuando todo se completó, y luego entró al lugar que se estaba tranquilizando después de la entrada de la policía. El plan había quedado perfecto, y la cárcel de Moscú era todo lo que Erich MacMillan, vería por mucho tiempo. Esperaba ver la cara de Ciro, cuando su nieto favorito, llorara como una maricA pidiendo ayuda. —Llama a Alexey… ponlo sobre aviso… —Sora asintió, pero Iván se detuvo cuando miró hacia arriba en su zona VIP, y no estaban ni sus guardias, ni Sibel. «¿Había escapado de nuevo?», pensó de inmediato. Pero luego canceló la idea, porque era imposible con tres hombres vigilándola. —Sora… ¿Dónde están los hombres que custodiaban a Sibel? ¿Has ordenado llevarla a otro lugar? —Sora se giró de golpe para ver al mismo sitio vacío y palideció. —Yo… No lo entiendo… No he dado ninguna orden. Iván apretó la mandíbula caminando en largas zancadas, y ordenó a sus hombres seguirlo, mientras Sora colgó la llamada que ni siquiera salió, y buscó a los tres
Sibel miró una habitación amplia y muy ordenada, el lujo, las sábanas y la decoración era muy diferente a la de Estados Unidos, entonces se quedó de pie después que Iván cerró la puerta.—¿Qué necesitas que haga? —ella preguntó perdida en sus pensamientos con un poco de amargura, pero inmediatamente sintió cómo Iván la tomó de la mano y la haló para llevarla hasta un baño que era tan enorme como la habitación.Iván quitó sus aretes, y luego comenzó a desvestirla, y Sibel tuvo que tomarle la mano.—¿Qué haces?Los ojos de Iván se posicionaron en ella mientras negó.—Vamos a quitarte estas put@s huellas que se atrevieron a tocarte…Ella intentó con todas sus fuerzas de que sus labios no temblaran, pero no pudo evitar quitarse la sensación asquerosa que tenía en el cuerpo, recordando cómo esas manos de aquellos hombres, la habían tocado, y tratado de abusar de ella.No pudo sostener las lágrimas, y se le escurrieron por las mejillas.—No llores… —Iván la haló, pero Sibel sollozó con fuer
Hubo un silencio extraño en el camino, Iván tenía unas gafas oscuras y Sibel lo miró algunas veces queriendo preguntar si era real que la enseñaría a disparar, pero se quedó en silencio.Por primera vez lo detalló. Su mandíbula cuadrada, sus cabellos que siempre parecían estar mojados, y su tez un poco bronceada. Su cuerpo siempre estaba tenso, y las venas de su cuello estaban a la vista.Ella parpadeó mirando hacia el exterior, y luego tragó grueso.Este era el mismo hombre que quería degradarla hasta el cansancio, y el mismo que la usaba para llevar su venganza hasta el final. El mismo que mató a los hombres que quisieron abusarla…No quería tentar a su suerte, además, por alguna razón extraña, en vez de estar llorando, destruida por lo que estaba sucediendo en su vida, sentía que una fortaleza nueva se renovaba en ella.Y nunca se iba a rendir, pasara lo que pasara.Ella pudo evidenciar que llegaron a un campo abierto, y el polvo que salió de las ruedas le comprobó que este era el
Sibel nunca supo de Iván en el resto del día. Tampoco se le permitió ir a otras partes de la casa que no fuera su habitación, o la parte trasera. Aunque a ella no le importó quedarse frente a este lago para acomodar sus pensamientos. —Señorita… —ella se giró, estaba al final de la tarde cuando una mujer joven que ya había visto por la casa con ropa de trabajo, apareció a su lado. —Esta noche… está invitada a la cena… me han pedido que se lo anuncie —Sibel arrugó el ceño. —¿Aquí en la casa? —Sí, señorita… a las siete y treinta… La mujer estaba por retirarse cuando Sibel le tomó el brazo. —¿Se trata de Iván? —la mujer parpadeó lento y luego asintió. —Sí… Sibel pensó en esto todo el tiempo, y cuando pudo ver que los rayos del sol se ocultaban, entró a la casa para alistarse. —Tal vez… solo quiere mostrarte otro video para lastimarte… —ella se pegó a la loza y cerró los ojos. Quería tantas explicaciones, y cuando se miró en el espejo una vez que estuvo lista, se preguntó qué esta
A la mañana siguiente, Sibel hizo toda su rutina, salió de la habitación y fue a la cocina para tomar algo de desayuno.—Buenos días… —la mujer se giró y le ofreció una sonrisa.—Buenos días, señorita… ¿Quiere llevarle el desayuno al señor al despacho?Sibel torció los ojos y miró la bandeja.Lo que menos quería hacer, era ver a Iván.—La llevaré y volveré en menos de dos minutos… quiero desayunar aquí.La mujer asintió siguiendo en sus cosas, y Sibel tomó el aliento tomando la bandeja.Ella fue dirigida al despacho, y acompañada por un hombre que de cierta forma cuidaba el lugar.Sibel pudo notar la mirada de Iván cuando entró, tenía una portátil frente, en su silla, y estaba vestido de traje como solía andar, ella le quitó la mirada, y solo puso la bandeja en la mesa.—Iré a desayunar… permiso… —intentó irse.—Detente… —se detuvo sin girarse—. ¿Qué ocurre?—¿Sobre qué?—Mírame… —Sibel cerró los ojos, tomó el aire, y luego se giró—. ¿Qué ocurre?—Tengo hambre y llevo prisa… creo que