La mansión de Lucio en Ginebra se convirtió en una guardería en toda regla, mientras Maya, Stela y él cuidaban del pequeño Jay-Jay. El bebé extrañaba a su mamá, pero con suerte estaba acostumbrado a su tía Stela y fue solo por pocos días. La energía de Jay fue suficiente para mantenerla ocupada, pero no para hacerla olvidar su mayor temor:Esta vez Morgan le había pedido que se fuera, y saber que "todo había salido bien", ya no le bastaba.Ver llegar a Marianne y Gabo al aeropuerto de Ginebra, sin él, hizo que se le encogiera el corazón."¿Por qué no vino?", pensaba una y otra vez, sin poder evitarlo. "¿Y si no quería venir, por qué no me lo dijo, para regresar yo?"Mientras cargaba al bebé en brazos, Stela recordó la primera vez que Morgan la había llamado “muñeca” y tomó su decisión.—¿A dónde vas? —le preguntó Marianne mientras la veía hacer la maleta a toda prisa un par de días después—Me voy a Estados Unidos, a buscar a Morgan —respondió Stela sin dudarlo un segundo.—¿Estás loc
Dos años después.—¿Lista para esto, muñeca? —preguntó Morgan.Stela giró la cabeza y negó.—No... está muy grande.—No te asustes, no es para tanto...—¡Pero me va a doler! —protestó ella.—Solo al principio, tú cierra los ojos y respira.—¡Pues claro, como no es a ti al que se la van a meter! —se enfurruñó Stela y Morgan perdió la paciencia—. ¡Ayyyyyyy!La muchacha hizo un puchero y Reed le dio un beso mientras le acariciaba la nalguita.—¿Ves? Solo fue una inyeccioncita de nada. No seas llorona. —La sentó en su regazo y la abrazó con calma.Por los últimos dos años habían estado posponiendo la boda, porque estaban concentrados en algo más importante. Por dos años habían estado intentando quedarse embarazados, pero las cosas no habían salido bien.Stela ya no podía tomar más hormonas, porque su cuerpo reaccionaba mal a ellas. Y Morgan... pues Morgan estaba tan frustrado como ella. No podía soportar verla tratando de ocultar su decepción cada vez que las pruebas de embarazo salían ne
Seis meses después.Morgan sabía que sería un embarazo difícil para Stela y tuvo que estar muy pendiente de ella durante todo el tiempo, pero cada vez que veía su risa valía la pena. Debía ser de madrugada cuando Stela por fin le dio uno de sus famosos codazos a Reed.—Servicio de habitación —murmuró él entre sueños—. ¿Qué se le ofrece, mademoiselle?—Pues un chocolatito y un salón de parto, si eres tan amable —respondió Stela y los ojos de Reed se abrieron desmesuradamente en un solo segundo.—¿Ya, ya? —preguntó saltando de la cama y abalanzándose sobre ella para darle un beso—. ¡Vamos a ser papás, muñeca!Estaba a punto de salir corriendo cuando Stela lo detuvo.—No, espera, primero llama a Marianne para que vaya con nosotros, no quiero hacer esto sin ella... Además, necesitas a Gabo para que te sostenga.—¡Oye, yo sí no me voy a desmayar! —le aseguró Morgan poniéndose los puños en la cintura como si fuera Superman.—No, pero vas a querer dar órdenes a diestra siniestra y ahora no e
LA CHICA DEL VIOLÍNLucio Harper se había hecho a sí mismo como el magnate más importante de toda Suiza; y tenía un corazón de oro, a pesar de que su agresividad para los negocios le había ganado el apodo de Lucifer. También tenía el corazón un poco roto, pero en paz, solo necesitaba que alguien volviera a desbocárselo como el semental de carreras que en el fondo era.Maya Di Sávallo había crecido en una familia que la amaba, por eso reconocer a la gente que quería lastimarla no siempre era fácil para ella. Descubrir que su novio solo la utilizaba y planeaba traicionarla de la peor manera, había sido un golpe duro para sus sentimientos, pero ¡vamos! estamos hablando de una heredera de los Di Sávallo, el llanto solo era el camino perfecto hacia el deseo de venganza.Un hombre que necesita adrenalina. Una mujer que ya no quiere ser buena.Y a veces las piedras ruedan para encontrarse... ¿verdad?CAPÍTULO 1. ¡Con el diablo será!"Eres demasiado buena, Maya, y ese extremo a veces también
Lucio entornó los ojos con aburrimiento. Estaban en el KAOS, el club más exclusivo de la ciudad. Normalmente solo la entrada le daba derecho a una habitación y por su estatus él siempre recibía la mejor... o al menos eso creía.Había invitado a Finn, uno de sus buenos amigos en Suiza, solo para beber y conversar un rato, pero la verdad era que el enamoramiento de aquel hombre ya lo estaba desesperando.—¡Es que no sabes, Lucio! ¡Esa mujer es perfecta para mí! —decía Finn—. El único problema es que tiene novio... ¡pero te juro que algún día acabaré conquistándola! ¡No importa lo que tenga que hacer!Después de una hora de semejantes declaraciones, Lucio por fin había perdido la paciencia.—¿Sabes qué? ¡Por favor consíguete una chica, Finn! Ya me estás agobiando.Finn le hizo una mueca de burla, pero finalmente se largó de allí y pocos minutos después Lucio lo vio irse del club con una muchacha.Suspiró con aburrimiento. Aunque iba a aquel club por la sensación de sentirse acompañado, l
Maya no podía creer lo que estaba sucediendo. Lucio era todo lo que había buscado para esa noche y más. Era guapo, inteligente y divertido, y era tan sexy que sentía que podía derretirse en sus brazos.—¿Qué? —preguntó él sonriendo contra sus labios.—No puedo creer que esto sea real, hoy me llamaron "santurrona, buena, noble y fiel", y nunca me había sentido tan insultada... —murmuró Maya—. Y ahora me está besando un hombre que no conozco...—Siempre hay una primera vez para todo —respondió él y la muchacha hizo un puchero, pasando los brazos a su alrededor. Era una hermosa forma de decirle que sabía que no era chica fácil—. Además, lo de "santurrona, buena y noble" te lo puedo quitar yo. Y lo de "fiel" es más simple, no creo que se lo debas a nadie ahora mismo.A Maya le temblaron los labios solo por un segundo, luego tomó su mano y tiró de él hacia una de las salidas. Antes de llegar al ascensor ya sus bocas estaban enredadas de nuevo, sin embargo cuando se detuvieron frente a la p
Lucio abrió los ojos y no pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su rostro. Cada recuerdo de la noche anterior lo golpeó y estuvo a punto de contar con los dedos, como un niño feliz, todas las veces que le había hecho el amor a aquella mujer.Sin embargo el vacío a su lado en la cama lo hizo sentarse de golpe.Había amanecido y estaba solo. A su lado en la almohada había algo inusual: el arco de un violín. Y junto a él una pequeña nota en letra cuidada y armoniosa."Te has ganado una llave para mi infierno, no la pierdas. El día que me la devuelvas te recibiré en él.M."Lucio leyó la nota y sonrió, supuso que era una forma más poética de decir "adiós"; pero algo le decía que no sería tan fácil. Era como si hubiese entrado en un sueño y ahora despertaba para descubrir que todo era real. La noche anterior había sido increíble, pero no era eso lo que lo tenía intrigado. Era ella... Maya. Su carácter, su fortaleza, su temple. No sabía nada de ella, pero la curiosidad lo estaba matando.
Cuando Maya Di Sávallo abrió los ojos, le dolían hasta las pestañas. Hablando sinceramente, jamás en su vida había tenido sexo como aquel, pero lo mejor de todo era que lo había hecho con un hombre increíble. Era apuesto, divertido, culto, apasionado y sobre todo, los condones en aquella papelera del baño le decían que había estado cuidándola con ese instinto protector que se le salía hasta por los poros.Había sido la mejor noche de su vida, y sonrió viéndolo dormir, porque él también se había quedado exhausto. Se vistió en silencio, escribió una nota para Lucio y puso sobre la almohada el arco de su violín. Si era cosa del destino que volvieran a encontrarse, entonces se encontrarían, pero mientras tanto Maya tenía demasiadas cosas que resolver.Salió del club KAOS y se subió a un taxi, dirigiéndose directamente a su departamento, y tal como esperaba, lo que encontró allí fue un león enjaulado.Vlad la recibió con quejas y gritos por no saber dónde estaba, y a Maya le dio asco solo