Lucio entornó los ojos con aburrimiento. Estaban en el KAOS, el club más exclusivo de la ciudad. Normalmente solo la entrada le daba derecho a una habitación y por su estatus él siempre recibía la mejor... o al menos eso creía.Había invitado a Finn, uno de sus buenos amigos en Suiza, solo para beber y conversar un rato, pero la verdad era que el enamoramiento de aquel hombre ya lo estaba desesperando.—¡Es que no sabes, Lucio! ¡Esa mujer es perfecta para mí! —decía Finn—. El único problema es que tiene novio... ¡pero te juro que algún día acabaré conquistándola! ¡No importa lo que tenga que hacer!Después de una hora de semejantes declaraciones, Lucio por fin había perdido la paciencia.—¿Sabes qué? ¡Por favor consíguete una chica, Finn! Ya me estás agobiando.Finn le hizo una mueca de burla, pero finalmente se largó de allí y pocos minutos después Lucio lo vio irse del club con una muchacha.Suspiró con aburrimiento. Aunque iba a aquel club por la sensación de sentirse acompañado, l
Maya no podía creer lo que estaba sucediendo. Lucio era todo lo que había buscado para esa noche y más. Era guapo, inteligente y divertido, y era tan sexy que sentía que podía derretirse en sus brazos.—¿Qué? —preguntó él sonriendo contra sus labios.—No puedo creer que esto sea real, hoy me llamaron "santurrona, buena, noble y fiel", y nunca me había sentido tan insultada... —murmuró Maya—. Y ahora me está besando un hombre que no conozco...—Siempre hay una primera vez para todo —respondió él y la muchacha hizo un puchero, pasando los brazos a su alrededor. Era una hermosa forma de decirle que sabía que no era chica fácil—. Además, lo de "santurrona, buena y noble" te lo puedo quitar yo. Y lo de "fiel" es más simple, no creo que se lo debas a nadie ahora mismo.A Maya le temblaron los labios solo por un segundo, luego tomó su mano y tiró de él hacia una de las salidas. Antes de llegar al ascensor ya sus bocas estaban enredadas de nuevo, sin embargo cuando se detuvieron frente a la p
Lucio abrió los ojos y no pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su rostro. Cada recuerdo de la noche anterior lo golpeó y estuvo a punto de contar con los dedos, como un niño feliz, todas las veces que le había hecho el amor a aquella mujer.Sin embargo el vacío a su lado en la cama lo hizo sentarse de golpe.Había amanecido y estaba solo. A su lado en la almohada había algo inusual: el arco de un violín. Y junto a él una pequeña nota en letra cuidada y armoniosa."Te has ganado una llave para mi infierno, no la pierdas. El día que me la devuelvas te recibiré en él.M."Lucio leyó la nota y sonrió, supuso que era una forma más poética de decir "adiós"; pero algo le decía que no sería tan fácil. Era como si hubiese entrado en un sueño y ahora despertaba para descubrir que todo era real. La noche anterior había sido increíble, pero no era eso lo que lo tenía intrigado. Era ella... Maya. Su carácter, su fortaleza, su temple. No sabía nada de ella, pero la curiosidad lo estaba matando.
Cuando Maya Di Sávallo abrió los ojos, le dolían hasta las pestañas. Hablando sinceramente, jamás en su vida había tenido sexo como aquel, pero lo mejor de todo era que lo había hecho con un hombre increíble. Era apuesto, divertido, culto, apasionado y sobre todo, los condones en aquella papelera del baño le decían que había estado cuidándola con ese instinto protector que se le salía hasta por los poros.Había sido la mejor noche de su vida, y sonrió viéndolo dormir, porque él también se había quedado exhausto. Se vistió en silencio, escribió una nota para Lucio y puso sobre la almohada el arco de su violín. Si era cosa del destino que volvieran a encontrarse, entonces se encontrarían, pero mientras tanto Maya tenía demasiadas cosas que resolver.Salió del club KAOS y se subió a un taxi, dirigiéndose directamente a su departamento, y tal como esperaba, lo que encontró allí fue un león enjaulado.Vlad la recibió con quejas y gritos por no saber dónde estaba, y a Maya le dio asco solo
Le temblaban las manos. Estaba tan furiosa que ni siquiera había reparado en quién era el hombre que le había servido como distracción a aquel asaltante. Solo después de que tenía el violín roto en las manos y el tipo se quejaba en el suelo, subió los ojos y lo vio.—¿Lucifer?Lucio corrió hacia ella y la envolvió en sus brazos, con el corazón latiéndole a toda prisa. La navaja brillando en el suelo era una clara señal de lo que habría podido suceder si él hubiera aparecido.—¿Estás bien? ¡Maldición!, ¿te hizo daño?—No, no me hizo daño. Estoy bien, solo... un poco sacudida. Gracias...Fue entonces cuando Maya se dio cuenta de que lo que había tomado por rabia en realidad era miedo. Había estado tan asustada cuando aquel hombre había sacado el arma blanca frente a ella... y no podía negar el alivio que sentía al ver a Lucio allí.—No tienes que darme las gracias —respondió él—, pero hay que llamar a la policía y avisar de esto.Maya afirmó con la cabeza.—Sí, creo que será mejor si yo
En la última semana Lucio había recorrido más de una docena de tiendas especializadas en música para encontrar a la dueña de aquel arco sobre su almohada, y como evidentemente exudaba poder, más de un vendedor o un luthier había tratado de tentarlo con algún instrumento excepcional y extra caro. Uno en particular había llamado la atención de Lucio, pero como no le gustaba solo coleccionar por coleccionar, había rechazado la oferta.Sin embargo en aquel preciso momento, el destino le había puesto el motivo perfecto para aceptarla. Sacó su celular y un segundo después estaba llamando a un teléfono que había guardado en sus contactos: el señor Mikaelson era el orgulloso poseedor de un violín muy valioso que a Lucio le interesaba mucho en aquel instante.—¿Mikaelson? Habla Lucio Harper.—¡Señor Harper! ¿En qué puedo ayudarlo? —contestó el otro hombre con cautela.—¿Recuerda el violín que me ofreció hace unos días? —dijo sin rodeos—. ¿Todavía lo tiene?—Por supuesto —exclamó Mikaelson sorp
Maya Di Sávallo no era una mujer débil, a Lucio le constaba, pero en menos de cuatro horas la habían asaltado, había corrido riesgo de perder su concierto, y luego había dado un espectáculo que le había valido la ovación de pie de un público experto.La opinión general era unánime: era una violinista muy talentosa. Pero también era humana y Lucio sabía que esa adrenalina dejaría secuelas a su paso. Se dirigió a su camerino, pero no la encontró ahí, recorrió los corredores traseros del teatro y pronto su voz le llamó la atención.—¡Ya te dije que no me importa! —siseaba Maya.—Pero a mí sí me importa. Yo no lo hice —replicó Vlad.Lucio se detuvo a escuchar, ¡no podía ser él otra vez!—Pues felicidades, fue una triste casualidad, eso no cambia nada. ¡Ahora quítate que tengo que recoger mis cosas...!Lucio escuchó el taconeo furioso de Maya, pero de repente unas palabras la detuvieron.—¿De qué te sirve todo ese talento si estás sola? —escupió Vlad con sarcasmo.—¿Sola? —rio Maya—. ¿Te h
El enorme reloj de pared daba exactamente las nueve de la mañana, y la expresión de Lucio no era precisamente la de un hombre que ha detenido un asalto. Estaba feliz, casi no había dormido, pero la perspectiva de que iba a volver a Maya en cualquier momento, lo ponía feliz.Intentó no sonreír demasiado cuando la vio llegar y se saludaron con un beso en la mejilla que no tenía nada de simple ni común.Rindieron su declaración en menos de media hora, pero antes de irse alguien se acercó a ellos.—¿Pueden acompañarme, por favor? El capitán quisiera hablar con ustedes —le susurró uno de los policías a Lucio.—¿Qué pasa? —preguntó este, sorprendido.—Al parecer algo importante sobre el hombre que atacó a la señorita anoche —respondió el policía.Lucio frunció el ceño, intrigado.—Por supuesto. Lo seguimos —sentenció ofreciéndole su brazo a Maya, que se colgó de él un poco nerviosa.Entraron a la oficina del capitán y el hombre, de unos cincuenta años, alto y fornido, los saludó educadament