Cuando Maya Di Sávallo abrió los ojos, le dolían hasta las pestañas. Hablando sinceramente, jamás en su vida había tenido sexo como aquel, pero lo mejor de todo era que lo había hecho con un hombre increíble. Era apuesto, divertido, culto, apasionado y sobre todo, los condones en aquella papelera del baño le decían que había estado cuidándola con ese instinto protector que se le salía hasta por los poros.Había sido la mejor noche de su vida, y sonrió viéndolo dormir, porque él también se había quedado exhausto. Se vistió en silencio, escribió una nota para Lucio y puso sobre la almohada el arco de su violín. Si era cosa del destino que volvieran a encontrarse, entonces se encontrarían, pero mientras tanto Maya tenía demasiadas cosas que resolver.Salió del club KAOS y se subió a un taxi, dirigiéndose directamente a su departamento, y tal como esperaba, lo que encontró allí fue un león enjaulado.Vlad la recibió con quejas y gritos por no saber dónde estaba, y a Maya le dio asco solo
Le temblaban las manos. Estaba tan furiosa que ni siquiera había reparado en quién era el hombre que le había servido como distracción a aquel asaltante. Solo después de que tenía el violín roto en las manos y el tipo se quejaba en el suelo, subió los ojos y lo vio.—¿Lucifer?Lucio corrió hacia ella y la envolvió en sus brazos, con el corazón latiéndole a toda prisa. La navaja brillando en el suelo era una clara señal de lo que habría podido suceder si él hubiera aparecido.—¿Estás bien? ¡Maldición!, ¿te hizo daño?—No, no me hizo daño. Estoy bien, solo... un poco sacudida. Gracias...Fue entonces cuando Maya se dio cuenta de que lo que había tomado por rabia en realidad era miedo. Había estado tan asustada cuando aquel hombre había sacado el arma blanca frente a ella... y no podía negar el alivio que sentía al ver a Lucio allí.—No tienes que darme las gracias —respondió él—, pero hay que llamar a la policía y avisar de esto.Maya afirmó con la cabeza.—Sí, creo que será mejor si yo
En la última semana Lucio había recorrido más de una docena de tiendas especializadas en música para encontrar a la dueña de aquel arco sobre su almohada, y como evidentemente exudaba poder, más de un vendedor o un luthier había tratado de tentarlo con algún instrumento excepcional y extra caro. Uno en particular había llamado la atención de Lucio, pero como no le gustaba solo coleccionar por coleccionar, había rechazado la oferta.Sin embargo en aquel preciso momento, el destino le había puesto el motivo perfecto para aceptarla. Sacó su celular y un segundo después estaba llamando a un teléfono que había guardado en sus contactos: el señor Mikaelson era el orgulloso poseedor de un violín muy valioso que a Lucio le interesaba mucho en aquel instante.—¿Mikaelson? Habla Lucio Harper.—¡Señor Harper! ¿En qué puedo ayudarlo? —contestó el otro hombre con cautela.—¿Recuerda el violín que me ofreció hace unos días? —dijo sin rodeos—. ¿Todavía lo tiene?—Por supuesto —exclamó Mikaelson sorp
Maya Di Sávallo no era una mujer débil, a Lucio le constaba, pero en menos de cuatro horas la habían asaltado, había corrido riesgo de perder su concierto, y luego había dado un espectáculo que le había valido la ovación de pie de un público experto.La opinión general era unánime: era una violinista muy talentosa. Pero también era humana y Lucio sabía que esa adrenalina dejaría secuelas a su paso. Se dirigió a su camerino, pero no la encontró ahí, recorrió los corredores traseros del teatro y pronto su voz le llamó la atención.—¡Ya te dije que no me importa! —siseaba Maya.—Pero a mí sí me importa. Yo no lo hice —replicó Vlad.Lucio se detuvo a escuchar, ¡no podía ser él otra vez!—Pues felicidades, fue una triste casualidad, eso no cambia nada. ¡Ahora quítate que tengo que recoger mis cosas...!Lucio escuchó el taconeo furioso de Maya, pero de repente unas palabras la detuvieron.—¿De qué te sirve todo ese talento si estás sola? —escupió Vlad con sarcasmo.—¿Sola? —rio Maya—. ¿Te h
El enorme reloj de pared daba exactamente las nueve de la mañana, y la expresión de Lucio no era precisamente la de un hombre que ha detenido un asalto. Estaba feliz, casi no había dormido, pero la perspectiva de que iba a volver a Maya en cualquier momento, lo ponía feliz.Intentó no sonreír demasiado cuando la vio llegar y se saludaron con un beso en la mejilla que no tenía nada de simple ni común.Rindieron su declaración en menos de media hora, pero antes de irse alguien se acercó a ellos.—¿Pueden acompañarme, por favor? El capitán quisiera hablar con ustedes —le susurró uno de los policías a Lucio.—¿Qué pasa? —preguntó este, sorprendido.—Al parecer algo importante sobre el hombre que atacó a la señorita anoche —respondió el policía.Lucio frunció el ceño, intrigado.—Por supuesto. Lo seguimos —sentenció ofreciéndole su brazo a Maya, que se colgó de él un poco nerviosa.Entraron a la oficina del capitán y el hombre, de unos cincuenta años, alto y fornido, los saludó educadament
A veces la vida tiene una forma extraña de revelarte cuál es tu destino. Poco después de aquella conversación Lucio recibió una llamada de la empresa, y se complicó tanto con el trabajo que comió apurado y luego estuvo con la cabeza enterrada en documentos hasta casi cerca de la medianoche.Estaba exhausto y a punto de derrumbarse en su cama cuando algo lo hizo abrir los ojos, emocionado: no estaba solo. Maya estaba en algún lugar de la casa y eso hizo un clic dentro de sus emociones, desterrando el cansancio.La buscó en su habitación, pero no estaba allí. Dio una vuelta por la casa y estaba a punto de ponerse nervioso cuando vio una luz en la casita de huéspedes que estaba alejada a unos treinta metros de la mansión principal.Se dirigió hacia allí y encontró a Maya sentada en el pequeño salón, con su violín en las manos. Estaba erguida en su silla, con aquel trasero respingón y las piernas abiertas como si necesitara hacer equilibrio con las puntas de los pies, que eran lo único qu
Lucio parecía un niño en medio de su cumpleaños. Despertó feliz, arrastró a Maya a la ducha y luego corrió al buzón de la entrada a buscar el periódico de ese día.—¡Wow! ¿Está bien que tenga orgullo ajeno? —preguntó abriendo el diario mientras se sentaba en una de las banquetas de la encimera y Maya ponía frente a él una taza de café humeante y oloroso.—¿Por qué? ¿Qué dice?—"El mejor concierto de música clásica que el teatro de la ciudad ha visto en los últimos diez años, nos llegó con las notas del Primer Violín de la Orquesta Filarmónica de Viena, Maya Di Sávallo. Se pudiera pensar que la presentación de "Red", uno de los más importantes violines Stradivarius, se robó el protagonismo de la velada, pero lo cierto es que la magistral interpretación de la señorita Di Sávallo fue un absoluto despliegue de talento. Por una vez podemos decir que el genio musical y la naturaleza excepcional del instrumento, se hacen honor el uno al otro..." —leyó Lucio con la voz vibrante por la emoció
—Mira Lucifer, esto te va a parecer una locura, pero ese mismo sexto sentido que tengo para la música, a veces y solo a veces me sale para todo lo demás —dijo Maya—. No sé qué tan profunda es tu amistad con él, pero no me agrada.Lucio negó con cansancio.—Escucha, sé que se alteró, pero Finn es un buen hombre, ha sido un buen amigo desde que llegué a este país y todos en cierto momento perdemos los papeles —intentó convencerla él—. No es una mala persona y sigue siendo mi amigo...—Y yo sigo siendo libre de elegir donde quedarme —sentenció ella con tono gélido—. Me gustas, Lucifer, pero yo me gusto más, y ese hombre me da escalofríos. El día que tu amigo entre por una puerta de tu casa, yo salgo por la otra. ¿Quedó claro?No era una amenaza, no era un escándalo, no era un capricho, no le estaba pidiendo deliberadamente que eligiera. Era una simple advertencia de que iba a protegerse por encima de todas las cosas, y su expresión, determinada y calmada, le dijo al hombre que no iba a h