Maya Di Sávallo no era una mujer débil, a Lucio le constaba, pero en menos de cuatro horas la habían asaltado, había corrido riesgo de perder su concierto, y luego había dado un espectáculo que le había valido la ovación de pie de un público experto.La opinión general era unánime: era una violinista muy talentosa. Pero también era humana y Lucio sabía que esa adrenalina dejaría secuelas a su paso. Se dirigió a su camerino, pero no la encontró ahí, recorrió los corredores traseros del teatro y pronto su voz le llamó la atención.—¡Ya te dije que no me importa! —siseaba Maya.—Pero a mí sí me importa. Yo no lo hice —replicó Vlad.Lucio se detuvo a escuchar, ¡no podía ser él otra vez!—Pues felicidades, fue una triste casualidad, eso no cambia nada. ¡Ahora quítate que tengo que recoger mis cosas...!Lucio escuchó el taconeo furioso de Maya, pero de repente unas palabras la detuvieron.—¿De qué te sirve todo ese talento si estás sola? —escupió Vlad con sarcasmo.—¿Sola? —rio Maya—. ¿Te h
El enorme reloj de pared daba exactamente las nueve de la mañana, y la expresión de Lucio no era precisamente la de un hombre que ha detenido un asalto. Estaba feliz, casi no había dormido, pero la perspectiva de que iba a volver a Maya en cualquier momento, lo ponía feliz.Intentó no sonreír demasiado cuando la vio llegar y se saludaron con un beso en la mejilla que no tenía nada de simple ni común.Rindieron su declaración en menos de media hora, pero antes de irse alguien se acercó a ellos.—¿Pueden acompañarme, por favor? El capitán quisiera hablar con ustedes —le susurró uno de los policías a Lucio.—¿Qué pasa? —preguntó este, sorprendido.—Al parecer algo importante sobre el hombre que atacó a la señorita anoche —respondió el policía.Lucio frunció el ceño, intrigado.—Por supuesto. Lo seguimos —sentenció ofreciéndole su brazo a Maya, que se colgó de él un poco nerviosa.Entraron a la oficina del capitán y el hombre, de unos cincuenta años, alto y fornido, los saludó educadament
A veces la vida tiene una forma extraña de revelarte cuál es tu destino. Poco después de aquella conversación Lucio recibió una llamada de la empresa, y se complicó tanto con el trabajo que comió apurado y luego estuvo con la cabeza enterrada en documentos hasta casi cerca de la medianoche.Estaba exhausto y a punto de derrumbarse en su cama cuando algo lo hizo abrir los ojos, emocionado: no estaba solo. Maya estaba en algún lugar de la casa y eso hizo un clic dentro de sus emociones, desterrando el cansancio.La buscó en su habitación, pero no estaba allí. Dio una vuelta por la casa y estaba a punto de ponerse nervioso cuando vio una luz en la casita de huéspedes que estaba alejada a unos treinta metros de la mansión principal.Se dirigió hacia allí y encontró a Maya sentada en el pequeño salón, con su violín en las manos. Estaba erguida en su silla, con aquel trasero respingón y las piernas abiertas como si necesitara hacer equilibrio con las puntas de los pies, que eran lo único qu
Lucio parecía un niño en medio de su cumpleaños. Despertó feliz, arrastró a Maya a la ducha y luego corrió al buzón de la entrada a buscar el periódico de ese día.—¡Wow! ¿Está bien que tenga orgullo ajeno? —preguntó abriendo el diario mientras se sentaba en una de las banquetas de la encimera y Maya ponía frente a él una taza de café humeante y oloroso.—¿Por qué? ¿Qué dice?—"El mejor concierto de música clásica que el teatro de la ciudad ha visto en los últimos diez años, nos llegó con las notas del Primer Violín de la Orquesta Filarmónica de Viena, Maya Di Sávallo. Se pudiera pensar que la presentación de "Red", uno de los más importantes violines Stradivarius, se robó el protagonismo de la velada, pero lo cierto es que la magistral interpretación de la señorita Di Sávallo fue un absoluto despliegue de talento. Por una vez podemos decir que el genio musical y la naturaleza excepcional del instrumento, se hacen honor el uno al otro..." —leyó Lucio con la voz vibrante por la emoció
—Mira Lucifer, esto te va a parecer una locura, pero ese mismo sexto sentido que tengo para la música, a veces y solo a veces me sale para todo lo demás —dijo Maya—. No sé qué tan profunda es tu amistad con él, pero no me agrada.Lucio negó con cansancio.—Escucha, sé que se alteró, pero Finn es un buen hombre, ha sido un buen amigo desde que llegué a este país y todos en cierto momento perdemos los papeles —intentó convencerla él—. No es una mala persona y sigue siendo mi amigo...—Y yo sigo siendo libre de elegir donde quedarme —sentenció ella con tono gélido—. Me gustas, Lucifer, pero yo me gusto más, y ese hombre me da escalofríos. El día que tu amigo entre por una puerta de tu casa, yo salgo por la otra. ¿Quedó claro?No era una amenaza, no era un escándalo, no era un capricho, no le estaba pidiendo deliberadamente que eligiera. Era una simple advertencia de que iba a protegerse por encima de todas las cosas, y su expresión, determinada y calmada, le dijo al hombre que no iba a h
Podía parecer una locura, pero Lucio sentía que sus días eran demasiado largos y sus noches demasiado fugaces. Él y Maya habían dejado de hablar de Finn para no meterse en temas escabrosos, y en lugar de eso intentaban concentrarse en lo que era realmente importante: Maya tenía varios conciertos por delante y Lucio debía concretar unas cuantas inversiones.Los días eran terribles para Lucio mientras esperaba esa llamada para ir a buscarla. Y las noches pasaban entre jadeos, sexo y películas en cualquier lugar de la casa, porque parecía un hecho que él estaba dispuesto a "bautizarla" toda.Pocos días después en la mañana, Maya puso frente a él una invitación muy especial.—¿Qué es esto? —preguntó Lucio emocionado.—¡Es una invitación para el concierto de esta noche! —dijo Maya sin poder contener la alegría en su voz—. Yo... yo quería que estuvieras allí, si quieres.Lucio sintió un nudo en la garganta. Era evidente que para ella era muy importante que él asistiera, y él no podía ni que
Lucio Harper podía asegurar algo sin temor a equivocarse: jamás había sentido por ninguna mujer lo que sentía por Maya. Durante el último año se había enamorado de Marianne, la mejor amiga de su hermana Stela, pero aquel era el amor más protector, tierno y dulce que alguien podía imaginar. Ni siquiera habían llegado a tener algo físico y ahora, viendo desde su palco a aquella mujer que enloquecía al público, se daba cuenta de que era imposible comparar. A Marianne la había dejado ir porque sabía que ella no lo amaba... a Maya tenía ganas de encerrarla en una bola de cristal y follársela hasta romperla, pero si de algo estaba seguro, era de que a esa mujer, a esa loca que tocaba el violín mordiéndose los labios... ¡a esa jamás podría dejarla ir! Pasó al menos una media hora para que Maya bajara por fin de aquella tarima, contra muchas protestas, debía decirse. —¿Qué te pareció? —le dijo Maya mientras se sentaba a su lado con una sonrisa de oreja a oreja. —Eres increíble... ¿Cómo es p
—¿Qué? —exclamó Maya alarmada. Aquello ya no era casualidad.—Sí, exactamente lo mismo: dos distribuidores que habían firmado pre-contratos me pidieron un aumento del bono inicial —respondió Lucio—. No sé si son estúpidos o de verdad creen que pueden sacarme más de lo que ofrezco.Se echó hacia atrás en su silla ejecutiva y Maya se sentó sobre sus piernas, rodeándolo con los brazos.—¿Y qué crees que está pasando? —preguntó ella frunciendo el ceño—. ¿Alguien te está saboteando el negocio?—Eso parece. Un hombre codicioso no es nada extraño, pero tres que pidan exactamente lo mismo no es casualidad, ¡y por supuesto no les di absolutamente nada! —siseó Lucio—. Esto no es coincidencia, nena, alguien quiere hacerme caer y puedes apostar a que no voy a permitirlo.—¿Tienes idea de quién puede ser? —preguntó Maya, mientras Lucio la estrechaba contra sí.—No. Todos los que saben sobre el negocio y los clientes potenciales son personas de confianza, y no todos ellos tienen la misma cantidad d