Los días que siguieron a aquella noticia fueron tan hermosos como difíciles, hasta que finalmente salió el anuncio de la condena de Astor Grey, el hermanastro de Marianne. Stela estaba segura de que eso lo cambiaría todo, y apenas entró en la cabaña ese día y vio las maletas abiertas sobre la cama, se dio cuenta.—¿Se van? —preguntó sorprendida.—Por eso te llamé —dijo Marianne sentándose con ella en el sofá—. ¿Te enteraste de lo de Astor?Su amiga asintió con preocupación.—¿Cadena perpetua, ah? Y sin posibilidad de apelación —murmuró Stela—. Esto va a ser un golpe duro para los Grey.Marianne miró a los ojos de Stela y su amiga vio el miedo que había en ellos.—Por eso tengo que irme. Gabriel solo fue a renunciar a la organización. Vamos a volver a Suiza —le contó Marianne.—¿Pero qué pasa con la familia Grey, y con el exministro Moore? —preguntó Stela. Todavía les quedaban muchos enemigos en Estados Unidos.—No lo sé... supongo que todo eso quedará en pausa a partir de ahora. Pero
Reed sintió que toda su esperanza se desvanecía en aquel momento. Había pasado algo malo, algo muy malo con Stela... Cada momento que habían pasado juntos hizo eco en su cabeza mientras miraba a aquellas dos personas frente a él. Marianne lloraba sin control y Lucio parecía incapaz de articular palabra, pero en cuanto lo vio acercarse pareció recomponerse.—¿Qué... qué... sucedió? —preguntó Reed tembloroso.—¡Stela está bien! —dijo Lucio y él sintió que se desmayaría.—Stela despertó. Despertó hace unos minutos. El doctor dice que se recuperará por completo —sonrió Marianne.Reed no pudo contener las lágrimas de alegría y abrazó a sus amigos. Había sido una espera larga y penosa hasta ese momento, pero finalmente Stela estaba a salvo.En pocos minutos un médico lo dejó entrar a verla. Stela despertaba lentamente, aturdida y confundida. No recordaba nada de lo que había sucedido después de que aquella mujer la golpeara en la cabeza. Intentó sentarse, pero fue detenida por una voz suave
Stela tenía la opción de poner el grito en el cielo, pero sabía que Morgan no lo decía por egoísmo, sino porque había estado a punto de perderla hacía pocas semanas y esa no era una sensación que nadie olvidara rápido.—¿Recuerdas que te dije que tengo firmada la paz con todos mis demonios? —le preguntó con suavidad y Morgan asintió—. Pues este es uno de ellos. Y sé que tienes razón, a veces parece que mi vida gira en torno a Marianne y otras veces de verdad lo hace... pero es algo con lo que por desgracia, si estás conmigo, tienes que aprender a lidiar.Morgan negó con impaciencia. Gabriel también era su mejor amigo, pero no podía condicionar toda su vida a su alrededor.—¿Es otro de tus enigmas o por una vez me vas a hacer la cortesía de explicarme? —le preguntó y Stela tiró de su brazo para estrecharlo.—No nací sola —dijo ella y Morgan la miró a los ojos, asombrado—. Nací gemela, mi hermana se llamaba Stephanie. Todos decía que éramos iguales, dos gotas de agua, idénticas, exactas
La mansión de Lucio en Ginebra se convirtió en una guardería en toda regla, mientras Maya, Stela y él cuidaban del pequeño Jay-Jay. El bebé extrañaba a su mamá, pero con suerte estaba acostumbrado a su tía Stela y fue solo por pocos días. La energía de Jay fue suficiente para mantenerla ocupada, pero no para hacerla olvidar su mayor temor:Esta vez Morgan le había pedido que se fuera, y saber que "todo había salido bien", ya no le bastaba.Ver llegar a Marianne y Gabo al aeropuerto de Ginebra, sin él, hizo que se le encogiera el corazón."¿Por qué no vino?", pensaba una y otra vez, sin poder evitarlo. "¿Y si no quería venir, por qué no me lo dijo, para regresar yo?"Mientras cargaba al bebé en brazos, Stela recordó la primera vez que Morgan la había llamado “muñeca” y tomó su decisión.—¿A dónde vas? —le preguntó Marianne mientras la veía hacer la maleta a toda prisa un par de días después—Me voy a Estados Unidos, a buscar a Morgan —respondió Stela sin dudarlo un segundo.—¿Estás loc
Dos años después.—¿Lista para esto, muñeca? —preguntó Morgan.Stela giró la cabeza y negó.—No... está muy grande.—No te asustes, no es para tanto...—¡Pero me va a doler! —protestó ella.—Solo al principio, tú cierra los ojos y respira.—¡Pues claro, como no es a ti al que se la van a meter! —se enfurruñó Stela y Morgan perdió la paciencia—. ¡Ayyyyyyy!La muchacha hizo un puchero y Reed le dio un beso mientras le acariciaba la nalguita.—¿Ves? Solo fue una inyeccioncita de nada. No seas llorona. —La sentó en su regazo y la abrazó con calma.Por los últimos dos años habían estado posponiendo la boda, porque estaban concentrados en algo más importante. Por dos años habían estado intentando quedarse embarazados, pero las cosas no habían salido bien.Stela ya no podía tomar más hormonas, porque su cuerpo reaccionaba mal a ellas. Y Morgan... pues Morgan estaba tan frustrado como ella. No podía soportar verla tratando de ocultar su decepción cada vez que las pruebas de embarazo salían ne
Seis meses después.Morgan sabía que sería un embarazo difícil para Stela y tuvo que estar muy pendiente de ella durante todo el tiempo, pero cada vez que veía su risa valía la pena. Debía ser de madrugada cuando Stela por fin le dio uno de sus famosos codazos a Reed.—Servicio de habitación —murmuró él entre sueños—. ¿Qué se le ofrece, mademoiselle?—Pues un chocolatito y un salón de parto, si eres tan amable —respondió Stela y los ojos de Reed se abrieron desmesuradamente en un solo segundo.—¿Ya, ya? —preguntó saltando de la cama y abalanzándose sobre ella para darle un beso—. ¡Vamos a ser papás, muñeca!Estaba a punto de salir corriendo cuando Stela lo detuvo.—No, espera, primero llama a Marianne para que vaya con nosotros, no quiero hacer esto sin ella... Además, necesitas a Gabo para que te sostenga.—¡Oye, yo sí no me voy a desmayar! —le aseguró Morgan poniéndose los puños en la cintura como si fuera Superman.—No, pero vas a querer dar órdenes a diestra siniestra y ahora no e
LA CHICA DEL VIOLÍNLucio Harper se había hecho a sí mismo como el magnate más importante de toda Suiza; y tenía un corazón de oro, a pesar de que su agresividad para los negocios le había ganado el apodo de Lucifer. También tenía el corazón un poco roto, pero en paz, solo necesitaba que alguien volviera a desbocárselo como el semental de carreras que en el fondo era.Maya Di Sávallo había crecido en una familia que la amaba, por eso reconocer a la gente que quería lastimarla no siempre era fácil para ella. Descubrir que su novio solo la utilizaba y planeaba traicionarla de la peor manera, había sido un golpe duro para sus sentimientos, pero ¡vamos! estamos hablando de una heredera de los Di Sávallo, el llanto solo era el camino perfecto hacia el deseo de venganza.Un hombre que necesita adrenalina. Una mujer que ya no quiere ser buena.Y a veces las piedras ruedan para encontrarse... ¿verdad?CAPÍTULO 1. ¡Con el diablo será!"Eres demasiado buena, Maya, y ese extremo a veces también
Lucio entornó los ojos con aburrimiento. Estaban en el KAOS, el club más exclusivo de la ciudad. Normalmente solo la entrada le daba derecho a una habitación y por su estatus él siempre recibía la mejor... o al menos eso creía.Había invitado a Finn, uno de sus buenos amigos en Suiza, solo para beber y conversar un rato, pero la verdad era que el enamoramiento de aquel hombre ya lo estaba desesperando.—¡Es que no sabes, Lucio! ¡Esa mujer es perfecta para mí! —decía Finn—. El único problema es que tiene novio... ¡pero te juro que algún día acabaré conquistándola! ¡No importa lo que tenga que hacer!Después de una hora de semejantes declaraciones, Lucio por fin había perdido la paciencia.—¿Sabes qué? ¡Por favor consíguete una chica, Finn! Ya me estás agobiando.Finn le hizo una mueca de burla, pero finalmente se largó de allí y pocos minutos después Lucio lo vio irse del club con una muchacha.Suspiró con aburrimiento. Aunque iba a aquel club por la sensación de sentirse acompañado, l