—En el caso de la demanda de Marianne Grey contra Astor Grey por los cargos de ataque, agresión, intento de asesinato, secuestro, conspiración de fraude y homicidio… este jurado declara a Astor Grey… ¡culpable!La sala se llenó de gritos, murmullos, protestas.—Orden, ¡orden en la sala! —reclamó el juez Sheffield—. Señor Fiscal, la demanda está resuelta, ¿podemos proceder a una sentencia o quiere añadir algo más?Por un momento el Fiscal de Distrito se quedó pensativo, era un caso medio ganado, solo tenía que profundizar en él.—Su señoría, la Fiscalía quisiera abrir investigaciones por los otros tres cargos por asesinatos que se suponen de la autoría del señor Astor Grey. Solicitamos prisión sin derecho a fianza mientras se llevan a cabo las investigaciones y un periodo de tres meses para iniciar un nuevo juicio.El juez Sheffield valoró las opciones, de cualquier manera su sentencia para Astor Grey por aquel caso no bajaba de veinte años de prisión, así que accedió.—Bien, el señor
Stela no se había puesto más nerviosa que de costumbre cuando había recibido la llamada de Gabriel para que se quedara acompañando a Marianne. Ya sabía que para vivir a la vera de aquellos dos había que estar lista para la aventura. Nerviosa se puso cuando quien pasó por ella fue el doctor Reed, porque al parecer Gabriel se quedaba más tranquilo si las acompañaba un hombre que supiera manejar armas.Stela vio a su amiga despedirse del capitán en la puerta y Gabriel y Reed se quedaron un momento hablando afuera mientras las chicas entraban. Marianne abrazó a su amiga brevemente y luego se tambaleó hacia el sofá, acurrucándose en él.Pasaron gran parte del día tranquilos, tratando de distraerse con la televisión mientras Reed y Stela se miraban de reojo. Lo que había entre ellos no moría, pero tampoco acababa de crecer.Sin embargo era demasiado evidente que Marianne se sentía muy mal. Apenas si probó el almuerzo y pocos minutos después la vieron salir corriendo hacia el baño para vomit
Marianne se apresuró a encender el televisor mientras sostenía el teléfono contra su oreja y voceó a Gabriel, que no tardó en entrar a la casa. En el canal que Stela le había dicho, pasaban imágenes y una comentarista anunciaba la bomba de la semana:«Para los televidentes que han estado siguiendo las noticias del caso Grey, hoy tenemos una exclusiva muy especial: Han aparecido nuevas evidencias en relación a los tres asesinatos cometidos por Astor Grey y el fiscal ha anunciado que abrirá un nuevo juicio para revisar los cargos.»No se sabe mucho sobre las nuevas evidencias, pero se rumorea que pueden ser suficientes para incriminar a Astor y darle la pena máxima. El fiscal no ha dado más detalles por el momento, pero dijo que están 'muy optimistas' de que lograrán una sentencia mayor esta vez.»Esto sin duda alguna va a ser un juicio muy mediático, ya que la gente está intrigada por este caso desde que su hermanastra, Marianne Grey, lo acusó de secuestro, fraude e intento de asesinat
Gabriel no podía explicarlo, pero aquel mal presentimiento lo hacía conducir más rápido por la carretera que subía a la cabaña. No había dejado sola a Marianne, se había asegurado de quedarse hasta que Stela estuviera con ella, y habían hablado hacía menos de media hora, pero aun así no estaba tranquilo.Intentó llamarla varias veces pero el teléfono lo mandaba directamente a buzón. Reed empezó a ponerse nervioso e hizo lo mismo con el número de Stela.—Maldición, Stela tampoco responde.Gabriel pisó con fuerza el acelerador, pero de repente frenó, señalando algo a un costado del camino. Faltaban como trescientos metros para llegar a la cabaña y había un sedán estacionado en medio de la nada.—¿Qué hace este auto aquí? —murmuró Gabriel antes de apresurarse a llegar a la casa.Sin embargo la escena que lo esperaba espantó a Reed tanto como a él.—¡Stela! —gritó Morgan bajándose de la camioneta y corriendo hacia ella mientras Gabriel sacaba el arma que tenía en la guantera.A pocos paso
Varias horas antes.Hacía varios días que el clima era bastante frío, pero cada vez que Marianne veía a su mejor amiga atravesar la puerta, el mundo simplemente se convertía en un lugar mejor. Stela era su hermana, más de lo que nunca lo había sido Asli, ella y Lucio eran las únicas personas a las que Marianne consideraba verdaderamente familia, así que era la primera a la que quería contarle sus planes. Sin embargo, tal como esperaba, no fue necesario. Apenas Stela vio las maletas abiertas sobre la cama, se dio cuenta.—¿Se van? —preguntó sorprendida.—Por eso te llamé —dijo Marianne sentándose con ella en el sofá—. ¿Te enteraste de lo de Astor?Su amiga asintió con preocupación.—¿Cadena perpetua, ah? Y sin posibilidad de apelación —murmuró Stela—. Esto va a ser un golpe duro para los Grey.Marianne miró a los ojos de Stela y su amiga vio el miedo que había en ellos.—Por eso tengo que irme. Gabriel solo fue a renunciar a la organización. Vamos a volver a Suiza —le contó Marianne.—
Marianne miró por el espacio de la puerta entreabierta y vio a Reed hablando con Max, que había venido a traerle algo de ropa. Los dos parecían muy preocupados, así que Marianne terminó de cambiarse la ropa del hospital por una de calle abrigada y salió de la habitación.—Sabes que el doctor no te ha dado de alta —murmuró Reed—. Me preocupa llevarte sin su consentimiento.—Tú eres doctor y vas a venir conmigo —respondió Marianne—. Confío en ti como médico más de lo que confío en nadie, pero voy a firmar el acta voluntaria y voy a salir de aquí a sacar a Gabriel de esto.Reed suspiró con resignación.—Está bien, ya sé que no te vas a dar por vencida, y que vas a hacer lo que quieres conmigo o sin mí… así que mejor conmigo.—¿Han dicho algo de Stela? —preguntó Marianne con angustia y Reed asintió.—Ya está estable, solo están esperando que despierte.—Gracias a dios —susurró la muchacha cerrando los ojos por un segundo—. Entonces nos vamos. ¿En qué comisaría tienen a Gabriel?— En la 85
Era una situación muy difícil, el Juez Sheffield lo sabía, pero también estaba bastante seguro de lo que debía hacer: pedirle a su mano derecha, el US Marshall de aquel juzgado en el que más confiaba, que lo ayudara a resolver aquello.El Juez Sheffield les pidió a todos que esperaran fuera de la oficina, luego activó la pantalla de su ordenador y marcó el número del capitán Norton. Era una llamada privada, de esas que no se registran en los archivos del juzgado, y tampoco requieren de testigos.—Tengo un problema, Norton —dijo Sheffield sin rodeos una vez que oyó la voz del otro hombre al otro lado de la línea—. Tengo un caso difícil, de esos que necesitan una investigación menos parcializada. Tengo dos declaraciones de culpabilidad y siento que ninguno de los dos que asume la culpa en realmente responsable de lo que sucedió, así que necesito que investigues este asunto con discreción.El Juez Sheffield había conocido a Norton cuando todavía era un simple detective de la policía y él
Reed sintió que toda su esperanza se desvanecía en aquel momento. Había pasado algo malo, algo muy malo con Stela... Cada momento que habían pasado juntos hizo eco en su cabeza mientras miraba a aquellas dos personas frente a él. Marianne lloraba sin control y Lucio parecía incapaz de articular palabra, pero en cuanto lo vio acercarse pareció recomponerse.—¿Qué... qué... sucedió? —preguntó Reed mientras caminaba hacia ellos tembloroso.Lucio se limpió las lágrimas y le alargó un brazo.—¡Stela está bien! —dijo y Reed sintió que se desmayaría, pero Marianne asintió con la cabeza y agregó:—Stela despertó. —Y aunque sus ojos también estaban llenos de lágrimas, sonreía—. Despertó hace unos minutos.Reed no podía creer lo que estaba escuchando, y por un momento pensó que tal vez estaba dormido y soñaba.—Al principio no sabíamos si estaba bien o mal, pero después de un rato supimos que iba a estar bien —aseguró Lucio.—El doctor dice que se recuperará por completo —sonrió Marianne.Reed