Marianne miró a Gabriel. Estaban acurrucados de nuevo en el sofá de la cabaña después de regresar del Lago Tahoe. Sabía que él tenía miedo de que pudieran lastimarla, pero estaba decidida a hacer aquello a pesar de los riesgos.—Voy a hacerlo. Voy a ir a la policía y a contarles lo que me hizo Astor.El corazón de Gabriel se hundió. Sabía que sería arriesgado, pero nunca había imaginado que realmente podían perder tanto en el proceso.—¿Estás segura de que quieres hacerlo? Podrían hacerte daño, y no solo me refiero al aspecto físico.Marianne negó con la cabeza.—No tengo miedo. No voy a dejar que se salgan con la suya con lo que me hicieron. Merecen ser castigados. ¡Él, Asli, Griselda!—Pero Marianne —dijo Gabriel—, si haces esto, tendrás que ir a los tribunales y testificar. Pueden hacerte toda clase de preguntas horribles.—Lo sé —respondió ella—. Pero es un riesgo que tendré que correr.Gabriel miró a Marianne.—Estaré muy preocupado por ti —suspiró acariciándola.Marianne sonrió
El detective Wainwright había sido inteligente: había dejado que Gabriel se quedara, y había citado al Fiscal de distrito, y al juez de la suprema corte Connor Sheffield, del otro lado de aquel cristal. Le decían "La pecera", porque podían ver todo lo que pasaba dentro, y dentro estaban el doctor Simpson y Marianne Grey.El doctor Simpson se recostó en su silla y miró a Marianne.—Lo siento, sé que no sirve de nada a estas alturas... pero lo siento.El corazón de Marianne se estrujó. Estaba segura de que el doctor no había sido el cerebro de todo aquello, pero los recuerdos que tenía de él eran horribles.—Tú ayudaste a mi hermanastro a lastimarme —dijo.El doctor Simpson negó con la cabeza.—Astor me pagó bien por mantenerte ahí. Después de que acepté el primer dinero... ya era imposible decir que no. No pude ir en contra de sus deseos.Marianne se levantó.—Entonces di la verdad. Sabes que nos están viendo. Diles lo que pasó.—Astor es un hombre poderoso —le recordó el médico.—Lo s
—Marianne... ¿puedo hablar contigo un momento?Hamilt Grey parecía que había envejecido cien años de un tirón.La prensa decía que había sufrido un infarto, y luego había habido noticias de que se había ido del hospital con un alta voluntaria, sin autorización del médico.—¿No deberías estar en un hospital? —dijo Marianne levantándose.—No podría estar en una cama viendo cómo uno de mis hijos acusa a otro de asesinato.Marianne cerró los puños con fuerza.—Pues si crees que vas a detenerme estás muy equivocado, ya no pienso dar marcha atrás...—No quiero detenerte —la interrumpió Hamilt y tanto la muchacha como Gabriel lo miraron con expresión sorprendida—. Quiero que me cuentes... que me cuentes lo que sabes... sobre la muerte de la primera señora Grey, tu madre... todo lo que dijiste en la recaudación...Marianne miró a Gabriel, no confiaba en Hamilt, pero finalmente no le diría nada que no hubiera dicho ya frente a jueces y jurados.—Astor mató a mi madre —dijo Marianne.Pudo ver l
—En el caso de la demanda de Marianne Grey contra Astor Grey por los cargos de ataque, agresión, intento de asesinato, secuestro, conspiración de fraude y homicidio… este jurado declara a Astor Grey… ¡culpable!La sala se llenó de gritos, murmullos, protestas.—Orden, ¡orden en la sala! —reclamó el juez Sheffield—. Señor Fiscal, la demanda está resuelta, ¿podemos proceder a una sentencia o quiere añadir algo más?Por un momento el Fiscal de Distrito se quedó pensativo, era un caso medio ganado, solo tenía que profundizar en él.—Su señoría, la Fiscalía quisiera abrir investigaciones por los otros tres cargos por asesinatos que se suponen de la autoría del señor Astor Grey. Solicitamos prisión sin derecho a fianza mientras se llevan a cabo las investigaciones y un periodo de tres meses para iniciar un nuevo juicio.El juez Sheffield valoró las opciones, de cualquier manera su sentencia para Astor Grey por aquel caso no bajaba de veinte años de prisión, así que accedió.—Bien, el señor
Stela no se había puesto más nerviosa que de costumbre cuando había recibido la llamada de Gabriel para que se quedara acompañando a Marianne. Ya sabía que para vivir a la vera de aquellos dos había que estar lista para la aventura. Nerviosa se puso cuando quien pasó por ella fue el doctor Reed, porque al parecer Gabriel se quedaba más tranquilo si las acompañaba un hombre que supiera manejar armas.Stela vio a su amiga despedirse del capitán en la puerta y Gabriel y Reed se quedaron un momento hablando afuera mientras las chicas entraban. Marianne abrazó a su amiga brevemente y luego se tambaleó hacia el sofá, acurrucándose en él.Pasaron gran parte del día tranquilos, tratando de distraerse con la televisión mientras Reed y Stela se miraban de reojo. Lo que había entre ellos no moría, pero tampoco acababa de crecer.Sin embargo era demasiado evidente que Marianne se sentía muy mal. Apenas si probó el almuerzo y pocos minutos después la vieron salir corriendo hacia el baño para vomit
Marianne se apresuró a encender el televisor mientras sostenía el teléfono contra su oreja y voceó a Gabriel, que no tardó en entrar a la casa. En el canal que Stela le había dicho, pasaban imágenes y una comentarista anunciaba la bomba de la semana:«Para los televidentes que han estado siguiendo las noticias del caso Grey, hoy tenemos una exclusiva muy especial: Han aparecido nuevas evidencias en relación a los tres asesinatos cometidos por Astor Grey y el fiscal ha anunciado que abrirá un nuevo juicio para revisar los cargos.»No se sabe mucho sobre las nuevas evidencias, pero se rumorea que pueden ser suficientes para incriminar a Astor y darle la pena máxima. El fiscal no ha dado más detalles por el momento, pero dijo que están 'muy optimistas' de que lograrán una sentencia mayor esta vez.»Esto sin duda alguna va a ser un juicio muy mediático, ya que la gente está intrigada por este caso desde que su hermanastra, Marianne Grey, lo acusó de secuestro, fraude e intento de asesinat
Gabriel no podía explicarlo, pero aquel mal presentimiento lo hacía conducir más rápido por la carretera que subía a la cabaña. No había dejado sola a Marianne, se había asegurado de quedarse hasta que Stela estuviera con ella, y habían hablado hacía menos de media hora, pero aun así no estaba tranquilo.Intentó llamarla varias veces pero el teléfono lo mandaba directamente a buzón. Reed empezó a ponerse nervioso e hizo lo mismo con el número de Stela.—Maldición, Stela tampoco responde.Gabriel pisó con fuerza el acelerador, pero de repente frenó, señalando algo a un costado del camino. Faltaban como trescientos metros para llegar a la cabaña y había un sedán estacionado en medio de la nada.—¿Qué hace este auto aquí? —murmuró Gabriel antes de apresurarse a llegar a la casa.Sin embargo la escena que lo esperaba espantó a Reed tanto como a él.—¡Stela! —gritó Morgan bajándose de la camioneta y corriendo hacia ella mientras Gabriel sacaba el arma que tenía en la guantera.A pocos paso
Varias horas antes.Hacía varios días que el clima era bastante frío, pero cada vez que Marianne veía a su mejor amiga atravesar la puerta, el mundo simplemente se convertía en un lugar mejor. Stela era su hermana, más de lo que nunca lo había sido Asli, ella y Lucio eran las únicas personas a las que Marianne consideraba verdaderamente familia, así que era la primera a la que quería contarle sus planes. Sin embargo, tal como esperaba, no fue necesario. Apenas Stela vio las maletas abiertas sobre la cama, se dio cuenta.—¿Se van? —preguntó sorprendida.—Por eso te llamé —dijo Marianne sentándose con ella en el sofá—. ¿Te enteraste de lo de Astor?Su amiga asintió con preocupación.—¿Cadena perpetua, ah? Y sin posibilidad de apelación —murmuró Stela—. Esto va a ser un golpe duro para los Grey.Marianne miró a los ojos de Stela y su amiga vio el miedo que había en ellos.—Por eso tengo que irme. Gabriel solo fue a renunciar a la organización. Vamos a volver a Suiza —le contó Marianne.—