— Quería disculparme por molestarte durante la cena la otra noche. Además, quería agradecerte por quedarte en la clase de deportes para ser mi compañera.— No tienes de qué preocuparte— le dije y con esa simple frase logré que finalmente me mirara a los ojos. —. La verdad es que soy yo la que se tiene que disculpar. Me comporté como una niña caprichosa durante la cena. No es propio de mí tratar así a los demás, lamento si te hice sentir mal.— Sol… yo… gracias.— Este mundo es nuevo para mí, Guille. Vas a tener que armarte de paciencia conmigo. — acoté divertida por la expresión.Guille asintió con la cabeza con los ojos brillantes, como quien acepta la misión.— Tendrás que ponerte el pijama si no quieres enojar a Ely. — le recordé indicándole las prendas que llevaba colgando en sus manos.— No sé si quedarme… — me confesó su duda.— Quédate un par de horas y luego puedes irte tranquila. Total hay tiempo hasta las siete de la mañana. Cuanto mucho te quedas en el Instituto conmigo. Vo
El silencio era corrosivo, me estaba carcomiendo el alma con tanto suspenso.Las imágenes de aquel vampiro ardiendo no me dejaban en paz y para colmo de males debía sumarle el hecho de que estaban los tres con miradas prácticamente inquisidoras, lo que no hacía más que cuestionarme qué es lo que me harían.¿Aplicarían la ley del “Ojo por ojo, diente por diente”? no dejaría que vencieran tan fácilmente. Se las haría difícil, era lo único de lo que estaba segura.Menos aún con las chicas en mi habitación, no dejaría que corrieran ningún peligro. Jamás podría perdonarme dejarlas a su suerte con esta clase de bestias, yo jamás…— No puedes tener aquí a ese perro— sentenció Fabián, interrumpiendo abruptamente el hilo de mis pensamientos —. Te diré tres razones: una, Charlotte es alérgica al pelo de esos animales. Dos: está estrictamente prohibido traer mascotas al Instituto. Por último, y aquí es donde coincidimos todos, es que los quejidos que libera ese animal nos resulta totalmente inso
Me desesperé de tal forma que el corazón parecía a punto de estallar.—¿Qué haces por aquí? — susurró Esteban en mi oído, convirtiendo en segundos una sensación horrible de pánico a unas tremendas ganas de matarlo.—¡Esteban! — exclamé furiosa — ¡¿Por qué me asustas?!—Lo siento, pero no podía perder la oportunidad de disfrutar de esa broma. — rio graciosamente durante un largo rato.Cuando recuperó la lucidez, me contó que se encontró con Guillermina y como no funcionaba el teléfono del pasillo, le ofreció que utilizara el de la oficina de Doris. Se habían quedado hablando un rato y fue por eso que se tardó en regresar. Pensar que me preocupé de gusto.Pront
La primera en marcharse fue Guille, quien seis y media ya la estaban esperando en un auto muy lujoso afuera del instituto. La despedí en la entrada y me quedé mirando cómo se alejaba velozmente sin siquiera hacer un mínimo sonido.Fui a la cocina para preparar el desayuno, pero para mi suerte me encontré en la cocina con Mark, con quien me quedé conversando mientras él trabaja muy concentrado.— Me he demorado pero al fin está listo, señorita. — dijo cortésmente.— ¿Eh? — le pregunté al no entender a qué se refería.— Su desayuno está listo para ser servido. — anunció satisfecho.Mis ojos se abrieron de par en par y no pude evitar dejar escapar una expresión de alegría al ver su regalo. Pensaba que estaba preparándose algún sanguche o algo por el estilo. Sin embargo, se había tomado la molestia de prepararnos a todos un desayuno por demás completo. Jugo de naranja recién exprimido, tostadas, café, medialunas y un pastel delicadamente cortado en varias rebanadas.Mis ojos brillaban de
Una brisa carismática se escabulló por la ventana y refrescó mis mejillas, logrando con ello un efecto renovador para mi rostro.Había sido un largo viaje y más aún si le sumábamos los nervios de no conocer con certeza nuestro destino y de haber abandonado todo lo que conocíamos (desde nuestro hogar, amigos y aquella e inigualable sensación de saber con certeza lo que sucedía o lo que pudiera llegar a suceder).Toda aquella seguridad a cambio de cumplir el sueño universitario. Era ambicioso por parte nuestra. Es decir, nuestros amigos nunca se atrevieron ni siquiera a pensarlo. No era muy común que al terminar la secundaria se pensara en la universidad. No al menos en un pueblo donde el simple hecho de graduarte del secundario era un pasaporte directo para conseguir un trabajo rentable.Sin embargo, mi hermana y yo sabíamos que deb
Sonaba la primera campanada de la gran catedral, cuyo estilo gótico se notaba aún a la distancia que me encontraba frente a la enorme plaza. Estaba anunciando las siete de la tarde en punto.De repente, fue como si me sintiera dentro de una película. Porque por alguna extraña razón, sabía que estaba siendo observada.Dirigí la mirada en cámara lenta hacia una pareja adulta, quienes corrían con cierta desesperación disimulada hacia la que supuse sería su casa, la cual en realidad por aquella actitud, pareció ser más bien algo así como su refugio.Aquel pensamiento hizo que se me helara la espalda. No dejé avanzar dicho pensamiento y me centré en la idea de que había muchas cosas que aún no comprendíamos del todo. No había nada de lo cual alarmarse. Salvo del hecho de que mi melliza es
Me di media vuelta y mis piernas estrenaron su estado físico en la ciudad. Fue una lástima que me estampara contra lo que pareció una pared. Y digo que se le parecía por el hecho de que tras caer de bruces al suelo, quedando atontada por el golpe, me encontré con la realidad de que aquella muralla no era más que una mujer.Si, una mujer que lucía verdaderamente seria. Aparentaba rondar en sus treinta, aunque tenía unas cuantas capas de maquillaje para disimular lo que serían unas terribles ojeras. Aun así, su figura delataba que quizás tuviera algunos años menos.Aquella mujer me estudió sólo unos segundos. Por un momento pensé en reprocharle tan tremenda descortesía, pero luego me percaté que no podía moverme, ni siquiera unos centímetros mientras ella me dirigía la mirada directamente.
El hecho de ver cada uno de mis recuerdos, me hicieron dar cuenta de un detalle que pasé por alto el último año. Es decir, lo sabía bien, pero al darlo por sentado, había olvidado lo que realmente era importante.Había traído a mi memoria el más importante de todos mis recuerdos, y ése era el de recordarme a mí misma feliz por mi vida. Sinceramente, habían pocas cosas de las que realmente me arrepintiera; razón por la cual me considero afortunada. Siempre hice lo que quería, en el buen sentido de la expresión. Nunca tuve ataduras cuando de sueños se tratasen. Pero muchas veces, también hice lo que debía hacer.Cada vez que pasaba un recuerdo por mi mente, al principio era una imagen bien nítida y definida, pero al pasar los segundos se volvían borrosas hasta el punto de difuminarse y desaparecer p