Capítulo 17

 

Lo bueno de vivir en el campus era que no necesitaba andar con mi mochila para todos lados. Nada de cargar libros todo el día y si me olvidaba de algo o quería algún libro de apuntes, sólo me bastaban cinco minutos para ir y volver de cualquier punto del instituto a mi habitación.

Una vez que mis dientes quedaron limpios y mi boca refrescada, salí del baño, tomé mi credencial para la biblioteca y tras agradecer que el piso de mi habitación tuviera tan excelentes baños, corrí apresurada hacia la biblioteca que quedaba al otro extremo del campus.

Al llegar a mi destino, me presenté con el bibliotecario, quien resultó ser un señor bastante particular.

— ¡Señorita Serazu! Me alegra tanto saber que al fin tendré ayuda para ordenar este lugar. No sabe cuánto agradezco su compromiso con esta ta

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