Capítulo 88
Mateo se rio sarcásticamente y se burló:

—Piensas demasiado. Solo creo que, al final, eres mi amante, y que ni siquiera tengas un auto haría que parezca que soy demasiado tacaño.

No pude evitar reír. Si él cuenta como tacaño, entonces no hay ni una persona generosa en este mundo.

Lo miré de reojo, y una vez más pensé que este hombre, en realidad, tenía su lado bueno. Tal vez mi sonrisa fue demasiado obvia, porque Mateo me miró de reojo y dijo, seriamente:

—Come y cuando termines, lava los platos.

—Oh, oh, entendido.

Hoy la comida de Mateo estaba especialmente rica. Al ver los platos en la mesa, me dieron ganas de comer de inmediato.

Recordando que el desayuno que hizo había sido alabado por mis compañeros, no pude evitar decirle:

—Mateo, de verdad cocinas muy bien. Te cuento que hoy llevé tu desayuno a la oficina, y todos mis compañeros se lo pelearon.

Dijeron que estaba delicioso. Incluso nuestro presidente lo probó y dijo que estaba increíble. ¿Dónde aprendiste a coci
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