Capítulo 90
El despertador sonó dos veces antes de que me despertara.

Como era de esperar, Mateo ya se había levantado.

Al recordar lo que pasó anoche, cuando me confundió con Camila, me sentí deprimida. Parece que estos días ha estado aquí porque tuvo algún problema con Camila.

Intentando despejarme de esos pensamientos, corrí a bañarme y me preparé para salir al trabajo. Sin embargo, al bajar las escaleras, me sorprendió ver a Mateo.

Como ayer, él ya había preparado el desayuno, pero hoy hizo menos comida; sobre la mesa quedaba un sándwich y algunos panes. No estaba segura de si eso era para mí.

Después de todo lo que había pasado estos días, ya no me atrevía a pensar demasiado. Tomé mi bolso y salí en silencio. De repente, Mateo me llamó.

Me detuve, me di la vuelta y lo miré:

—¿Qué pasa?

Él ni siquiera me miró y, con un tono indiferente, me dijo:

—Recoge la mesa.

Vi que aún tenía tiempo, así que me acerqué a recogerla sin decir nada.

Mientras miraba el sándwich y los panes
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