El señor Martínez estaba recostado en su silla tomando café.Cuando me vio entrar, soltó la taza y me dijo:—¿Si estás tan mal, por qué no te tomaste unos días más para descansar?Su tono ya no era como antes, tenía un toque de burla.No sabía si le había molestado que faltara al trabajo.Rápido le respondí:—Ayer tuve un problema en casa y no pude venir, lo siento. A partir de ahora cumpliré el horario y no faltaré ni un día.Se quedó mirándome un momento y, de pronto, bajó la vista hacia mi abdomen.Esa mirada me incomodó y, sin pensarlo, me cubrí la panza con las manos.Se rio con sarcasmo:—¿Es cierto que estás embarazada?Me quedé impactada y negué enseguida:—No, es un chisme nada más.¡Por Dios! También él pensaba lo mismo.Y lo peor es que ni siquiera debería importarle.Apenas estoy empezando en esta empresa, ¿qué más le daría si fuera cierto?Y no sé si era mi idea, pero cuando me preguntó eso, su mirada se sintió distante, y su voz no sonaba nada amigable.¿Qué estaba pasando
El celular no había ni vibrado, Mateo no me había vuelto a dirigir la palabra desde la llamada que me hizo anoche.Tal vez él ya sabía que me había mudado de la casa, pero simplemente ya no le importaba.Saqué las dos partes rotas de la pulsera.Hoy había quedado con el maestro para reparar esta pulsera, aunque no sabía si podría arreglarla.Llegué a la tienda donde trabajan joyas, y el maestro, al ver las dos partes rotas de la pulsera, dijo sorprendido:—¡No puede ser! Hoy en día no hay ni dónde conseguir pulseras tan bien hechas. ¿Cómo dejaste que se te rompiera esta belleza?Cuando lo escuché, se me vino a la mente el momento en que la abuela Bernard me la dio, y sentí una culpa horrible.Le pregunté al maestro:—¿Crees que se pueda arreglar?Me contestó:—Con algo así de valioso, claro que voy a usar la mejor técnica para dejarla como nueva, pero…—No importa cuánto cueste, mientras se pueda arreglar —dije rápido.—No se trata del dinero. Aunque logre que no se note nada, la grieta
De pronto, Mateo se dio cuenta de que había alguien afuera, junto a la puerta.Suspiró y fue directo hacia allá, apurado.Me entró el pánico y me volteé de inmediato, metiéndome al pasillo de al lado.Entré en un cuarto vacío.Me quedé ahí un buen rato, pero no se oían pasos ni nada afuera.Me mordí las uñas y, con cuidado, abrí la puerta para echar un vistazo.Y ahí estaba Mateo, parado justo a la salida del pasillo, junto a… Camila.No sé de qué hablaban, pero Camila sonreía y él tenía una cara tranquila.Me burlé de mí misma y apreté los labios.Mateo no era un tipo frío por naturaleza, solo mantenía su distancia con quienes no le caían bien. Mira nada más cómo veía a Camila, siempre con ese cariño.Al rato, Mateo la llevó a ver a la abuela Bernard.Está claro para todo el mundo, Mateo quiere es a Camila, y tarde o temprano ella se va a convertir en la nuera de la abuela Bernard. Y bueno, alguien tan linda y buena onda como Camila seguro le va a caer bien.No ver a la abuela Bernard
Parece que ya me voy acostumbrando poco a poco a esta nueva vida, y la verdad, no está para nada mal.Al día siguiente, como siempre, me levanté temprano para ir al trabajo. El día estuvo lleno de cosas por hacer, y ya en la noche tomé el bus de vuelta a casa.Tener la mente ocupada me ayudaba a tranquilizarme, y pensar en esas historias de amor ya no me dolía tanto.Esa tarde, cuando volví, compré una bolsita de fideos y un par de huevos en una tienda del barrio.Cocinar no es tan fácil, así que empecé por algo sencillo: hervir fideos.Pero, apenas llegué, volví a ver a ese hombre.Sonrió y me dijo:—Ey, extraña, mi mamá preparó mucha comida hoy, ven a comer a casa.—No, no, qué pena... —le respondí rápido.Entonces recordé el plato de paella que me había traído ayer. Corrí a abrir la puerta, fui directa a la cocina y lo saqué para devolvérselo.—Gracias, lo que hizo tu mamá estaba buenísimo, ya me lo comí.Pero él no tomó el bol, se quedó mirando el mueble para los zapatos que estaba
Siento que ha pasado muchísimo tiempo desde que me alejé de él.Ya había decidido cortar todo contacto, así que en ese momento no sabía si debía contestar su llamada o no.Mientras dudaba, el sonido del timbre se detuvo.Suspiré bajito, mirando su nombre en la pantalla sin pensar en nada.¿Qué estará buscando al llamarme de repente?¿Será por la abuela Bernard o por el dinero que le debo?Ah, cierto… todavía le debo una buena cantidad.Ahora que me fui sin decir nada, ¿no estará pensando que quiero evadir la deuda?Con eso en mente, le mandé un mensaje: Gracias otra vez por ayudarme a pagar la deuda de mi familia, y también por prestarme dinero. Voy a hacer todo lo posible por reunirlo y devolvértelo, con intereses, tan pronto pueda.Después de enviarlo, guardé el teléfono en el bolsillo y me senté en mi escritorio para revisar las notas de la reunión.Pero apenas me senté, el teléfono volvió a sonar.Era Mateo.Dudé de si debía contestar o no.¿Y si me llamaba solo por el dinero que le
Podía escuchar su respiración agitada, esa rabia enorme que traspasaba hasta por el teléfono.Suspiró con tristeza y le dije:—Mateo, no te pongas así. Sé que fui dura contigo antes, y por eso siempre has querido desquitarte. Pero, ¿no te das cuenta de que tener cerca a alguien que no soportas también te hace daño a ti? Sé que no merezco que me perdones, solo espero que puedas vivir tranquilo y ser feliz con Camila. Yo tengo muchos errores, no hace falta que me castigues, la vida ya se ha encargado. Así que, Mateo, déjame ir, y haz lo mismo contigo.—¿Que, que te deje ir así no más? —dijo entre risas.—¿Y quién me deja a mí?Se rio con ese tono helado:—Dices que te deje ir, pero eso es lo mismo que decir que tú me estás abandonando, ¿no? Solo es tu manera de salir corriendo con Michael. Aurora, si quieres estar con él, solo dilo. ¿Para qué todo este drama?Cuando escuché que nombraba a Michael, sentí cómo me invadía la impotencia.Le contesté, resignada:—¿Por qué siempre lo metes en e
Mateo Bernard me cogió por casi media semana. Por supuesto, yo también me lo cogí a él. Lo hubiera hecho a gusto, de no ser por el hecho de que él se aprovechó de mi estado. Él era tan solo un pobretón a quien yo no solo no dejaba que me pusiera ni un dedo encima, sino que también lo menospreciaba y pisoteaba.Ahora, irónicamente yo soy quien ha caído en la pobreza y la desgracia, y él, en cambio, ha prosperado. Pero, como si quisiera vengarse por toda su frustración, ahora de verdad me hacía el amor, y me lo hacía con mucha hambre de mi………Mi ahora esposo por error que vino a vivir a mi casa.¿Y por qué esposo por error? Porque, al principio, su hermano era quien me gustaba e incluso salía con él. Pero, en una reunión de fraternidad, terminé teniendo sexo con el hermano equivocado en medio de mi borrachera. Y todo el mundo se enteró.Al final, mi padre no tuvo más remedio que pedirme que me case con él, para no deshonrar a la familia. Así, él se convirtió en su yerno y acabó vivi
Al no tener nada más que hacer y de los nervios tan terribles que sentía, me puse como una niña de preescolar a jugar con mis dedos, mientras yo explicaba el motivo de mi visita.Me vio directo a los ojos, como cuestionándome esto me puse mucho más nerviosa. Pero luego, sonrió y me preguntó:—¿Y por qué crees que debería ayudarte?Sabía que pedirle el favor sería en vano, así que, nerviosa, sonreí tontamente y le respondí:—Entonces, supongo que mejor olvida que vine.Claro, después de cómo lo tratamos en el pasado, era un milagro que no buscara venganza contra toda mi familia. ¿Cómo iba siquiera a considerar ayudarnos?¿En serio porque había venido a suplicarle? Cuanto más lo pensaba, más se me arrugaba la cara de la mucha vergüenza, era bien ilusa yo.Di media vuelta para irme, pero él me detuvo.—No te vayas aún—empezó—, ¿habla a ver qué estás dispuesta a ofrecerme para que te ayude? Si vale la pena, no me importaría echarles una mano.Me quedé paralizada. Pensé y pensé, pero