Capítulo 126
—¡Imposible! —le dije a mi papá en voz baja, pero firme—Ni se te ocurra buscarlo. Si te queda algo de orgullo, vamos a resolver esto sin él.

Me miró de reojo, molesto, y dijo:

—Ya te pones así, no he dicho que lo iba a buscar.

—¡Pues es mejor! —le respondí, sin esconder mi enfado, y me giré hacia el hospital, sin notar la mirada rara que me lanzó.

Caminé cojeando hasta la entrada, pero no me animé a entrar.

Miguel había dicho que la abuela Bernard ya había salido del quirófano, pero no sabía cómo estaba ahora.

Después de tanto rato luchando por su vida, solo esperaba que estuviera bien.

Metí la mano en el bolsillo y toqué el pedazo roto de mi pulsera. Sentí una punzada en el pecho.

Con todo lo que pasó con ella, y después de la vergüenza que hizo pasar mi papá, seguro que Mateo me odia más que nunca.

Tal vez ya no quiera ni verme a la cara.

La casa donde vivíamos, esa villa, al final la compró Mateo.

Después de lo de la abuela, no me sentía cómoda ahí.

Aunque él no me haya echado, yo n
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