El viernes después de clases, quedamos con Milton en la playa. Él había traído el almuerzo: esta vez, eran unos emparedados de pavo, con lechuga, tomate, kétchup, mostaza, y queso. De sólo verlo no aguante y empecé a vomitar. Era una sensación espantosa, ya que no tenía nada en el estómago.¡Beatriz! ¿Estás bien? — Preguntaba Milton, mientras sostenía mi pelo y masajeaba mi espalda.Creo que si — dije.Estas muy pálida, será mejor que te lleve a tu casa… — añadió, preocupado.Puedo manejar — dije, mientras me tomaba mi vientre, que me dolía demasiado.Si te vieras la cara, no dirías lo mismo.¿Tan mal me veo? — dije, asustada.Pareces un vampiro, pálida y con una cara de muerta, que para que te cuento — respondió entre risas.Bueno… entonces, lleva a la vampiro a casa — bufé.Como usted diga. Quizás durante el viaje, quieras morderme…Jake — blanqueé mis ojos.Yo sólo quería que supieras que no pondría resistencia.Okay, ¿Vamos en mi auto o en el tuyo?Te llevo en el tuyo, luego yo vu
Había salido antes de la universidad, estaba estudiando el profesorado en matemáticas, ese día decidí que quería sorprender a mi novio Royce.Lo adoraba, había estado con él desde los quince años, con él tuve mi primer beso y también fue mi primer hombre. Lo amaba, o eso creía.Estacioné mi auto justo cuando el chico de la comida llegaba con el pedido, seguramente estaba tan concentrado con el estudio que no se dio tiempo de cocinar. Antes de que tocara la puerta lo intercepté y pagué la comida, una vez que el muchacho se alejó toqué el timbre de la bonita casa de soltero que tenía cerca del campus.Nunca imaginé encontrarme con mi novio desnudo, solo cubierto con una sábana y una pelirroja despeinada que solo vestía su camisa, esa camisa negra que le había regalado para nuestro quinto aniversario.Él ni siquiera me miró. Extendió su mano con el dinero y murmuro. – Quédate con el cambio.No me quedaré con ningún cambio Royce King— Grite desesperada.Su cara era de total asombro.—Rosa
Era viernes. La actitud de Stefano , sumado a las hormonas del embarazo me mataban. Ya había pasado casi una semana desde que me enteré de todo y por lo mismo no lograba pegar un ojo en toda la noche. No podía dejar de sentirme mal con toda esta situación.Estos últimos días, las conversaciones —o mejor dicho, el intercambio de palabras con él— se había vuelto tan monótono y tan vacío, que no aguanté más, había tomado la decisión final: al día siguiente le diría del bebé.Sabía que no era la manera correcta de hacerlo, pero la semana próxima entraría en mi semana doce y ya era hora de avisar en mis trabajos, sin olvidar que mi pancita ya se empezaría a notar más. Todavía podía ocultarla con algunas blusas sueltas, pero no lograría mantener este secreto por mucho tiempo.Después de dejar a Mía en la guardería, me dirigí a la reserva a dar mis clases, luego —como siempre— comería con Milton.Ya estábamos llegando a nuestro lugar especial en la playa, tardábamos más de lo habitual, ya qu
Narra BeatrizNo sé cuánto tiempo había estado ya en esta posición. Sentía frío, mucho frío. Mi cuerpo me dolía demasiado. Alcancé a sentir un golpe en la cabeza, miles de vidrios golpeándome el rostro: también sentía el agua en mis piernas, estaba helada y yo sólo trataba de proteger mi vientre, de proteger a mi bebé.El agua casi llegaba a mi cuello,¡¿sería que me había llegado la hora? ¿Qué será de Mía? De mi princesita, porque tenía que irme de este mundo con el peor recuerdo, el de la persona que amaba diciéndome que quería un tiempo muerto, quizás ese tiempo muerto había llegado para llevarme a la eternidad.…De unevo silencio, pero en esta ocasión se escucha a lo lejos un leve “pip—pip—pip”… estoy en la semiinconsciencia nuevamente y unos brazos fuertes y cálidos están luchando por sacarme de ese infierno helado, y una voz conocida me grita constantemente.― ¡Beatriz! ¡Beatriz! ― Lo escucho nervioso.― Yo te protegeré mi amor, prometo que te protegeré a ti y a tus hijos. ― Era
Narra Beatriz.Sentí nuevamente unos labios sobre los míos, y la voz de mi pequeña que me daba ánimos.― Despierta, Beatriz durmiente.Después de regresar de la inconsciencia, mis pies, mis manos, mi cabeza… sentía todo, incluso un fuerte dolor en las costillas. Quería llevarme mis manos ahí donde sentía las puntadas. Luego de un tiempo intentándolo, por primera vez en días, mis brazos respondieron y pude moverlos un poco.Abrí los ojos pero estaba todo muy oscuro, giré mi cabeza y me encontré con Jake, que descansaba en una silla.Intenté hablar, pero mi boca estaba seca, y después de intentarlo mucho, finalmente pude decir algo.― H.o.l.a…Milton pegó un salto y se abalanzó sobre mi cama, dándome un beso en la frente.― ¡Bells, al fin despiertas! ¿Cómo estas?—―Creo que bien, aunque me duelen las costillas…― Sí, claro que te duelen. Tremendo susto me diste.― ¡Mi bebé! ¿Cómo esta? ― pregunté, asustada.― Llamemos a un médico primero, y luego te cuento ― dijo mientras apretaba el in
Narra BeatrizEn los días en que estuve hospitalizada, Thommy ya había cumplido su primer añito, y aunque nadie estaba de ánimo para festejar, le pedí a Esmeralda que organizáramos una fiesta para el pequeño: así que aprovecharíamos que todas podíamos ponernos manos a la obra y hacer todos los adornos para mi muchachito.…Ya teníamos todo listo. Stefano , luego de servir la cena y dejarme en mi habitación, se fue a su casa llevándose a Thommy y dijo que pasaría mañana a buscarme para la celebración que sería en casa de sus padres.Después de dar vueltas en la cama sin poder dormirme, tuve un terrible antojo de comer helado de mascarpone con frutos del bosque. Jake se había encargado de traerme varios potes de helado la semana anterior, por lo que solo sería cuestión de ir hasta el refrigerador y dedicarme a saciar mi antojo. Con mucho cuidado, me levanté de mi cama, me puse la bata y fui a la cocina. Busqué y no encontré el helado que quería, solo había vainilla y estaba dispuesta a
Narra Alejandra.Había sido una estúpida. Siempre era lo mismo: por mi cabezota dura, echaba todo a perder, y lo peor de todo es que siempre perjudicaba a Stefano .Hace más de tres años, cuando decidí irme al Arizona Fine Art Export, él había quedado en acompañarme, pero como tuvo una pelea con Tanya no lo hizo. Fue entonces que decidí escaparme y fue la decisión más estúpida que había tomado en mi vida. Por supuesto que lo había pagado demasiado caro, pero lo peor de todo fue como actué con mi familia y en especial con él, culpándolo de todo lo que me había pasado, culpándolo en secreto porque nadie sabía lo que vivía, nadie sabía de mi infierno personal.Pero ya había pasado mucho tiempo, y no podía seguir alejada de mi familia, no podía seguir sin mi hermanito que tanto hizo y me ayudó para sacarme de la depresión en la que estaba… y ahora por mi culpa, él había perdido a la mujer que amaba, tenía que hacer algo, aunque juré que no volvería a Estados Unidos lo haría, por Stefano
Narra BeatrizTres semanas habían pasado ya desde aquella primera charla con Alejandra. Lamentablemente, Stefano estaba muy distante, y nuevamente nuestras conversaciones eran simples intercambios de palabras en el que hablábamos de los niños solamente. Parecía que eso era lo único que nos unía, y eso a mí me desarmaba por dentro.Con las chicas ya no había podido juntarme, esos días habían sido complicados, ya que poco a poco Nessy iba recuperando el tiempo perdido con su familia y ellos se lo merecían, necesitaban más que nadie en este mundo ser felices y poder estar juntos como siempre debió ser.Ella, después de tanto tiempo, decidió contarles a sus padres y al resto de la familia la razón principal de su distanciamiento, y eso los unió aún más. Sé que tanto Esmeralda como Carl se recriminaban no haber sido unos buenos padres, y se culpaban por todo lo que le había tocado vivir a su hija, pero eran consientes que no podían seguir con ese sentimiento que nos los llevaba hacia ning