Era viernes. La actitud de Stefano , sumado a las hormonas del embarazo me mataban. Ya había pasado casi una semana desde que me enteré de todo y por lo mismo no lograba pegar un ojo en toda la noche. No podía dejar de sentirme mal con toda esta situación.Estos últimos días, las conversaciones —o mejor dicho, el intercambio de palabras con él— se había vuelto tan monótono y tan vacío, que no aguanté más, había tomado la decisión final: al día siguiente le diría del bebé.Sabía que no era la manera correcta de hacerlo, pero la semana próxima entraría en mi semana doce y ya era hora de avisar en mis trabajos, sin olvidar que mi pancita ya se empezaría a notar más. Todavía podía ocultarla con algunas blusas sueltas, pero no lograría mantener este secreto por mucho tiempo.Después de dejar a Mía en la guardería, me dirigí a la reserva a dar mis clases, luego —como siempre— comería con Milton.Ya estábamos llegando a nuestro lugar especial en la playa, tardábamos más de lo habitual, ya qu
Narra BeatrizNo sé cuánto tiempo había estado ya en esta posición. Sentía frío, mucho frío. Mi cuerpo me dolía demasiado. Alcancé a sentir un golpe en la cabeza, miles de vidrios golpeándome el rostro: también sentía el agua en mis piernas, estaba helada y yo sólo trataba de proteger mi vientre, de proteger a mi bebé.El agua casi llegaba a mi cuello,¡¿sería que me había llegado la hora? ¿Qué será de Mía? De mi princesita, porque tenía que irme de este mundo con el peor recuerdo, el de la persona que amaba diciéndome que quería un tiempo muerto, quizás ese tiempo muerto había llegado para llevarme a la eternidad.…De unevo silencio, pero en esta ocasión se escucha a lo lejos un leve “pip—pip—pip”… estoy en la semiinconsciencia nuevamente y unos brazos fuertes y cálidos están luchando por sacarme de ese infierno helado, y una voz conocida me grita constantemente.― ¡Beatriz! ¡Beatriz! ― Lo escucho nervioso.― Yo te protegeré mi amor, prometo que te protegeré a ti y a tus hijos. ― Era
Narra Beatriz.Sentí nuevamente unos labios sobre los míos, y la voz de mi pequeña que me daba ánimos.― Despierta, Beatriz durmiente.Después de regresar de la inconsciencia, mis pies, mis manos, mi cabeza… sentía todo, incluso un fuerte dolor en las costillas. Quería llevarme mis manos ahí donde sentía las puntadas. Luego de un tiempo intentándolo, por primera vez en días, mis brazos respondieron y pude moverlos un poco.Abrí los ojos pero estaba todo muy oscuro, giré mi cabeza y me encontré con Jake, que descansaba en una silla.Intenté hablar, pero mi boca estaba seca, y después de intentarlo mucho, finalmente pude decir algo.― H.o.l.a…Milton pegó un salto y se abalanzó sobre mi cama, dándome un beso en la frente.― ¡Bells, al fin despiertas! ¿Cómo estas?—―Creo que bien, aunque me duelen las costillas…― Sí, claro que te duelen. Tremendo susto me diste.― ¡Mi bebé! ¿Cómo esta? ― pregunté, asustada.― Llamemos a un médico primero, y luego te cuento ― dijo mientras apretaba el in
Narra BeatrizEn los días en que estuve hospitalizada, Thommy ya había cumplido su primer añito, y aunque nadie estaba de ánimo para festejar, le pedí a Esmeralda que organizáramos una fiesta para el pequeño: así que aprovecharíamos que todas podíamos ponernos manos a la obra y hacer todos los adornos para mi muchachito.…Ya teníamos todo listo. Stefano , luego de servir la cena y dejarme en mi habitación, se fue a su casa llevándose a Thommy y dijo que pasaría mañana a buscarme para la celebración que sería en casa de sus padres.Después de dar vueltas en la cama sin poder dormirme, tuve un terrible antojo de comer helado de mascarpone con frutos del bosque. Jake se había encargado de traerme varios potes de helado la semana anterior, por lo que solo sería cuestión de ir hasta el refrigerador y dedicarme a saciar mi antojo. Con mucho cuidado, me levanté de mi cama, me puse la bata y fui a la cocina. Busqué y no encontré el helado que quería, solo había vainilla y estaba dispuesta a
Narra Alejandra.Había sido una estúpida. Siempre era lo mismo: por mi cabezota dura, echaba todo a perder, y lo peor de todo es que siempre perjudicaba a Stefano .Hace más de tres años, cuando decidí irme al Arizona Fine Art Export, él había quedado en acompañarme, pero como tuvo una pelea con Tanya no lo hizo. Fue entonces que decidí escaparme y fue la decisión más estúpida que había tomado en mi vida. Por supuesto que lo había pagado demasiado caro, pero lo peor de todo fue como actué con mi familia y en especial con él, culpándolo de todo lo que me había pasado, culpándolo en secreto porque nadie sabía lo que vivía, nadie sabía de mi infierno personal.Pero ya había pasado mucho tiempo, y no podía seguir alejada de mi familia, no podía seguir sin mi hermanito que tanto hizo y me ayudó para sacarme de la depresión en la que estaba… y ahora por mi culpa, él había perdido a la mujer que amaba, tenía que hacer algo, aunque juré que no volvería a Estados Unidos lo haría, por Stefano
Narra BeatrizTres semanas habían pasado ya desde aquella primera charla con Alejandra. Lamentablemente, Stefano estaba muy distante, y nuevamente nuestras conversaciones eran simples intercambios de palabras en el que hablábamos de los niños solamente. Parecía que eso era lo único que nos unía, y eso a mí me desarmaba por dentro.Con las chicas ya no había podido juntarme, esos días habían sido complicados, ya que poco a poco Nessy iba recuperando el tiempo perdido con su familia y ellos se lo merecían, necesitaban más que nadie en este mundo ser felices y poder estar juntos como siempre debió ser.Ella, después de tanto tiempo, decidió contarles a sus padres y al resto de la familia la razón principal de su distanciamiento, y eso los unió aún más. Sé que tanto Esmeralda como Carl se recriminaban no haber sido unos buenos padres, y se culpaban por todo lo que le había tocado vivir a su hija, pero eran consientes que no podían seguir con ese sentimiento que nos los llevaba hacia ning
Narra Stefano .Esa tarde me quedé muy preocupado por la salud de Mía. No era nada normal que una niña tan pequeña tuviera hemorragias muy grandes. Beatriz estaba muy nerviosa y temía por la salud de nuestro bebé, por eso decidí que lo mejor era ―luego de hidratarla bien― enviarla a casa. Después, cuando todo estuviera más tranquilo, comenzaría a hacerle todo tipo de estudios para saber que le pasaba a mi niñita.Durante la tarde, Irina logró cancelar a los últimos pacientes del día, por lo que quedé libre una hora antes de mi turno normal.Inmediatamente, me dirigí a mi auto para ir a casa de Beatriz, ya había hablado con Nessy y ella era quien se encargaría de cuidar a mi pequeño.En cinco minutos, ya estaba en la puerta de su hogar. Una gran cantidad de recuerdos me invadían al acércame a ella. Necesitaba tenerla conmigo, cerca de mí. Ojalá las cosas entre nosotros hubieran diferentes, me encantaría poder ser yo quien la abrazara cada noche.Toqué la puerta y ella no atendió. Volví
Narra Stefano .Desperté temprano en la mañana, estaba infinitamente feliz. Las cosas con Beatriz iban a estar bien. Estaba decidido a nunca más alejarme de ella, a empezar de nuevo nuestro “felices por siempre”.Mientras acariciaba su rostro y tocaba suavemente su vientre, pensaba que realmente habíamos pasado muy poco tiempo juntos, como familia. Que si bien nuestro amor era fuerte y profundo, en realidad tuvimos muy pocas oportunidades de demostrárnoslo mutuamente.Ahora que lo pensaba, lo mejor sería tomarnos unas vacaciones, pasar tiempo los cuatro juntos, acostumbrarnos los unos a los otros a convivir mas que nunca.Deseaba más que nada en este mundo que mis niños estuvieran felices de tenernos a los dos. Decidí impresionar a Beatriz llevándole el desayuno a la cama, mientras preparaba los hot cakes con salsa de fresas. También hice un par de llamadas, y solo era cuestión de tiempo para darle a mi diosa una sorpresa única.Tomé una bandeja y en ella coloqué dos tazas de café con