Narra BeatrizTres semanas habían pasado ya desde aquella primera charla con Alejandra. Lamentablemente, Stefano estaba muy distante, y nuevamente nuestras conversaciones eran simples intercambios de palabras en el que hablábamos de los niños solamente. Parecía que eso era lo único que nos unía, y eso a mí me desarmaba por dentro.Con las chicas ya no había podido juntarme, esos días habían sido complicados, ya que poco a poco Nessy iba recuperando el tiempo perdido con su familia y ellos se lo merecían, necesitaban más que nadie en este mundo ser felices y poder estar juntos como siempre debió ser.Ella, después de tanto tiempo, decidió contarles a sus padres y al resto de la familia la razón principal de su distanciamiento, y eso los unió aún más. Sé que tanto Esmeralda como Carl se recriminaban no haber sido unos buenos padres, y se culpaban por todo lo que le había tocado vivir a su hija, pero eran consientes que no podían seguir con ese sentimiento que nos los llevaba hacia ning
Narra Stefano .Esa tarde me quedé muy preocupado por la salud de Mía. No era nada normal que una niña tan pequeña tuviera hemorragias muy grandes. Beatriz estaba muy nerviosa y temía por la salud de nuestro bebé, por eso decidí que lo mejor era ―luego de hidratarla bien― enviarla a casa. Después, cuando todo estuviera más tranquilo, comenzaría a hacerle todo tipo de estudios para saber que le pasaba a mi niñita.Durante la tarde, Irina logró cancelar a los últimos pacientes del día, por lo que quedé libre una hora antes de mi turno normal.Inmediatamente, me dirigí a mi auto para ir a casa de Beatriz, ya había hablado con Nessy y ella era quien se encargaría de cuidar a mi pequeño.En cinco minutos, ya estaba en la puerta de su hogar. Una gran cantidad de recuerdos me invadían al acércame a ella. Necesitaba tenerla conmigo, cerca de mí. Ojalá las cosas entre nosotros hubieran diferentes, me encantaría poder ser yo quien la abrazara cada noche.Toqué la puerta y ella no atendió. Volví
Narra Stefano .Desperté temprano en la mañana, estaba infinitamente feliz. Las cosas con Beatriz iban a estar bien. Estaba decidido a nunca más alejarme de ella, a empezar de nuevo nuestro “felices por siempre”.Mientras acariciaba su rostro y tocaba suavemente su vientre, pensaba que realmente habíamos pasado muy poco tiempo juntos, como familia. Que si bien nuestro amor era fuerte y profundo, en realidad tuvimos muy pocas oportunidades de demostrárnoslo mutuamente.Ahora que lo pensaba, lo mejor sería tomarnos unas vacaciones, pasar tiempo los cuatro juntos, acostumbrarnos los unos a los otros a convivir mas que nunca.Deseaba más que nada en este mundo que mis niños estuvieran felices de tenernos a los dos. Decidí impresionar a Beatriz llevándole el desayuno a la cama, mientras preparaba los hot cakes con salsa de fresas. También hice un par de llamadas, y solo era cuestión de tiempo para darle a mi diosa una sorpresa única.Tomé una bandeja y en ella coloqué dos tazas de café con
Narra Stefano .Era de madrugada cuando Beatriz se quedó dormida en mis brazos. La llevé a nuestra habitación, la arropé bien y luego de darles una mirada a nuestros pequeños, me acomodé a su lado.No podía dormir. La verdad es que si bien me había tranquilizado mucho hablar con ella, yo aún no me podía perdonar por todo lo malo que la había hecho pasar. Sabía que, ella es una gran mujer y la mejor madre. Y creo que será una excelente esposa. Pero todo esto me hace preguntarme como seré yo a su lado, y me aterra saber que durante todo este tiempo la lastimé, tengo miedo que en un futuro pueda seguir dañándola.Sé que tengo que dejar de lado esto y luchar por ser felices juntos, y estoy seguro que de ahora en adelante tendré el valor para luchar por nuestra familia, estoy completamente seguro que quiero que Beatriz Miller es la futura señora Magno, pero quiero ir despacio por nuestro bien. Por lo pronto, le pediré que en cuanto regresemos a Washington, nos reunamos con el arquitecto pa
Narra StefanoYa era de mañana. Me había puesto de acuerdo la noche anterior con Beatriz para realizarle los análisis a Mía ese día, por lo cual nos fuimos juntos al hospital. Como legalmente ella no era mi hija, debía ser Beatriz quien firmara todas las autorizaciones correspondientes.Una vez firmado todo el papeleo, la pequeña le preguntó a mi diosa, curiosa.― Mami, ¿puedo quedarme con papi? Tú te puedes ir con Thommy.Beatriz me miró y yo asentí una vez, conforme. ― Si, ve tranquila ― le respondí a mi reina.― Sí, claro cielo. Puedes quedarte con papi… yo llevaré a Thommy a la guardería y luego me iré a trabajar, ¿bien?― Nos vemos en el almuerzo, amor ― dije mientras le daba un beso de despedida.Me dirigí con la pequeña hasta el laboratorio, donde Emily se encargaría de realizarle la extracción de sangre.― Hola, pequeña. ¿Cómo estas? Soy Emily ― se presentó, sonriendo.― Hola. Yo soy Mía, y él es mi papi ― dijo la pequeña, orgullosa.― Hola, Emily ― saludé, mientras miraba dul
Stefano NarraElla se quedó dormida en mis brazos. Me destrozaba verla así, porque no podía hacer nada más que acompañarla, estar con ella, y procurar que Mía recibiera el mejor tratamiento posible. Pero aún así no podía garantizarle que la vida de Mía no estaría en peligro.La llevé a la cama y siguió durmiendo. Por la mañana, mi sorpresa fue enorme al ver que ella se levantó como si nada hubiese pasado. Se dio una ducha y se maquilló, creo que intentaba disimular sus ojos hinchados e irritados por tantas lágrimas derramadas.Se dirigió al cuarto de los niños, y despertó a Mía muy suavemente, llenándola de besos, idolatrándola, le repitió miles de veces que la amaba y que era lo mejor que le había pasado en su vida.Luego del desayuno nos fuimos a dejar a los niños en la guardería.Ya sin los niños, todavía en el auto le pregunté.― ¿Cómo estas, Beatriz? ¿Cómo te sientes, amor?― Estoy bien. Y estoy segura que puede ser un error. Mi hija está sana, no puede tener cáncer ― me dijo, c
Narra BerthaStefano me había pedido que cuidara a Mía y a Thommy, ya que debía ir al médico con Beatriz. Notaba a mi hermano demasiado triste y a mi nueva amiga completamente ausente. Sólo esperaba que no pasara nada malo con su bebé.Me hacía inmensamente feliz verlos a los dos juntos, y que pudieran vivir ese embarazo unidos y llenos de amor. Incluso hasta me daba un poco de envidia, y cuando pasaba, alejaba eso de mi mente. No podía permitirme pensar en aquello.Por suerte, la tarde con los niños pasó rápido y Mía y Thommy después de cenar, se quedaron dormidos.Estaba un poco preocupada porque no regresaban, sin embargo los esperaría un poco más y en caso de que no llegara, los llamaría por teléfonoDe repente, escuché como Mía daba gritos y fui corriendo a la habitación donde ella estaba llorando.― ¿Qué pasa, princesa? ¿Por qué lloras?― Tuve una pesadilla. Soñé que me ponían muchas inyecciones – respondió la pequeña, aún llorando.― Fue solo un mal sueño, cariño. No te preocu
Narra BerthaEra un día de verano… me podía ver en un gran predio, hermoso, verde, el calor era sofocante. En mi mano sostenía una copa de vino, sabía delicioso, podía notar la sonrisa en mi rostro, mi cara completamente embobada mirando esos ojos azules que me hablaban, que me halagaban.Caminamos alejándonos de aquella carpa grande donde era la exposición, él me tomaba por la cintura y me guiaba hacía una supuesta muestra privada, yo podía sentir el suave mareo por efecto del vino.De pronto todo se volvió oscuro, casi negro. Recuerdo sus manos tocándome todo el cuerpo, al principio era suave, pero cuando le dije que no quería que pasara nada, me tomó por la fuerza. Sus manos dejaron de acariciar mi cuerpo para tocarlo brutalmente, me besaba con fuerza, hasta que mis labios sangraron, mi manos estaban inmovilizadas sobre mi cabeza con una de sus manos, mientras que la otra subía por mis muslos, levantando mi falda, arrancándome la ropa interior. Grite, lloré y pedía ayuda, pero lo ú