27

Desperté por un calor que me pegaba justo en la cara. Abrí los ojos y lo primero que vi fue un cabello rojo que me hacia cosquillas a la nariz. Me encontraba abrazando por la cintura a Candace mientras ella dormía plácidamente.

Mire a mis alrededores; Ya era de día, posiblemente era de mañana.

–Mierda –maldije en voz alta, incorporándome de la cajuela–. Candace –la llamo, sacudiendo su cuerpo para que despierte. 

Unos jadeos cansados me avisan que lo he logrado. Al abrir sus ojos, me mira con irritación, molesta a que la haya despertado. 

–¿Qué te pasa? –me dice con brusquedad, aun con sueño. <

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