Alex
En qué estaba pensando cuando la dejé continuar con su relato. Sabía que no era buen momento, pero no hice nada para detenerla y ahora su herida sangraba. ¿Y si debían llevarla de nuevo al quirófano?
Me acerqué a ella con cautela y tomé su mano. Estaba helada como un pedazo de hielo. Maldije en mi interior y cubrí sus dos manos con las mías, tratando de que entraran en calor. Ella me observaba en silencio y, en algunos momentos, hipaba; su gesto mostrando el dolor que eso le provocaba.
—Alex, perdóname…
—¡Shhh! No hablaremos más de esto hasta que estés bien —impuse serio. Estaba demasiado preocupado por ella; también decepcionado y herido por lo que hizo, pero no era el mejor momento para hablar de ese tema.
—¿Me odias? —murmuró, conteniendo las ganas de llorar.
En ese momento, el m&e
Kim20 de diciembre de 2016Tres meses despuésToda nuestra vida cambió de la mejor manera cuando Giselle nació. No mentiré, al inicio fue muy caótico, dormíamos poco en la noche y parecíamos zombis en el día. Sí, los dos, porque Alex se quedaba despierto conmigo cuando la alimentaba y se levantaba cada vez que yo lo hacía para atender a nuestra hija. Pero encontramos un equilibrio; él dormía en las noches y la cuidaba en el día mientras yo descansaba. Ahora todo parecía un poco menos desastroso. No perfecto, pero sí mejor.Tres semanas atrás, nos mudamos a una preciosa casa en las afueras de Chicago. Alex la había comprado hacía cinco meses, pero no estuvo lista hasta ahora. Nuestro plan era instalarnos antes de que naciera Giselle, pero su nacimiento se precipitó y nuestros planes debiero
Cuatro años después—¡Feliz cumpleaños, florecita! —Le dije a nuestra hija cuando entramos a su habitación. Giselle sonrió y se levantó de la cama dando saltos emocionados. Le cantamos el Happy Birthday y al final sopló la vela con el número cuatro que estaba en el centro de un pastel rosa.Cargué a mi hija y la llevé en brazos hasta la cocina. La dejé en una silla alta frente a la encimera y me senté a su lado. Kim se encargó de cortar el pastel y de darnos un trozo a cada uno.Mientras comía, Giselle se ensució la cara con la cubierta rosa del pastel y le tomé una fotografía, que compartí en Instagram, Facebook, Twitter y Pinterest. Sí, era un padre de esos.—¿Hoy es mi fiesta, papi? —preguntó con pícaros parpadeos. Sus oji
Capítulo 1AlexLiving in America sonaba tan fuerte que logró despertarme. Escuchar a James Brown a las siete de la mañana solo significaba una cosa: ella tuvo una mala noche. Negué con la cabeza mientras me levantaba de la cama –un lugar que no tenía planeado abandonar al menos hasta las diez de la mañana, ya que estuve jugando hasta las cinco en mi Xbox–. Corrí al baño, me lavé los dientes lo más rápido que pude, busqué una camiseta y unos pantalones deportivos en el buró y me vestí.Sin preocuparme por calzarme los pies, salí por la ventana, hacia las escaleras de emergencia, y subí los escalones a largas zancadas, sintiendo el hierro helado en las plantas de mis pies. Pero no me importaba, tenía que ir con ella. Sabía que cuando Kim escuchaba soul a todo volumen algo iba muy mal.¿Qué hizo
KimSalí con mi novio al cine la noche del domingo. Max era el mariscal de campo del equipo de fútbol de la escuela, tenía hermosos ojos celestes, cabello cenizo y un cuerpo musculoso y atlético. Todas en la escuela babeaban por él, pero era mío. Veríamos alguna película de terror o cualquiera disponible en la cartelera. Al final, no importaba. Siempre terminábamos besándonos, olvidando por completo lo que estaba pasando en la pantalla. Y no me quejaba, me gustaba que me besara, contaba con Alex para ir al cine y ver realmente las películas. Pero Max no solo quería besarme esa noche, tenía otros planes; trató de tocarme en mi lugar más íntimo. Mi corazón se aceleró con fuerza. Estaba aterrada. Sabía lo que la mayoría de los chicos de su edad hacían con sus novias, lo que esperaba que yo hiciera, pero no estaba lista. Cuando sus ded
AlexCuando Kim llegó a la clase de fotografía, el color rojo de su labial se había diluido.Estuvo con él. Se besaba con Max mientras yo intentaba encontrarla después que huyó de mí. Mi corazón dolió al comprender cuál era mi posición en su vida. Nunca sería nada más que su amigo… y hasta ese lugar estaba perdiendo. ¿Qué podía hacer para ganarme de nuevo su confianza? No estaba seguro, pero buscaría la forma de arreglarlo.Los lunes, Kim se quedaba mirando los entrenamientos de Max y yo caminaba solo a casa. Tenía el resto de la tarde para pensar en un plan que le devolviera la confianza en mí. Tenía que demostrarle que podíamos hablar de cualquier cosa, como hacíamos siempre. Aunque eso incluyera escucharla hablar del imbécil mariscal. Y si había regresado c
Kim—No —dijo por tercera vez.—Pero, Alex…—No hablaré de sexo contigo, Kim. —Crucé mis brazos y extendí mi labio inferior en un puchero infantil. Él tenía que ayudarme. Era mi mejor amigo y el único chico al que me atrevería a preguntarle cualquier cosa.—Entonces solo asiente o niega. Yo leo. Tú mueves la cabeza.—¿Para qué quieres saberlo? ¿Max te está presionando de nuevo? —indagó con recelo. Odiaba que pensara así de mi novio, pero no lo podía culpar. Solo intentaba cuidarme.—No. Te dije que ha sido dulce conmigo, pero quiero saber. El baile de graduación será en unos meses y necesito estar lista.—Eso es tan cliché, Kim. —Resopló, dejándose caer de espaldas en mi cama y cubriendo su rostro con sus brazos
Alex—Necesito una cita para el sábado —anuncié al sentarme al lado de Brady.Él se echó a reír justo en mi cara.—Hablo en serio, imbécil. Necesito a una chica para este fin de semana, la llevaré a la fiesta de Max.—Ahora sí que estás alucinando. No entrarías a esa casa ni disfrazado.—Entraré. Kim se hará cargo de eso.—Sabes que el sujeto te odia, ¿cierto? ¿Ella lo sabe? —Me miró con los ojos muy abiertos. La preocupación brillaba en ellos.—Sí, lo sabe, pero quiere que esté ahí y eso haré. Tengo un plan. —Le di una mordida a mi sándwich, dejando a Brady con la duda. No le diría nada más. No era su asunto.—¿Plan?—Un plan —repetí.—¿Piensas
KimRompí el beso cuando se estaba convirtiendo en demasiado. No me gustaba que la gente tuviera sus ojos en mí mientras era besada, mucho menos Alex. ¿Por qué me importaba? No lo sabía a ciencia cierta, pero lo hacía.Los dedos ásperos de Max se unieron a los míos y me llevó casi a las andadas hacia el interior, cruzando el recibidor, el corredor y la sala de estar hasta llegar al salón de entretenimientos, al fondo de la casa, bajando las escaleras. Miré hacia atrás y noté que Alex y Maya nos seguían. Fue un alivio. Max estaba tan ansioso por llevarme a la fiesta que no me dio oportunidad de decirles que me siguieran.—Baila conmigo, bebé. Te ves jodidamente sexy y quiero mucho de ti sobre mí —pronunció con voz ronca, cerca de mi oído. Los vellos de mi nuca se encendieron por la proximidad de su aliento y de su