Capítulo 3

Capitulo 3

Había sentido los rastros del abandono desde que era una bebé, y por un momento, había pensado que había elegido bien. Pero al parecer nuevamente se había equivocado.

Cuándo se asomó, el comedor no pudo ver a nadie. Mira un poco confuso su alrededor y decidió salir por la puerta de atrás, al llegar al patio pudo encontrarse con un jardín bastante cuidado. 

<<¡Qué bonito!>>

Unos metros más adelante había una huerta, grandes plantines de lechuga y de otras verduras las cuales no supo identificar.

Ella se sorprendió.

Por alguna razón siempre la había llamado atención las plantas, en su casa siempre colocaba alguna en cada rincón.

Lo había heredado de su abuela, y en parte: del chico misterioso de su adolescencia.

Él, no tenía idea que ella: era consciente que él, le ayudaba con las plantas a su abuela.

<<¿Dónde estará..?>>

Esteban al verla confusa se acercó y le dijo:

—¿Te gustan las plantas?

Ella lo observó sorprendida, la alejó de la nebulosa de recuerdos.

<<¿Cómo podía llegar a saber eso?>>

—Vi un brillo en tus ojos —contestó, como si le hubiera leído los pensamientos.

Ella asintió, comenzó a caminar llegando a la huerta. Esteban empezó a hablar explicándole lo que hacía cada una de las plantas, así , también los cuidados que conllevaba.

Primero pasaron por las lechugas

—La Lechuga le exige al suelo dos cosas, la primera es que sea muy rico en nutrientes y la segunda es que drene muy bien. Para esto basta con echar una buena cantidad de humus a la tierra donde las vamos a plantar. El humus es muy rico en nutrientes y ademas actúa , una esponja, reteniendo el agua pero dejando pasar el exceso.

Brianna Asintió, acercándose y observando de cerca. 

—Las lechugas no crecen bien en suelos pesados, es por eso que no se recomienda plantarlas en terrenos arcillosos. Si es que tuvieramos un terreno arcilloso en el huerto basta con agregar compost y estiércol durante un par de años y éste se trasformará en un suelo apto para las lechugas.

Brianna tocó el suelo, esparciendo la tierra entre sus dedos. Levantó la barbilla para seguir escuchándolo.

—La lechuga se puede sembrar directamente en el huerto, en su macetero definitivo o en un cajón para almacigos para posterior trasplante. Hay que encargarse de proporcionarle un medio fresco para germinar, sino ésta nunca saldrá de la semilla. Para esto debemos mantener siempre húmeda la tierra y si hace mucho calor podemos enfriar las semillas entre 2 hojas de papel secante en el refrigerador por un par de días antes de sembrarlas...

Siguió hablando..

Brianna, se quedó sorprendida con todo lo que sabía Esteban..

—Lo lamento no quiso aburrirte.

Ella negó y lo indicó a seguir con la mano, pronto llegaron a los tomates.

—Para desarrollarse bien, los tomates necesitan un riego constante: un déficit o un exceso de agua supondrá daños tanto a los frutos , a las propias plantas... Y...  

Siguieron caminando, por todos los plantines de tomate.

—Agua por sí sola no lo es todo para preparar la planta para formar numerosos y deliciosos frutos. El tomate está entre las plantas consideradas sumamente extractoras de nutrientes... 

<<¿Por qué Gabriel, me habrá dejado..?>>

Siguió caminando, a lo largo del gran huerto. Pensando por un leve segundo, en esos ojos verdes. 

—Los soportes de crecimiento impiden que las plantas se doblen. Perdón¿Te estoy aburriendo..? Lo siento... me entusiasmo cuando hablo de, bueno las plantas...

Ella sonrío, e hizo un ademán para que continúe hablando.

Y así continúa pasando por todas las plantas que tenía y explicando el cuidado de cada una de ellas. No pudo evitar observarla, su cabello dorado estaba esparcido detrás de su espalda y esta vez, estaba peinanda, pequeña cintura era marcada por el pantalón tiro alto.

Ella cada tanto se inclinaba observando las hojas con curiosidad, quería aprender.

Entonces él le dijo:

—¿Quieres que preparemos una huerta para ti?

Ella sintió mucha felicidad en ese momento, asintió.

Brianna.

A la mañana siguiente, el sol que entraba por la gran ventana de la habitación: me despertó. 

<<¡Que sol molesto!>>

—... — reclamé dentro de mis pensamientos, pero solo se escuchó mi respiración.

Mis palabras, quedaron silenciadas en lo profundo de mi mente.

Mire confusa mi alrededor, no estaba mis cosas que siempre me acompañaron durante toda mi vida. A pesar de tener 23 años, aún dormía con un peluche que me había regalado mi abuela de pequeña. 

Mi abuela era abogada y había trabajado muy duro para darme lo mejor durante todos estos años, incluso cursé la universidad sin tener que trabajar gracias a ella.

Suspiré, sabía que no me encontraba en el lugar de siempre. Comenzaba a darme cuenta que mis días terminarían aquí tarde o temprano.

A llegar a la cocina un rico aroma las tostadas recién hechas y de huevo me recibió. Miro con curiosidad a Esteban, el cual estaba cocinando mientras, silvaba una canción.

En cuanto me vio, casi arroja el sartén al suelo.

No pude evitar reírme, aunque seguro el no se percató de mi sonrisa: ningún sonido provino de mi boca.

—Me alegra saber, que estas despierta ¿Tienes hambre?

...

Narrador.

Briana asintió con la cabeza, se sentó en una de las sillas. Y él le sirvió el desayuno , si fuera una niña, además de su abuela nunca nadie había tenido ese gesto tan tierno con ella. 

Su novio nunca la había preparado el desayuno, tampoco siquiera se lo había comprado , para llevárselo en las largas horas de estudio que ella pasaba en la biblioteca.

Tenía consigo aquel cuaderno que él le había obsequiado, y escribió algo en el:

"Gracias, nunca nadie había tenido ese detalle conmigo. "

—Me parece raro lo que me dices, siento que eres una buena mujer y que se merece el mundo entero a sus pies.

Sus palabras la hicieron sonrojar, le dio una leve sonrisa y comenzó a comer junto con él.

Después de pasar 15 minutos, solo bajo el sonido de los cubiertos chocar uno contra el otro: ella se paró dispuesta a lavar los platos. El no dijo nada solamente susurro un gracias y le dijo:

—Tengo que llevar verduras para vender ¿Quieres acompañarme?

Tomó su cuaderno y puso:

"Si, ¿de eso vives? "

—La... verdad que de todo un poco, vendo verduras y también me dedico a hacer remodelaciones y arreglos en casa. A decir verdad hago todo lo que me pidan.

Ella no escribió nada más y ambos se dirigieron a una vieja camioneta que se encontraba a unos metros de la casa. Él abrió la puerta, como todo un caballero, y ella subió.

Mientras el manejaba, sonaba una canción en la radio y por algún motivo, aquello le dio escalofríos.

"Siempre me vas a encontrar

En cada abrazo que te dí

En cada paso que das

No sera la ultima vez

Y cuando cambies el lugar

Nos volveremos a ver

Aunque hoy me digas adiós, te quedarás"

Empezaba recordar todos aquellos momentos, vividos con Gabriel. Los primeros años había sido maravillosos. Un vaivén constante de emociones superfluas, enamoramiento precoz ilusiones que solo quedaron en eso: ilusiones.

"Gabriel..."

Se Lamento con sus labios abiertos, pero como siempre solamente el silencio fue participé.

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