Capítulo 2

Capitulo 2

Unos pasos más adelante, se encontraban frente a frente: una desgastada puerta de madera. 

Briana la observa con curiosidad y también no pudo evitar mirarse en un espejo que se encontraba en la esquina superior.

 Envuelta en aquellos trapos blancos, sucios y desgastados.

 Se miró a sí misma con pena; recordando todo lo que había pasado unas horas antes.

<<Él, me abandonó...>>

Se quedó perdido en sus propios pensamientos: aún recordando, el momento que su esposo se fue.

Su familia se rió de ella.

Había estado 6 años con una persona, quién decidió abandonarla en el día de su boda.

—Oye, ¿estás bien? Te conseguí ropa de mujer. Si quieres puedes... probar —se quedó pausado y con las mejillas sonrojadas, al dudar si llevarle o no ropa interior—. Yo iré a comprar algunas cosas que necesitas o puedes dejarme una lista.

<<Espero que no se ofenda con lo que le elegí ¿Se sentirá cómoda con...?>>

Briana asintió, sintió que él, era un hombre bastante bueno y comprensivo. Después de unos minutos; él le dio una hoja más bien un cuaderno con una lapicera. 

Comenzó a escribir todo lo que necesitaba, sintiéndose un poco triste, porque no tenía ni siquiera un centavo en su bolsillo y tampoco tenía bolsillos.

<<Ni siquiera bolsillos tengo...>>

"Desodorante corporal; Ropa talle 38; Ropa interior; Cepillo de dientes; Peine"

Él tomó aquella nota y no pudo evitar dar su mejor sonrisa.

—Tienes una linda letra ¿No necesitas nada más que eso? —quiere saber con curiosidad.

Ella negó con la cabeza, de pronto la soledad de la casa la aplastó, al momento de sentir ser cerrada la puerta. 

Le invadió una especie de nostalgia inmediata.

 Se quedó arrodillada a los pies de la cama y comenzó a llorar, gritos lastimeros y lágrimas recorrían su cuello. 

Seca, fría y con el corazón deshabitado en felicidad. 

Apretó con fuerza las cobijas con sus puños, intentando que su dolor se disipe. Aún recordaba las miradas tristes, aún recordaba está sonrisa de satisfacción al verla sola y abandonada con aquel hermoso vestido.

También no puedo evitar recordar el momento que se había acercado al puente, había querido lanzarse; había querido terminar con su vida. 

<<¿Qué propósito tiene en esta vida continuar?>>

Pudo ver los autos pasar por debajo de ella. Su vida pasando a toda velocidad en sus ojos. No pudo hacerlo; no pudo aventarse.

Por alguna razón que no comprendió, vio a un chico del pasado: siempre la cuidó en sus momentos de locura.

Escuchó su voz: "Brianna, no lo hagas".

Después sin darse cuenta, se encontró caminando 30 kilómetros sin parar durante horas. 

Había optado por ir en una carretera abandonada, no le importaba nada. No tenía amigas: nadie que le importara ella y si había alguien que supuestamente le hubiera importado lo hubiera acompañado en este momento. 

Solo estaba ella sola con su dolor y sus terribles ganas de desaparecer del mundo.

A pesar de todo este dolor ahora se encontraba en un sitio completamente distinto.

¿Acaso era casualidad?

Encontró una persona que parecía buena. No se encontraba sola; no obstante sin ningún tipo de esperanza.

Escuchó un sonido, mientras tenía curiosidad: viendo unos portaretratos. Avergonzada se giró, al escuchar unos pasos.

Apenas llegó, tenía consigo varias bolsas en su mano izquierda. No pudo evitar observarlo con curiosidad. Obviamente no podía decir nada, por lo que se acercó en forma lenta y cautelosa hasta su lado.

—Te traje, lo que me pediste. Creo que conseguí los talles... —murmuró avergonzado.

Esteban: no pudo evitar recordar, estar en la tienda de ropa interior.

Se había frenado a una bastante conocida en el pueblo, entró y enseguida sus mejillas, se tomaron rojizas al ver toda la lencería elegante que estaba en cada maniquí.

—Hola Esteban.

Esteban era una persona conocida en ese pueblo, no solo por el hotel hecho de que vivió ahí desde que era un niño pequeño; siempre procuraba ayudar a todas las personas que el pudiera. Era conocido por ser una persona amable, trabajador y bastante predispuesta.

—Señora Mirian, vengo a comprar ropa interior en talle 2 —comentó visiblemente apenado.

Doña Miriam lo miró con curiosidad; puesto que ese muchacho nunca había tenido novia. Todos en el pueblo sabían perfectamente que su familia lo había dejado solo. Por ese motivo le da aún más curiosidad el motivo de su compra. A pesar de todo esos pensamientos, se los mantuvo guardado bajo llave y solamente dijo:

—Te mostraré los conjuntos que tengo, quedate aqui.

Enseguida apareció Miriam, rodeado de telas y encajes de todo tipo. Los colores vibrantes y los blancos opacos hicieron aparición en el mostrador.

—No sabía bien cuál preferías, por lo que traje uno de cada modelo para que te puedas decir. Es para una novia o algo así ¿verdad?

—Algo así.

No sabía cuál de todos elegir, por lo que terminó dando por tres conjuntos de diferentes colores de algodón. Le daría pena llegar y darle un conjunto de encaje, a una completa desconocida.

Volviendo a la realidad donde ella estaba frente a él, Briana no pudo evitar notar el detalle de sus mejillas rojas. Pero, siempre no pudo omitir palabra, lo único que hizo fue tomar aquellas bolsas con curiosidad e irse a su habitación sin antes asentir con la cabeza , diciendo "Gracias".

En cuanto llegó, abrió aquellas bolsas coloridas de papel. Lo primero que sacó: cuatro blusas casi iguales mangas cortas, porque en esa temporada hacia bastante calor. 

Las miró con curiosidad, también había una de tiritas. La fue dejando sobre la cama cuando empezó a curiosear el siguiente paquete, pudo ver tres pantalones cortos y cómodos.

Lo que dejó al último fue la parte de la lencería, tres cajitas pequeñas se dieron lugar en sus manos. 

Los giró sin poder evitar curiosear en cada una de ellas. Mira sorprendida , encontró tres conjuntos cómodos de algodón los que ella usaría.

No se había percatado, que en uno de los paquetes hubiera pegado un extraño papel:

"No confíes en el"

La giró hacia ambos lados: intentando averiguar el paradero de aquel trozo.

De pronto escucho la puerta ser golpeada, no pude evitar sobresaltarse después de lo que había pasado recientemente.

—¿Estás bien?

Esteban, la miró un poco nerviosa y pensó: 

<<Tal vez, por haberle comprado ropa interior.ñ>>

 Entonces no sabía bien que decirle, solo pudo murmurar:

—Por el lado izquierdo, está el baño puedes balarte si quieres.

Briana se olvidó enseguida de lo que había pasado, no lo dudo ni un segundo enseguida tomo las bolsas y fue al baño. Se sentía completamente pegoteada de la transpiración, la tierra y la humedad. Cuándo entró en la bañera y abrió el agua caliente, sintió un alivio enorme.

<<¡Qué relajante!>>

Después de varios minutos, aquella ducha se convirtió en un pequeño área de descanso. Hace mucho tiempo que no tenía ese momento reflexivo. 

Su vida siempre había sido un vaivén de emociones, de ida y vuelta video de caminata sin fin, caminaba sin rumbo fijo hacia muchas direcciones.

<<¿Por qué me enviaron esa nota..?>>

Y lo más importante, era ¿Para qué?

Apoyó su mejilla en su mano derecha.

La vida le había dado la oportunidad, se puede estudiar una buena carrera. De ahí había conocido a Gabriel, estuvieron en pareja todos los años que estuvo en la universidad, la mayoría pensaba que era esas parejas que duraría para toda la vida; ella pensaba que estaría junto a Gabriel hasta que fueran ambos ancianos.

Pero se equivocó.

Ahora estaba en un lugar desolado, viviendo con un desconocido que le había comprado ropa interior de algodón. Las lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas.

Recién ahora se empezaba a dar cuenta, qué Gabriel no la amaba , decía. Incluso aquel desconocido, había tenido más gestos con ella que su novio en esos seis años de relación.

Suspiro la única persona que se preocupaba por ella, su abuela, no había querido asistir a la boda. Ella siempre le advirtió desde un principio, qué Gabriel no era chico bueno que ella pensaba y cuánta razón tenía.

 Seguramente ella estaría preocupada por su nieta. A pesar de no haber asistido a su boda su abuela siempre le había acompañado hasta el último minuto.

Suspiró, se sentía tan triste y desolada en estos momentos cuando ya estaba seca y con la ropa nueva y limpia: se pudo sentir un poco mejor.

Sin embargo de vez en cuando los recuerdos le nublaban los ojos, le hacen suspirar y sufrir internamente.

No sabía en qué momento su vida se había transformado en una pesadilla, por eso en el minuto que casi se suicida. Lo único que la había frenado había sido los recuerdos de su abuela, la cual la había criado y él.

Brianna tenía su madre y su padre; sin embargo la habían tenido muy jóvenes con tan solo 16 años. Entonces su madre había tomado el papel de criar aquella pequeña niña.

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