A la mañana siguiente, con la sabana a medio cuerpo, una camiseta blanca cubriendo su torso y una expresión corporal que emulaba la "postura egipcia", yacia la joven Kayla durmiendo plácidamente sobre su cama.Aquella noche había tenido un buen descanso, comparado con los días en el que le tocó compartir su espacio con la enérgica bebé, quien siempre interrumpía su sueño despertandola por la madrugada cada vez que podía.Aunque en esta ocación no tenía a la pequeña al lado, igual podía oír una bulla qué provenía de muy cerca y que no permitía redondear aquel merecido descanso que suponía haberse ganado.Estresandose por este inquietante fastidio, Kayla se despertó aborrecida, sentándose inmediatamente sobre su cama, con los pies cruzados, mientras giraba su cabeza apuntando su vista soñolienta a todos lados.En ese mismo estado, Kayla volvió a oír ese ruido y los vinculó con voces que ya conocía. Uno de estos le pertenecía a Tarek y la otra parecía ser de su hija, aunque provenía de u
Luego del vergonsozo incidente, Kayla se intrudujo a su habitación y se encerró ahí, a pesar de haber recibido las explicaciones que había exigido.Ella se mantenía rencorosa contra Tarek. Lo culpaba de muchas cosas que él no entendía, pues el muchacho tomaba el accidente como un detalle menor, el cual no fue consebido intencionalmente. Aunque en su mente entendía que fue un hecho fortuito, en su corazón no perdonaba qué su "hermano" le haya "robado" a su bebé pequeña y la haya transformado a una más grande, sin siquiera haberle consultado como lo hacían cada vez que debían tomar desiciones importantes. Pero eso no era todo. Dentro de si, se generaba también melancolía, pues llegaba a su mente aquella imagen de su pequeña como la recordaba aquella noche anterior. Con esa imagen retenida, rogaba al destino por volver a verla así, aunque su mente madura le hacía recordar que hace tiempo dejó de creer en la mágia. Por otro lado, también la propia culpa la consumía, pues, supuso que nad
Volviendo al comedor, la pequeña, quien entendió la situación real de los jóvenes y cayendo en cuenta de lo que esto podría significar, se mostró muy contenta tras la confesión de Tarek. A ella le agradaba la idea de ver juntos a su amigo y su mamá. Entonces, muy animada, insistió en hacer más preguntas para poder ayudar: —¿Por qué no se lo dices?—. Contagiado por la alegría de la niña, Tarek se sentía cada vez más motivado a compartir sus inquietudes, pero a la vez sentía esa limitante propia de la cautela, pues, no era apropiado ir más profundo en estos temas.—¿Es porque está enojada contigo?—preguntó inocente la niña.—No—respondió Tarek sonriendo.—Ya sé porque te gusta—afirmó la pequeña con seguridad. Tarek arrugó la entreceja con una sonrisa: —¿Ah, sí?—. —Ella es muy bonita—afirmó convincente. Tarek sonrió y respondió: —Si, de eso no hay duda—. —Puedes contarme todo lo que te preocupa y yo te ayudaré. No me subestimes. En mis instrucciones hay mucha información sobre el te
Horas más tarde, solo en su espacio, Tarek yacía melancólico en su habitación. Sentado sobre su cama y con la cabeza reposando sobre su palma, revivía viejos recuerdos sobre la "mamá", los momentos felices y las enseñanzas que ella les había dejado. También volvía a su mente la imagen de aquel refugio, pequeño pero cálido, donde él y su "hermana" pasaron su despreocupada niñez.De pronto, Kayla salió de su habitación con un atuendo que emanaba seriedad. Con una sonrisa sutil, le expresó: —Ya estamos listas—.Tarek apuntó su atención hacia su "hermana" y, recibiendola con una sonrisa, le comentó: —Estás hermosa—.Kayla se sonrojó levemente de la vergüenza, apuntó su mirada a la puerta principal y respondió al cumplido: —gracias—.De pronto, La pequeña niña, quien había estado unos pasos fuera de casa observando la calle, ingresó rápidamente y alertó a su familia: —¡Mamá! ¡Ya llegó la carroza!–.—Vamos—dijo la mujer, dirigiendo sus palabras a su "hermano". Tarek cargó su mochila a la e
La parada llegó, los chicos se bajaron y el vehículo continuó su marcha por el desierto. Los ojos de los jóvenes apuntaron se inmediato hacia aquel domo gigante que se observaba a lo lejos, tras una cortina de polvo transparente y amarillenta. Luego, Tarek observó a su alrededor y percibió ciertos cambios a la imagen que tenia guardada en la memoria de este lugar. Había un banco amplio de madera y metal, junto a una sombrilla de tela de varios colores desgastados por el calor.—Esto no estaba aquí, no era así—comentó Kayla.—¿Será este nuestro refugio?—preguntó Tarek observando serio a su hermana.Luego de pensarlo viendo a los ojos de Tarek, Kayla apuntó su atención hacia el domo en el horizonte y con un ceño fruncido forzado por la luz del sol sobre su cara, dijo: —Solo lo sabremos si volvemos a entrar—.Kayla sonrió con confianza a su hermano y le ofreció su mano: —Salimos de la mano de este sitio para no volver más ¿Qué te parece si regresamos de la misma manera? A "mamá" le gusta
Una vez recuperada la mujer, la familia se fue movilizando en dirección hacia la entrada del búnker, lugar desde donde los guardias los esperaban.Debido al incidente anterior, Kayla observaba a los hombres aún con enojo. Ellos, con cada paso que daba la mujer al acercarse, le sonreían más, atraídos por su belleza, su rudeza y el cabello suelto alborotado por el viento que le daba toques salvajes al aspecto de la joven.Una vez frente a frente la familia y los soldados, estos los detuvieron, sin perder su atención sobre la mujer quien los seguía observando con ese gesto poco amigable.Ambos soldados se juntaron a conversar a una distancia prudente, dándole la espalda a los jóvenes, girandose en ocaciones para ver a la familia. Luego, el hombre llamado Marco, se acercó a ellos y abrió el paso: —pueden pasar—.Tarek, sospechando que algo no andaba bien, sujetó la mano de su hermana y apretó contra su pecho a la niña, mientras daba sus primeros pasos desconfiados hacia adelante, pero, el
Tarek juntó a su familia tras su espalda y mostró el pecho ante el alterado sujeto armado, aún con esa expresión de ceño fruncido o ojos saltones llenos de furia.El soldado, quien había tomado el trabajo de guardia hacía un par de semanas, sintiéndose amenazado por el joven tras la derrota de su superior y sin intención de tolerar la humillación que había recibido el cuerpo militar con ese acto, puso el ojo en el visor de su arma decidido a saciar su venganza, aun sintiendo la mezcla de nerviosismo, adrenalina y determinación con su compromiso.Ligeramente temblando por su estreno de acción real tras un fusil, ubicó impaciente el dedo en el gatillo y apuntó la cruz de la mira por encima del cuello de Tarek, observando al detalle ese rostro enfurecido que él sentía repudiable.—Te tengo malnac***—dijo con una fría sonrisa.—¡Detengase soldado!—. Una voz grave salió desde dentro del túnel que conducía al interior del domo. Sorprendido, el guardia Hans volteó su atencion hacia dentro d
Minutos después, sobre un ancho sillón de cuero, dentro de una habitación de recepción de paredes blancas e iluminación ligeramente verdosa, estaban sentados los "hermanos" y la niña, siendo custodiados por un serio militar en la puerta, el cual se encontraba parado con los pies separados y las manos hacia atrás.Sintiendo el trato que les daban como muy sospechoso, Tarek se encerró en mente planeando su siguiente movimiento. Su intensión era escapar y corregir lo que había provocado, pues se culpaba a sí mismo por haber insistido en ingresar al domo. Para lograr realizar su idea, necesitaba primero recuperar la mochila qué le habían arrebatado, donde tenía algunas herramientas y un bate de béisbol, tal y como lo hacía su "hermana" las veces que salía.Por su lado, Kayla abrazaba a su niña quien se encontraba sentada sobre sus piernas. La mirada de la mujer apuntaba tras el vidrio de la segunda puerta, aquella que conducía a una cabina donde había ingresado previamente el hombre pálid