El Secreto De Tarek

Volviendo al comedor, la pequeña, quien entendió la situación real de los jóvenes y cayendo en cuenta de lo que esto podría significar, se mostró muy contenta tras la confesión de Tarek. A ella le agradaba la idea de ver juntos a su amigo y su mamá. Entonces, muy animada, insistió en hacer más preguntas para poder ayudar: —¿Por qué no se lo dices?—.

Contagiado por la alegría de la niña, Tarek se sentía cada vez más motivado a compartir sus inquietudes, pero a la vez sentía esa limitante propia de la cautela, pues, no era apropiado ir más profundo en estos temas.

—¿Es porque está enojada contigo?—preguntó inocente la niña.

—No—respondió Tarek sonriendo.

—Ya sé porque te gusta—afirmó la pequeña con seguridad.

Tarek arrugó la entreceja con una sonrisa: —¿Ah, sí?—.

—Ella es muy bonita—afirmó convincente.

Tarek sonrió y respondió: —Si, de eso no hay duda—.

—Puedes contarme todo lo que te preocupa y yo te ayudaré. No me subestimes. En mis instrucciones hay mucha información sobre el te
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