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4. Pesadillas

...no merezco vivir, el dolor se está instalando en mi cuerpo y no puedo librarme de él. Me encuentro en un pozo oscuro y profundo del que no puedo salir, siento como si todo fuera culpa mía, siento como si el mundo se volviera en mi contra, y ya no puedo más. No quiero ni puedo seguir viviendo en este mundo. Lo siento, pequeña no puedo seguir en este mundo. Recuerda que te quiero más que a mi vida...

Con las lágrimas anegándome la visión, tocaba el rostro sin vida de Jason, Jake , que se encontraba en medio de un descomunal charco de sangre...

—Jake, despierta, por favor —susurraba con el dolor que tenía en el alma.

Se me había abierto una herida enorme en mi corazón y no había forma de cerrarla

—Sé que solo estás dormido, ¡despierta! ¡Mamá, papá!

—Ey Norah, no pasa nada, tranquilízate...

Escuchaba una voz que me sacaba de aquella pesadilla de la que no podía salir. Una voz suave, esa voz que tantas veces había odiado, pero que ahora era música para mi oídos.

—Norah, vamos respira, no pasa nada... —decía mientras limpiaba aquellas lágrimas rebeldes que no reflejaban ni una décima parte del dolor que sentía por dentro.

—¿Dónde está Jonas? —pregunté agitadamente.

Necesitaba abrazar a mi hermano, necesitaba que me dijera que todo iba a ir bien. Necesitaba que me dijera que él no me iba a dejar, lo necesitaba.

—Ha salido con Madison, volverá tarde, ¿necesitas que lo llame ? —su tono de voz me indicaba que estaba preocupado por mí, cosa que me sorprendió bastante, y lo peor de todo, es que me tranquilizó.

Su presencia por raro que fuera me daba un poco de estabilidad.

—No, no pasa nada, no lo molestes. Estoy bien —dije en un intento de convencernos a ambos.

—Vale, pues debería de irme ya —dijo con confuso.

No sabía cuál era el motivo de aquel comportamiento, así que antes de que llegara a la puerta de aquella habitación, hice algo que nunca hubiese hecho tiempo atrás...

—Axel...

—Dime, Norah

—¿Podrías quedarte, por favor?

—Ehh... sí, claro —dijo mientras se metía en aquella cama junto a mí.

Mientras podía percibir como me calmaba con su calor corporal... Así que me aferré a él, como si fuera la única cosa que me quedara en ese momento. Me aferré a él, como si tuviera miedo de que desapareciera, como él...

—Axel...

—¿Sí?

—Tú, no me dejarás como hizo Jason, ¿verdad?

—Verdad...

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