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6. Confesiones

  —Ey, ¿qué ha pasado ahí dentro? —me preguntaba una voz, después de haber salido de aquella habitación. Isaak, que se encontraba apoyado en la encimera de la cocina. Sin camiseta, ¡qué bueno que estaba!

—Ehh... ¿qué? —¡Céntrate, Norah!

Joder, sé que tengo novio y lo quiero mucho, pero soy humana. Y por mirar no va a pasar nada...

—Que qué le has hecho a Axel —me preguntó mientras se iba tomando su taza, que supuse que era café, tranquilamente.

—Nada, ¿por qué? —dije algo despistada.

Por dios, Isaak, ponte una camiseta. Te lo pido por favor...

—Porque al salir por poco no tira la puerta abajo y supongo que le habrás dicho algo, ¿no crees? —dijo mientras dejaba la taza en la encimera y se ponía derecho— espera, me voy a poner una camiseta y ahora me cuentas —menos mal, suspiré aliviada, y en cuestión de segundos reapareció con una playera negra que le sentaba bastante bien— y bien... ¿te apetece un café?

—Sí —dije algo dubitativa.

—Pues vamos —dijo mientras cogía las llaves que colgaban de detrás de la puerta— ¡Jonas, nos vamos!

Espera... ¿Jonas está en casa?

—¿A qué hora llegó Jonas a casa? —digo pensativa.

—No lo sé, quizás... ¿a las 5 de la mañana? —sentenció.

Pero por extraño que parezca, no me apetecía verlo, quería ver a Axel...

—Está con Madison —volvió a sentenciar.

¿Madison, la misma que mencionó Axel? Pero... ¿no había quedado con ella?

—Pero Axel me dijo que había quedado con ella...

—Pues no lo sé, cuando Jonas vino, ella estaba con él... quizás se fue más tarde.

—Sí, quizás... y ¿ quién es Madison ? —dije mientras nos dirigíamos a una cafetería que le gustaba a Isaak. Aunque no sé porque quiere tomarse otro— ¿Es la novia de Axel?

—No, que va... —dijo riéndose, pero jamás le encontré la gracia— Axel no es ese tipo de chicos —dijo mientras intentaba controlar aquella risa, fue en vano.

—¿De ese tipo de chicos? No entiendo...

—De los que tienen novias... él sólo se acuesta con muchas chicas, pero jamás tiene algo serio.

"Se acuesta con muchas chicas". La dichosa frase se repetía una y otra vvezen mi cabeza...

—¿Por qué? ¿Te gusta? —dijo mirándome divertido.

—¿Quién? ¿Axel? —pregunté y él asintió—. No, tengo novio, Isaak —y se puso repentinamente blanco.

Encontramos la dichosa cafetería que él tanto adoraba y aunque nos sentamos en una de las mesas que más alejada estaba, el bullicio seguía escuchándose igual.

—Eso lo explica todo... —susurró.

Parecía como si estuviera pensando en voz alta y yo fuera una intrusa que escuchaba sus pensamientos. Aunque aquel pensamiento no lo entendí.

—Bueno, dejemos de hablar de eso. Cuéntame, ¿cuánto tiempo llevas viviendo con estos dos locos?

—Ah sí... —dijo riéndose— llevo 3 años con ellos, los conocí en una fiesta en la fraternidad de Axel. Yo fui con un amigo y pues... empezamos hablar, y con el paso del tiempo, nos volvimos muy buenos amigos. Hasta el punto de irme a vivir con ellos.

¿La fraternidad de Axel? ¿Desde cuándo Axel vivía en una fraternidad?

—Serán un desastre, ¿no? —dije riéndome a carcajada limpia.

—Sí, sobre todo Jonas —se unió a mi carcajada—. Oye Norah, ¿te puedo hacer una pregunta personal? —dijo de repente serio, acto que me produjo un instantáneo nerviosismo.

—Sí, supongo... —dije más dubitativa de lo que pretendía sonar.

—No, da igual, no pasa nada —dijo rápidamente.

—Venga Isaak, no pasa nada, dime.

La verdad es que no sabía si sería bueno que me preguntara.

—De acuerdo, ¿qué es lo qué le pasaba al Jason de tu pesadilla? —preguntó haciendo pausas entre las palabras.

El mundo entero se me paró. La herida se me abría de nuevo, y dolía más aún que antes, sentía que me mareaba y me ponía pálida.

—Oye, lo siento mucho, he sido un capullo, pérdoname ¿vale?

No quería traicionar a Jason. No quería que se supiera la verdad. No quería que la gente supiera lo que hizo, pero, pensé que contárselo a alguien, no me sentaría mal, quizás aliviaría el dolor. Quizás fuera una pequeña salida de escape al dolor insoportable que cubría mi interior.

—Vale... —cogí aire con fuerza—. Te lo contaré —tragué grueso—. El Jason de mi pesadilla me escribió una extensa carta en la que describía el dolor insoportable que le resultaba vivir. Las pocas ganas que tenía de despertar, la agonía que le resultaba el hecho de respirar. Así que tras escribirla la dejó en mi mesilla de noche con una dedicatoria: "para mi pequeña". Mientras yo leía aquellas líneas lentamente y mis lágrimas no me dejaban ver correctamente, Jason se encontraba en una habitación diferente cortándose las venas con una navaja. Desangrándose

lentamente y muriéndose solo. Sin que nadie se pudiera despedir de él, sin que nadie pudiese impedir aquella desgracia, sin que nadie pudiese ayudarlo. Jason, murió solo con su agonía —respiré agarrándome fuerte a la mesa de aquella cafetería.

Sentía un martilleo constante en la cabeza, un dolor intenso en el pecho y las lágrimas agolpándose tras mis ojos.

—Norah, tranquila —dijo mientras me acariciaba lentamente la espalda.

—Isaak... —dije apenas sin aliento.

—Dime...

—Jason, era mi hermano. 

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