Todo se mezclaba en mi mente mientras una aguja se entretenía dibujando en mi piel todos aquellos sentimientos en una simple palabra. Una palabra, un mundo. Miré a Axel que me agarraba la mano con cuidado, a la vez que pude ver como unas lágrimas amenazaban con salir a nadar. Unas lágrimas que lo resumían cada momento, cada hora, cada minuto y segundo a mi lado. Resumían cada beso, cada abrazo , cada noche enredada en él, cada "preciosa", cada carcajada sin sentido, cada lágrima, cada sensación, cada "te amo". Simplemente lo resumía todo.
—Listo, ¿te gusta? —me preguntó Adam, un amigo de Axel, que se ofreció a hacérmelo él—. ¿Qué tal? —me levanté con cuidado al espejo que se encontraba junto a Axel y me acerqué.
—Me encanta —susurramos tanto Axel como yo, me giré a verlo y limpiar todas aquellas lágrimas que se habían ido sin su permiso—. Te amo —le susurré en sus labios—, y siempre lo haré...
Nuestras respiraciones irregulares eran los único que se escuchaba en aquella habitación. Lo único, que se escuchaba después de que Axel me hubiese hecho lentamente el amor.—Norah... —sus dedos se movían suavemente por mi brazo, a la vez que los latidos de su corazón me brindaban una bonita melodía.—Dime...—Te amo con locura —sonreí. Me incliné lentamente hasta que su labios se encontraban a escasos centímetros de los míos, me acerqué y chupé su labio inferior.—Norah... —gimió.—Yo también te amo, Axel —sonreí con dulzura.—Oye amor, me gustaría que conocieras a Madison —sentenció, mi cara debía de ser un jodido cuadro, ya que en mi mirada halló la comprensión, asco.— Norah, no es lo que piensas, créeme. —Axel, os vi enrollándose aquella fiesta... —dije dándome cuenta de que mi voz había bajado de volumen considerableme
 —¿La novia? —dije incrédula.—Sí... —dijo intentando aguantarse la risa. No era gracioso.—Axel, yo quiero mucho a Jonas, pero tú solo míralo, ¡pero si es un niño!—De 22 años —como siguiera aguantándose la risa se le iban a salir los ojos de las órbitas—. Amor, me gustaría que me acompañaras a la fiesta de Logan...—¿Otra fiesta? Axel...—Por favor —me interrumpió—, quiero presentarte formalmente a mis amigos y todo eso...—Hasta medianoche...—Hasta medianoche se dijo —y de repente se empezó a reír solo sin parar. No entendía nada—. ¿Sabes que pasó a medianoche?—Cenicienta perdió su zapato —dije coquet
—¿Axel te dijo eso? —dije atónita.—Norah, no creo que llegues a imaginar cuán enamorado está Axel de ti, es algo surrealista. Puede tener una día de puta mierda, que tú sólo con una simple sonrisa se lo arreglas, puede estar fatal, que con un simple "te amo", haces que vuelva a sonreír como un niño pequeño, haces que se vuelva loco con una mínima caricia y que también lo haga cuando carece de ella. Norah, si le dieran a escoger un lugar en el mundo, diría sin pensar, amanecer a tu lado cada mañana del resto de su vida... Eres la única persona que tienes el poder de hacerlo el hombre más feliz o el más desdichado —sonreí, mientras que una lágrima resbalaba por mi mejilla.—No llores Norah, tienes a tú lado
 —Pude hablar con Madison —le dije mientras observaba como se quitaba la camiseta y me dejaba ver su hermoso torso desnudo—. Me resolvió alguna que otra duda que rondaba por mi cabeza... —fue suficiente esas simples palabras para que Axel dejara de hacer todo lo que estaba haciendo y me prestará atención.—¿Dudas ? ¿Sobre nuestra relación? —dijo alarmado, podía ver como su respiración se aceleraba, y su pecho subía y bajaba sin parar.—No te preocupes, Axel, no eran dudas sobre nosotros —suspiró aliviado mientras se acercaba a mi rápidamente y me empujaba contra la pared, para más tarde atacar mi cuello, dejando un rostro de besos salvajes en él. —¿Estás... segura, O'Conner? —sus labios empezaban a besar la parte inferior de mi clavícula y ya no podía pensar en otra cosa que en los labios que me recorrían, las manos que me tocaban y esa voz ronca que amaba—. Porque nadie te va a hacerte sentir como yo —sus manos se col
2 semanas después.No hacía más que observar como miles de turistas corrían de un lado para otro, en busca de la puerta de embarque correcta, esa, que los llevaría de vuelta a casa.Mientras que yo, en cambio, tenía tantos nervios que sentía que me comían, al igual que Axel... no hacía más que mirarle la cara.Estaba muy nerviosa, pero a la vez, ilusionada... Volver a casa cogida de la mano de Axel solo significaba una cosa, el amor había ganado.Nosotros lo habíamos hecho...Volver a casa significaba que podría despertar cada mañana a su lado, observar su hermoso rostro, sus increíbles ojos y su maravillosa sonrisa.Significaba poder contar todos y cada uno de los lunares de su cuerpo hasta que Morfeo me reclamara.Significaba escuchar sus "te amo" cada segundo de cada minuto de todos y cada uno de mis días."Pasajeros con destino a Dallas (Estados Unidos), vayan dirigiéndose a la puerta de embarque G12".Con una amplia sonrisa, entrelacé mi dedos con lo
13 de junio a las 10:30 a.m en Dallas—¡Ni hablar! —protesté con resistencia.¡Aquello era increíble! ¿Acaso era una broma? Porque no tenía ninguna gracia...—¡Norah, basta ya! —tronó la voz de mi padre, retumbando por cuatro paredes de color negro—. No seas egoísta...—¿Egoísta, yo? ¿De verdad te parece que la que está siendo la egoísta aquí soy yo? — decía mientras notaba como las lágrimas se me acumulaban tras los ojos, entorpeciendo mi visión—. Me quieres alejar de todo lo que amo. Mis amigos, mi escuela, ¡incluso mi novio! —¿Ya empezamos otra vez con eso? — notaba con la facciones se le endurecían rápidamente.— ¡Tengo que trabajar, Norah! Y a ti lo que te preocupa es no ver Aiden durante un tiempo...—¡No sólo es Aiden, papá! Es Mia, es Hannah, ¡es todo! Y no es que sea precisamente poco tiempo es casi un año —gritaba en medio de un rabieta, pese a que nunca había sido una chica conflictiva n
3 de junio a las 13: 45 p.m en DallasDurante aproximadamente 3 horas estuve bastante ajetreada. Llamadas por un lado, mensajes por el otro, algunas lágrimas entre medio, mientras terminaba de empaquetar todo a tiempo para la llamada de papá.—¡Eleonorah!Dios, cómo odiaba que dijera mi nombre completo y creo que por eso lo hacía, aún podía escuchar su risa amortiguada.—Ya voy —dije bastante seca.Normalmente solía serlo, pero ese día me superé. Como era de obviar, estaba de mal humor.—¡Qué dulzura, cariño! —y, ¿cómo no? Su característico sarcasmo no podía faltar.—No estoy de humor —dije una vez que me encontré pié de la escalera con mis dos maletas. Necesitaba muchas cosas, ¿vale?—No me había percatado de ello, fíj
Tras mis ojos podía ver todo lo que me dejaba atrás, los parques que dejábamos, eran los de mi infancia. Los foodtrucks en los que tantas veces había comido junto a Aiden. La fuente del lago Ray Hubbard en la que besé a Aiden por primera vez, el café del 7&11 (¡cómo adoraba ese café!). Las orillas del río Bravo, en el que tantas veces me había sentado junto a Mia y Hannah, mis mejores amigas, mientras cotilleaban lo que veíamos, desde una pareja de enamorados, hasta el chico que siempre se sentaba con el portátil a plasmar todo lo que su mente encubría.Y al igual que dejaba todo eso atrás, empezaba a presentir muchos de esos cambios, como un sofocante y agobiante calor que se colaba por la ventanilla de aquel horrendo coche, o un hedor constante que se instalaba en el aire, pero en cambio, me gustaba bastante el maravilloso alumbrado que adornaba las calles, los músicos que interpretaban obras de jazz o los bailes callejeros... Así que como ya he dicho