Kian paseó la fusta por las piernas de la joven en completo silencio, acariciándola con suma suavidad y haciendo que ella se estremeciera. El cuero era duro, pero la caricia hacia que el material fuese hecho de plumas. Recorrió sus muslos, las piernas, el vientre, su sexo, su vientre y estimuló sus pezones aprensados por las pinzas, su cuello, antes de volver a descender por su cuerpo y acariciar cada parte con total calma y suavidad, arrebatándole finos gemidos a la joven.Se detuvo por unos instantes en su sexo y frotó ejerciendo poca presión, dejando una palmadita suave que la hizo sacudir y empaparse un poco más de ser posible. Ella se veía tan relajada envuelta en las caricias que, sin siquiera darle aviso, dejó el primer azote entre sus muslos, arrancándole un sonoro grito que lo hizo estremecer y endurecerse aun más.El resquemor quedó latiendo en su piel, pero lejos de sentir un dolor agudo, solo pudo sentir un inmenso placer recorrerla entera, así que, cuando el segundo azote
Notita: Les dejo el orden de la serie Infierno, las cuales encuentras en mi perfil: ✓Libro 1: Infierno ✓Libro 2: Desliz ✓Libro 3: Nociva ***—¿Sigues con tus infructuosos intentos de encontrar a la mujer de tu vida?La pregunta que soltó Darius estaba llena de burla, pero también sentía gran curiosidad por los deseos intensos de casarse de su amigo. No lo comprendía, después de todo, desde hacía poco Kian se había propuesto formar una familia.No es que fuera un hombre que no creyera en el amor, pero nunca había sido su mayor prioridad. Desde que lo conocía siempre tuvo sus objetivos claros y, pese a que le gustaba la diversión, su trabajo era lo más importante. Suponía que ahora que todos lo habían logrado y habían llegado más lejos de lo que una vez pudieron imaginar, ya había llegado el momento de sentar cabeza.Kian resopló y emitió una risita traviesa, apartando la vista de su computador para observar a su amigo.—Es muy difícil encontrarla, ¿lo sabías? —volvió a reír y sacud
Kian fue al bar del hotel tal como el gerente le sugirió, donde una chica rubia le hizo entrega de la suite presidencial y le dio pases privilegiados y gratuitos por cuantos días fuese a hospedarse.De mal humor como estaba y cansado debido a todo el estrés que venía cargando en los últimos días, decidió tomarse unas copas para relajarse un poco y dejar pasar el mal rato que acababa de vivir. Muy rara vez explotaba de enojo, pero cuando lo hacía, era irracional y tan afilado como sus amigos. Era el pacifico de los tres, el que siempre se mostraba sonriente y le gustaba gastar bromas. Ni siquiera a él mismo le agradaba estar de mal humor.Solo que beber no le estaba ayudando a calmarse. Necesitaba asegurarse de que, en efecto, despidieran a esa cínica chiquilla, porque eso era lo que era, una mocosa que no sabía ni siquiera limpiarse la cola según su criterio.Ordenó dos copas más, las cuales bebió una detrás de otra antes de ir hasta el vestíbulo y quedarse en la sala de espera, desea
Annika se bebió el quinto coctel de la noche y desvió la mirada del rubio que no disimulaba ni un poco su interés por ella. Aunque, cuando lo vio subir al auto y hacerle el reclamo por su mala atención en el hotel de su hermano y la hizo sentirse ofendida y de mal humor, lo cierto era que en ese momento solo podía sentir el calor que le provocaba su intensa mirada. Además de que aun podía sentir su mano envuelta alrededor de su cuello, la forma en que la había apretado y el estremecimiento que ese acto causó.Se tomó de golpe el siguiente trago y se sacudió por completo. Nunca se había sentido sometida con un simple apretón en el cuello, pero debía admitir que se había sentido delicioso y que no se iba a negar de pasar una noche caliente si llegaban a algo más que solo miradas.Enrollarse con hombres no estaba en sus planes una vez puso un pie en Londres, más luego de las constantes amenazas de su hermano mayor, pero, quizá, esa noche haría una excepción y se dejaría llevar por lo que
Annika demostraba una falsa tranquilidad mientras por dentro se sentía nerviosa, no sabía si de anticipación por lo que iba a suceder o porque un desconocido la llevaba a un hotel no tan lejos del bar.Quizá estaba loca por lo que estaba a punto de hacer sin tomarse el tiempo de asegurarse que no fuese un loco psicópata o violador como muchas veces ya lo había hecho por precaución y evitarse dolores de cabeza innecesarios, pero debía admitirse a sí misma que estaba curiosa y deseosa a iguales proporciones.Él hombre le atraía lo suficiente como para pensar en algo malo o que no encajara, después de todo, se dijo, que aquella sería su última noche en Londres, así que sacudió toda inquietud de su mente y se prometió disfrutar de aquel amante atractivo y sensual que prometía bastante con su mirada dominante e imponente.Lo dejó hacer la reserva del hotel en completo silencio, solo escuchando su apellido, lo que le recordó que ni siquiera se habían tomado el tiempo para decirse sus nombre
Kian quería ir tan lento como pudiera, pero sus instintos más primitivos habían salido a luz y ya no podía detener todo el fuego que lo estaba consumiendo. Estaba caliente y deseoso de cumplir cada una de sus fantasías en ese cuerpo sensual y esa mirada que, aunque angelical, era realmente la de un demonio.Embistió sin pudor la boca de la chica, sujetando su cabeza con fuerza y llegando tan hondo en su garganta que solo podía sentir la humedad, el calor y la estrechez de la misma, haciéndole perder todo el control de sí mismo.Ella lo estaba recibiendo como ninguna otra lo había hecho en su vida, tratando de seguirle el ritmo de la cadera ya fuera moviendo la cabeza a su encuentro o deslizando su lengua por su miembro, despertando un ser que se encontraba dormido en lo más profundo de su ser, ansioso y hambriento por acapararlo todo.El deseo de destruirla lo llevó a ser más certero y bestial al verla con los ojos llorosos, las mejillas sonrojadas, el sudor recorriéndole el cabello y
Un silencio se extendió por largos segundos, en los que Kian se quedó observando con fijeza a la chica ante sí. Si antes estaba interesado, ahora sentía un gran deseo de descubrir mucho más de ella, de saberlo todo, porque ese encuentro no había sido suficiente para él, menos cuando había compaginado tan bien con ella, como si esa mujercita de ojos grisáceos y rostro angelical hubiese sido hecha para él. Lo había complementado de manera alucinante.El cabello negro y de largo hasta los hombros lo tenía vuelto un desastre, húmedo de sudor y enmarañado. Tenía la cara roja, el rastro de las lágrimas que había derramado y todo el maquillaje corrido. La marca en su cuello era visible, algo que lo hizo sentir tan bien como mal. No quería lastimarla, pero bajo la bruma del placer nunca pensaba con coherencia y terminaba siendo más rudo de lo que debería, aun así, ella no se había quejado ni mucho menos le estaba haciendo ningún reclamo como muchas mujeres sí se lo habían hecho en el pasado.
Un mes había pasado desde que Kian había tenido su último encuentro sexual y, aunque viajó un par de veces a Londres por cuestiones de trabajo y se hospedó en el mismo hotel donde había conocido a aquella chica misteriosa y que tanto tenía en el pensamiento con la esperanza de encontrarse con ella y liberar toda la tensión que tenerla en la mente le causaba, ella nunca apareció ni en el hotel ni en el bar.Era como si nunca hubiese pasado nada y esa chica fuese parte de su imaginación, algo que empezó cuestionarse si todo había sido una muy bien vivida fantasía.Nunca había tenido problemas con el sexo, hacía mucho había dejado de ser tan hormonal y se permitía disfrutarlo cuando realmente lo necesitaba o encontraba una compañera de cama que lo complementara en el acto, pero en ese momento no podía dejar de pensar en aquella chica pelinegra, de mirada acerada y labios provocativos que lo habían envuelto en una nube de placer inolvidable y lo hacían sentir como un adolescente que apena