El restaurante quedaba muy cerca de la propiedad, por lo que se fueron caminando, bordeando la playa, disfrutando de las vistas y deleitándose con la brisa marina y el sol en su máximo esplendor. Kian no liberó la mano de Annika en ningún momento, e incluso, en medio del camino, la besó con esa pasión y deseos que lo consumían y en ese momento ya no podía pensar ni buscar de dónde habían surgido. Estaba embriagado de ella, completamente a sus pies, ansiando el momento de tenerla a su merced y hacerla vibrar bajo su toque. Annika se sentía aún más molesta, pero llena de confusiones. Si tenía otra mujer y decía amarla como para pensar en casarse con ella, ¿por qué la besaba de esa forma? ¿Por qué la sujetaba con intenciones de no soltarla? Su cabeza era un lío mientras su cuerpo reaccionaba por sí solo y devolvía cada beso y abrazo con la misma intensidad.Entraron al restaurante cual pareja enamorada, cariñosa y destilando felicidad. Los besos no cesaban y aquello los tenía fuera de
Annika leyó con calma, realmente más emocionada y curiosa de las practicas que iban a realizar que cualquier otra cosa, puesto que cada línea escrita despertaba un sinfín de mariposas en su estómago. No era más que un acuerdo mutuo de consentimiento, donde ambas partes estarían conformes con cada una de las reglas, límites, roles y sesiones que llevarían a cabo. Todo le pareció interesante y la ansiedad por empezar cuanto antes la llevó a pasar por alto varios puntos que Kian dejó en claro como su amo, pero eso para ella era poco importante, pues la realidad era que confiaba en él por más que no lo entendiera. Solo una cosa llamó su atención y la dejó pensativa, y era el hecho de que él exigía exclusividad, una regla que también aplicaría para él. Es decir que, el tiempo que durara su relación amo-sumisa, no tendrían ninguna otra pareja, y si dado el caso conocían a otra persona o perdían el interés, eran libres de prescindir de dicho acuerdo y seguir sus vidas como si nada. Pero, po
Los besos y las caricias furtivas se prolongaron por varios minutos más en los que ninguno de los dos deseaba apartarse, pero el aire empezaba a escasear en sus pulmones, exigiéndoles un poco de aire y sosiego, así que no tuvieron más opción que romper el beso a la fuerza, agitados y con el deseo latiendo caliente en sus venas. —El día aún no ha terminado y, aunque quisiera hacértelo ahora mismo, en realidad te tengo preparada una sorpresa —murmuró Kian, presionando su dura erección en su zona íntima.—¿Qué tipo de sorpresa es? —inquirió, aún embelesada, pero con una mirada brillante. —Si te digo ahora deja de ser sorpresa —dejó un corto beso en sus labios antes de levantarse de encima de ella y acomodarse la erección sin ningún tipo de vergüenza, sonriéndole divertido al verla morderse los labios—. ¿Vamos? Annika sacudió todos los pensamientos que tuvo en una mínima fracción de segundo y le tendió la mano para que la ayudara a poner en pie. Kian le arregló el cabello y le dio un b
La joven tomó una profunda y larga bocanada de aire antes de empezar a leer las primeras líneas del acuerdo. ¿Cómo le pedía que no gimiera o se detuviera cuando tenía un vibrador muy cerca de su sexo, jugando con su cordura al ponerlo sobre su clitoris y luego alejarlo con toda la maldad que podía existir?El sonido que hacía y las vibraciones que la dominaban no la dejaba concentrar, leía como si estuviera ebria. Pero ahí estaba, luchando con sus deseos, con el fuego que la corroía muy lentamente y la estaba llevando al borde de un abismo. Se concentró en decir cada letra sin equivocarse, pero entre más iba leyendo, más potencia aumentaba Kian con el vibrador, haciéndola retorcerse de goce y placer. Esa vibración constante en una zona tan sensible la tenía a mil y su voz entrecortada y jadeante la delataba. Por más que luchara por no gemir, algunas vocales se iban más largas que otras y necesitaba darse un corto respiro para seguir leyendo. La vibración era tan potente y la tenía a
Annika despertó luego de lo que le pareció una eternidad, desorientada, con cada parte de su cuerpo dolorido, con una sensación de ardor en algunas zonas de su piel debido a los azotes que había recibido, pero con una sonrisa que no podía borrar de su rostro. Recordar lo que había pasado la noche anterior despertaba el fuego en su interior. No podía creer que un hombre tuviese tanta resistencia y creatividad a la hora del sexo. Kian, era sin duda, uno de los mejores amantes, un hombre que daba la talla y era difícil no obsesionarse con él cuando sabía y leía a la perfección el cuerpo de una mujer. Se incorporó en la cama con lentitud, dándose cuenta que estaba completamente sola en la habitación y que las cortinas estaban cerradas. Con el cansancio a cuestas, se volvió a recostar y permaneció largo rato mirando el techo, pensando en Kian, en toda la pasión que desbordaba y, aún así, nunca perdía su lado caballeroso y atento; un lado que ningún otro hombre se había tomado el tiempo d
Los días fueron pasando con normalidad y, tanto Annika como Kian estaban demasiado inmersos en su burbuja como para prestar atención al mundo exterior. Los sentimientos crecían cada vez más, haciéndose más fuertes y sólidos, y el fuego, en lugar de mermar, se hacía mucho más denso cuando sus cuerpos se unían y tomaban sus respectivos roles.—De poder se puede, pero alguno de nosotros tendría que estar al frente de la nueva sede en Londres, el único dilema es: ¿cuál de nosotros viajará y se quedará el tiempo que requiera la apertura de esa sede allá? —inquirió Jolie, mirando a los otros tres socios—. Jeray, tú tienes que quedarte aquí, eres la cara de la empresa y el que tiene mayor autoridad. De mi parte, no puedo viajar, debo estar al frente de mi bufete. Darius... —sonrió divertida—, quisiera verte negociar, pero eso no es lo tuyo.—¿Por qué me quitas méritos de esa manera, mujer? Puedo ser tan eficiente como cualquiera de ustedes. Además, te recuerdo que son mis creaciones las que
La sorpresa fue tan evidente y grande en el rostro de la joven que, ante el silencio, Kian se sintió muy nervioso. La propuesta había sido apresurada y bien sabía que toda una locura, pero algo sí era muy cierto, y era el hecho de que no quería alejarse de ella. No en ese momento donde la sentía incrustada bajo la piel y la necesitaba como si respirar dependiera de ella, como si fuese el aire que entraba a sus pulmones y le permitiera vivir.La miró expectante, esperando una respuesta, pero la cabeza de la chica era un caos en ese instante tras no esperarse semejante propuesta.Sin embargo, aquella pregunta no era lo que rondaba su mente, al menos no de forma insistente, puesto que, de responder que sí iba con él porque aquella silaba estaba en la punta de su lengua, de solo imaginar que estaría tomando el riesgo de que su hermano la encontrara, era incapaz de decir algo.La idea de pasar más tiempo con Kian le encantaba, la ponía muy feliz porque su relación se hacía más fuerte cada
Annika quería detener el correr de los días, pero estos mismos habían pasado con una velocidad inaudita, haciendo crecer la amargura en su corazón y en su alma.No importaba que ella huyera e hiciera el intento de vivir su vida lejos de su familia, si siempre estarían como una sombra, deteniendo sus pasos cuando más se sentía feliz y segura, haciendo que volviera a encerrarse para que no dieran con su paradero, recordándole una vez más y de la manera más cruel que, por más que huyera, no tendría oportunidad alguna de ser completamente feliz como ella así lo deseaba.Era libre, pero a la vez seguía estando encerrada en una jaula, y ese sentimiento de querer y no poder era el peor que podía existir. Deseaba hacer tantas cosas, pero no podía tomar muchos riesgos.Maldecía en silencio haber nacido en una familia donde no tenía más opción que hacer cumplir la palabra de la cabeza mayor. Maldecía por no ser lo suficientemente valiente para enfrentarlos e imponerse, haciendo respetar sus des