Capítulo 3.

Mi corazón estaba latiendo de forma desesperada, sintiendo su penetrante mirada sobre mi cuerpo, mientras me mantenía de pie frente a él en esa mesa, sin saber si debía volver a huir o quedarme ahí.

—Por favor, siéntate —me pidió tras unos segundos de silencio incómodo.

Suspirando con algo de temor decidí obedecer, regresando a la mesa para sentarme frente a él en el sitio que antes ocupé. Ya no estaba pensando en el matrimonio arreglado o la petición de mis padres, decidí obedecerlo porque se lo debía, después de lo que le hice, él merecía que lo escuchara sin importar cuan doloroso fuera. Sentándome nuevamente frente a él, ambos olvidamos por completo el asunto de la cena, y solo nos miramos fijamente por un par de segundos, en completo silencio.

—¿Te sientes satisfecha? —me preguntó de pronto.

—¿Qué?

—Después de irte con el señor Richie, ¿Te sientes satisfecha?

Había empezado, no estaba preparada para enfrentar esto, así que bajé la cabeza, sabiendo que tendría que aguantarlo hasta que él se desquitara conmigo y me dejara ir.

—Siempre me pregunté si te sentías satisfecha después de casarte con él, todos estos años solo quería saber si estabas contenta con tu decisión —Iván continuó hablando.

—No, en realidad no estoy contenta con mi decisión.

—Sí, supongo que es obvio, porque estás aquí de nuevo, y él ahora es tu ex esposo.

Sorprendiéndome un poco, Iván se puso de pie y caminó en mi dirección, parándose a mi lado con una cercanía francamente insoportable. Si ya era difícil tener que aguantar todo esto, lo era aún mucho más con lo cerca que estaba de mí, esto iba a acabar conmigo si continuábamos así.

—¿Crees que hubieras estado satisfecha al casarte conmigo? —me preguntó.

—¿Solo me trajiste aquí para revivir fantasmas del pasado? —le reclamé.

—Si, por que tú y yo somos fantasmas atrapados en el pasado, gracias a errores que tú cometiste.

—Yo no…

—Eres egoísta y una hipócrita —Iván dijo tomando mi barbilla para levantar mi rostro y mirarme a los ojos—. Con tus decisiones nunca has pensado más allá de ti misma, de tus intereses, eres una niña mimada que nunca aprendió de las consecuencias de sus actos, y ahora te lamentas como si fueras la victima de todo lo que pasó hace cinco años, cuando aquí no hay ninguna víctima, y tú solo sufres las consecuencias de tus acciones.

—¿Crees que sabes todo sobre mi? Tú no me conoces, no sabes por lo que he pasado, así que no hables de mí como si supieras sobre las “consecuencias” de mis acciones.

Levantando una malo alejé sus dedos de mi barbilla, para volver a pararme de la silla y tratar de poner un poco de distancia entre nosotros.

—Se mucho más de ti de lo que crees, conozco el sucio departamento en el que visite en Nueva York, sobre tu trabajo de m****a en esa cafetería al lado del metro, todas las peleas que tenías con Peter antes de saber que te estaba engañando con esa bailarina. De nosotros dos, yo soy quien más sabe de ti y lo que pasó en Nueva York —Iván me dijo de pronto.

Eso era aterrador. ¿Acaso él me había estado vigilando todo este tiempo? ¿Cómo demonios podía saber sobre todas esas cosas si nosotros nunca habíamos hablado?

—¿Acaso tú me estabas siguiendo en Nueva York? —pregunté aterrada.

—Adele tu nunca huiste, durante estos cinco años yo siempre estuve a tu lado, incluso en esas frías noches cuando salías a llorar fuera de tu sucio departamento porque no soportabas al hombre al que elegiste amar, yo siempre estuve ahí.

Mirándolo asustada, vi como Iván se acercaba a mí lentamente, mientras yo hacía un esfuerzo por seguir retrocediendo, ya que no lo quería cerca.

—Y el día que te fuiste de San Francisco, en esa vieja camioneta de uno de los amigos de Peter, yo personalmente fui a buscarte, estaba en ese estacionamiento en el coche de al lado, mirándote —me confesó de pronto.

—¿Por qué? ¿Por qué siempre estabas…?

—¿Creías que yo no sabía sobre Peter Richie? Ustedes dos no eran demasiado disimulados si es lo que crees, hasta un ciego podría darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Yo siempre supe todo Adele, tú eres la única que siempre creyó ser tan inteligente como para engañar al diablo…

Finalmente mi espalda tocó una de las paredes de la habitación, y sin ser capaz de escapar más, me vi arrinconada por su cuerpo, con sus dos brazos a los lados de mi rostro, con nuestros cuerpos casi completamente pegados, y sus ojos azules… Mirando los míos en medio de la obscuridad.

—Lo siento… —aquellas palabras salieron de mis labios en un susurro, como una súplica, deseando que me dejara en paz.

—Tú no estás aquí para obtener perdón, solo por un castigo por todos tus pecados, yo nunca voy a perdonarte por lo que hiciste.

De todo lo que me había dicho, esas palabras fue lo más doloroso que pude escuchar, saber que Iván no me perdonaba, que durante todos estos años fue testigo de mi sufrimiento y nunca quiso hacer nada para salvarme, eso fue lo que rompió mi corazón en miles de pedazos.

—Así que ahora disfruta de las consecuencias de tus actos, todo el placer que obtuviste por tus pecados, es la deuda que tienes conmigo… —susurró Iván, acercando sus labios a los míos.

Estaba tan consternada que no pude resistirme cuando él me besó. A pesar de su aspecto frio, la piel y los labios de Iván estaban calientes como el fuego del infierno, y cuando una de sus manos bajó hasta mi cintura para abrazarme y pegarme por completo a su cuerpo, supe que debía parar esto antes de volver a cometer un error.

—E… Espera… —dije tratando de separarlo de mí.

Pero él no parecía escucharme, sosteniéndome con fuerza con uno de sus brazos, mientras que su otra mano se posicionó en mi nuca, enredado sus dedos entre mis cabellos con suavidad, forzándome a un nuevo beso, tan pasional y ardiente que me dejó temblando.

Sus labios se movían con maestría contra los míos, introduciendo su lengua en mi boca, recorriéndola hasta que me quede sin aliento, y tuve que volver a esforzarme para separarme de él y tratar de respirar, aunque no estaba segura de que recordara como respirar después de todo esto.

—Iván, por favor… —susurré suplicante.

Y a pesar de mis suplicas, sus labios no se detuvieron, sentí como besaba mi cuello causando estremecimientos por toda mi espalda, mientras el aroma de su fuerte perfume a pino llenaba todo a mi alrededor, sintiendo como con cada uno de sus toques me encontraba más perdida… como si me estuviera internado en el más obscuro de los abismos.

—Mi esposa, finalmente has regresado… —susurró contra mis labios, antes de darme un último beso, mucho más suave que los demás.

Sin entender nada lo que estaba ocurriendo, sin previo aviso sentí como Iván se alejaba de mí y soltaba mi cuerpo, cayendo de rodillas frente a él, con mi cuerpo temblando y sumamente débil después de lo que me había hecho. ¿Qué demonios? ¿Cómo pude terminar de esta forma solo con un par de besos?

—Quiero verte mañana aquí de nuevo a la media noche. Piensa en la respuesta a las preguntas que te hice Adele, ¿Estas satisfecha con lo que obtuviste al casarte con el señor Richie? No… En realidad la pregunta correcta es, ¿Obtuviste algo al casarte con Peter? —me preguntó Iván de forma cruel, alejándose de mi con pasos lentos.

—Por favor, solo rompe el compromiso, yo no puedo… —le supliqué desesperada.

—Mi querida Adele, temo que tú no tienes más opción que aceptar casarte conmigo, después de lo que has hecho, solo puedes volver aquí mañana, junto a mí a este infierno…

Mis ojos se llenaron de lágrimas por la vergüenza, mientras de reojo veía como él me daba la espalda y se iba de la habitación, dejándome hecha un desastre.

Y lo más triste es que él tenía razón, yo debía casarme con él, eso era lo único que pensaba mientras una de mis manos bajaba a mi abdomen acariciándolo suavemente.

Gracias a Peter Richie, no tengo más opción que afrontar mis pecados.

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