Los rayos de luz me empezaron a molestar, quería dormir un poco más. Al abrir mis ojos, vi un cuerpo a mi lado, empecé a levantar un poco más la mirada y lo encontré allí, acostado de un lado, sosteniendo su peso con el brazo y estaba sonriéndome.
Ésta ha de ser una de las maravillas del mundo, porque estoy presente ante la sonrisa más hermosa, y mi cuerpo se estremece ante su cercanía.-Buenos días, gatita. – saluda, con esa voz ronca, de recién levantado.-Hola. – es lo único que sale de mí.-¿Cómo amaneciste? – dice sonriente, y estoy segura que es porque mi rostro esta roja de la vergüenza que siento en estos momentos.-¿Sucedió? – pregunto, mientras me cubría totalmente con las sabanas.-Si. – susurra, y de un momento a otro siento su peso sobre mí. – Oficialmente ereUna vez liberada, me levanta en brazos y me encamina hasta el baño y cuando creo que nos daremos una ducha; me aprieta contra la pared.Lo escuche suspirar fuerte y su aliento en mi cuello. Escuche como abría el grifo de la ducha y el agua caía sobre nosotros perdiéndose entre nuestros cuerpos. - Me encantas. – susurra sobre mi hombro y yo me estremecí.Sentí su pecho pegado a mi espalda, sus caderas presionadas con mi espalda baja y una de sus manos metiéndose entre mis cabellos, enrollándolas y cerrando en puños. Su otra mano acariciaba mi vientre y bajaba de manera peligrosa. Tiro un poco de mi cabello y mi cuello quedo expuesto.- Eres hermosa. –musito casi inaudible, se sintió como algo tácito entre nosotros y después de eso, su mano comenzó a moverse de forma brutal. Sus benditas caderas comenzaron a imitar los movimientos de su mano y la pres
Dalbert BrownObservarla dormir es muy simpático. Ella es tan hermosa, tan inocente, tan tierna que hasta parece ingenua. Incluso hasta dormida hace esos gestos con la nariz que muchas veces me hacen querer sonreír.No le hice el amor, le demostré lo que me gusta, lo que soy y pude ver que eso la encendió. Fui posesivo, fui dominante, fui brusco e intenso, fui todo eso menos suave que hasta sentí temor de partirla por la mitad. Pero mi gatita se acoplo perfectamente a mí, a mi tamaño y a mis toques. Consumí hasta el mínimo detalle de su cuerpo, como si lo necesitara, como si fuese esa droga que mi cuerpo anhela a cada hora. Y es que efectivamente, lo es, porque el simple hecho de
La reunión llegó a su fin y como en cada una de ellas, todo salió bien. En compañía de mi hermosa asistente personal salimos de la sala de reuniones.- Te invito a cenar. – ella me observa de reojo y sonríe.- Tengo aun algunos pendientes, que, si no los termino, mi jefe me va a asfixiar. – mi mente pervertida va en la noche anterior. - ¿Te gustaría que te ahorque? ¿Otra vez? – susurro, sus ojos se dilatan, sus mejillas se sonrojan y sus labios se entreabren, pero no sale nada de ella.Le agarro de los brazos y la adentro conmigo al sanitario del lugar, cierro la puerta con pestillo y la aprieto contra la pared y si perder el tiempo un segundo más, me dispongo a devorar su boca.Besé su boca con ganas, bajé a su cuello mientras mis manos acariciaban sus piernas, y la levantaba para que la enredara en mi cintura. Sin perder tiempo mi mano busco su ropa inter
Estábamos tan sumergidos en nuestra burbuja que no nos percatamos de los movimientos en nuestro alrededor. De no ser por Luis y otros hombres ingresaron corriendo. Todo fue rápido, los ventanales estallaron y los disparos surgieron. Envolví a Olivia y nos lanzamos a suelo. Debía sacarla de aquí, la vi lagrimear por el miedo y me sentí impotente. La arrastré hasta la parte trasera del lugar, junto con algunos de nuestros hombres, y la saqué del lugar.- Nos tienen rodeados. – dijo uno de los hombres. - Maldita sea, ¿Cómo es que no se dieron cuenta que nos seguían? – grite colérico, mientras el frio viento azotaba mi rostro al pisar el callejo oscuro del restaurante. Corrimos hacia el otro lado, y Olivia sin dudar detuvo un taxi sin soltar en ningún momento mi mano, sus lágrimas corrían por sus mejillas y me dolía verla así, pe
Olivia CampbellCreí mi mundo acabarse cuando ocurrió el atentado en el restaurante. Sabía que algo pasaba, más no creí que fuera muy serio. Y me desespere tanto cuando el taxi acelero y vi el cuerpo de Dalbert caer al suelo. Grite, llore, suplique que me dejaran libre, pero nuevamente no pude hacer nada. Odiaba ser débil.Pero debía ser fuerte por él, estaba herido y yo siendo secuestrada. Sabía defenderme, mi hermano me inscribió, sabía algo, por lo que hice uso de todo lo que sabía para tratar de abrir la maldita puerta. Me quite el zapato de tacón que tenía y dudaba entre noquear al hombre o romper la ventanilla. Opté por la segunda opción,
Luego de la visita del doctor, de sus recomendaciones y miles de medicamentos que no tengo idea de cómo acordarme la hora de consumir, informó que mañana me darían el alta. Eso en arte me ha emocionado. Dalbert se encargó de ayudarme a darme una ducha y me mando a traer algunos productos de aseo y ropa. Un pijama para pasar la noche y otra para mi salida de mañana. Una vez vestida y recostada en la cama, Dalbert dio el pase para que puedan ingresar a verme, entre ellos estaba Camila y Fio, Paulo, incluso Luis pasó a saludarme, y me entregó un celular nuevo ya que el que tenía será utilizado para investigación. Mi novio no se separó en ningún momento de mí, sin embargo, lo veía cansado, y sabía que tenía que ir a trabajar. Una vez solos le dije que vaya a casa, a darse una ducha, a comer algo, a descansar. No quiso, pero finalmente acepto con la con
Desperté al día siguiente, por algunos ruidos y encontré a Dalbert sentado a un lado en el sofá perdido en sus pensamientos. Cuando se dio cuenta de que me encontraba despierta, de un salto llegó a mí y me abrazó. Estaba raro, su rostro no era ni de felicidad y mucho menos desprendía esa aura intimidante. Esta vez llevaba un rostro de preocupación.- ¿Está todo bien, cariño? – pregunto, lo conozco lo suficiente para saber que algo malo sucede. - Sí, todo está bien. - Anoche vino Verónica. – lo menos que quiero es tener secretos con él, por lo que decidí ser sincera. – Esa mujer esa obsesionada contigo. Su rostro se contrajo a penas le confesé. Tomo mi rostro y me besó. Definitivamente está raro. - ¿No te hizo daño?- No, no se atrevería. – sonreí –
Espero sentada en mi habitación, decir que estoy aburrida es poco. Dalbert no ha pasado ni un solo día por aquí y no ha contestado mis llamadas y eso me enoja más. Puedo preocuparme, pero el idiota está en la casa, de vez en cuando escucho su voz y si, lo escucho discutiendo con la mujer esa que aún no se ha ido.La puerta se abre y da paso a una de las sirvientas de la casa, quien como todos los días me trae la comida. La primera vez quise huir, pero el muy condenado trajo a un guardia en la puerta. El mismo hombre sigue allí, me observa y simplemente le hago una mueca de desagrado a lo que él sonríe.- ¡Sí, ríete! Ya veremos si después consigues trabajo. – y así mismo, su rostro se volvió serio. Le doy las gracias a la señora, pero antes de salir, me entrega un sobre. - Llegó esto para ti. – es lo que me dice. Asiento y ella