Tenía entendido que David se moría por María Joaquina, yo había fallado ante el juramento hecho a mis diecisiete años, ya teníamos dos años de novios a escondidas. Pero al irse y dejarme porque al señor Lizandro se le dio que debía perfeccionar el inglés…No soporté la lejanía, el ver las fotos enviabas a su hermana con nuevos amigos me dejé llevar por mi inseguridad y los refranes dé; el amor de lejos felices los cuatro. Ella me escribía y yo por enojo dejé de hacerlo.Me refugié en el alcohol, luego en el sexo. Supuse que, en un país tan avanzado, de mente abierta como lo era Estados Unidos, se habría dejado deslumbrar y también hacia lo mismo que yo. Cuando volví a verla, Dios llegó tan bella, con ese cuerpazo y ese trasero, me alegró que ingresara a la misma universidad.Yo no tenía cara para mirarla, seguía siendo la misma inocente niña de quien me había enamorado, sin embargo, yo no era el mismo, me había acostado con cuanta mujer se me ofreció. Le había fallado al juramento que
Teresa me miraba y ante el respeto que le tenía por tantos años no fue prepotente.—No se lo diré a nadie, créame, al parecer Dios me va a utilizar a mí para darle consejos y, logre salvar su matrimonio. No en vano tengo treinta y dos años de casada, la misma edad que tienes. —Me miró.» Ella, una vez dijo en una de las reuniones acostumbradas a hacer los fines de años, le escuchó a Martha decirme que sentía que su esposo le era infiel. Maju solo comentó. «El divorcio no es una opción, pero si tú no sabes cuándo tu esposo te dice la verdad o una mentira es mejor que te alejes». Martha le preguntó ¿Cómo se puede saber eso? Y ella muy segura dijo, el corazón lo sabe.—No te sigo, Teresa.—Solo tienes una oportunidad con su esposa, y esa es decirle la verdad por muy dolorosa que sea, nosotras las mujeres valoramos eso.—No tendré el valor de decírselo, he sido muy bajo.—Más que eso, me ha parecido un depravado. No repetiré sus bajezas, señor. Pero debe armarse de valor, confesar, demost
Llegué a la parroquia del padre Rafael Castro, me hicieron pasar al despacho parroquial, el lugar era ameno, limpio, tranquilo y muy sencillo. Una señora me ofreció un té. Luego el sacerdote ingresó, me dio la mano para saludarme.—¿Quieres que hablemos aquí, en los jardines o en el confesionario? —Me senté en uno de los muebles del despacho—. Perfecto, entonces aquí.—Gracias, padre.—Bueno, ¿continúas con la idea de anular tu matrimonio? —Le di un trago largo a mi té.—Quiero contarle mi historia, en este instante no solo necesito desahogarme, también un par de consejos, luego decido.—Bueno, hija, tengo dos horas, espero que sea suficiente.Le conté todo al padre, supo escucharme, no me interrumpió, llenó un par de veces más la taza con té y solo se limitaba a mover su cabeza de un lado al otro, afirmaba o negaba. Le dije, hasta lo mínimo, mis inseguridades, mis conclusiones y lo que ahora estaba pasando con relación a mi esposo. Había pasado una hora, una hora en la que solo hablé
Eran las cinco, César ya debió llegar a la casa, me había invitado a cenar, sin embargo, lo dejaré plantado. Mientras tanto debía hablar con Fernanda. Era mejor aclarar todo de una vez como lo recomendó el sacerdote. Quien iba a pensarlo, el señor resultó ser un buen consejero, me siento tan bien, él tenía razón. ¿Por qué debo sufrir yo?, si él fue quien falló. No era perfecta, pero no he faltado a mi palabra y mi conciencia se encuentra tranquila. Tomé mi celular y la llamé.—Hola, Maju. —noté la sorpresa en su voz.—Hola, Fernanda. —ingresé al carro—. ¿Nos podemos ver?, quiero hablar contigo.—Claro, ¿voy a tu casa?—No. De hecho, necesito llegar tarde y no soy como César.—Te entiendo, esa es una de las razones por la cual callé. ¿Dónde nos vemos y que podamos tomarnos un par de vinos?, así le daremos algo de que pensar a César, ¡con lo celoso! —solté la carcajada.—Sí, pero no llegaré muy tarde, mis hijos me esperan.—Nos vemos en el bar de la 93, el que nos gustaba, ¿te parece?—
¿Era lo único que iba a decirme? Llegaba tomada, quien sabe con quién se encontraba y yo como un idiota enviándole flores, ni siquiera se ha disculpado por dejarme plantado por la cena. ¡¿Qué se cree?! —Me había encerrado en el despacho, no quería ir detrás de ella y exigirle una explicación de con quién estaba.Me serví el cuarto vaso de whisky, «¿Qué vas a reclamarle? Has sido el patán, mereces eso y más, ¡no tienes derecho a reclamarle nada!» —mi voz interior salió en su defensa—. Merezco toda la mierda que estaba haciendo, no puedo reclamarle. ¿Con quién habrá pasado la tarde? Sonó mi celular, era Fernanda quise rechazarla, pero me acordé de su negativa para ir al viaje, debo convencerla a ir.—Dime.Muy seguro iba a regañarme como siempre lo había hecho. Nunca entendieron mi rechazo hacia mi esposa y malditas mentiras de David y Rocío.—Solo te llamaba para decirte lo que hace un momento le juré a Maju.¿Hace un momento? Eso quiere decir que mi Bonita pasó con ella, no pude evita
Me senté a desayunar con ellos.—Carmen, recuerda el horario de la medicina de Julián, y debe estar arreglado a tiempo, hoy tiene cita con Alex, ya sabes la hora de la cita.La nana, afirmó. Me ha ignorado, cumple con su papel de esposa, pero no me ha regalado esas bellas miradas que me daba cada mañana, cuando me pedía atención. Ahora que deseo corresponderle no lo hace.El refrán era cierto, nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Y esos ojos grises me supieron ignorar, los papeles se habían invertido. Era yo quien se deleita con descaro al mirándola, tenía su cabello castaño recogido en una cola alta.—¿Ya estás listo campeón?Su madre lo besó y la vi tomar las llaves, siempre se ha vestido increíble, elegante y recatada, da a entender el cuerpazo a su favor, sin ser exhibicionista.—Shi pa. —sonreía, Carmen me entregó la merienda y la maleta del niño.—Carmen, ¿a qué hora es la cita de Julián?—A las diez de la mañana.No quiere cenar conmigo, entonces debo tomar las carta
Llegamos un poco tarde por el trancón capitalino, ver a nuestro hijo mirando a través de la reja a que llegáramos, fue algo que no pasó desapercibido para ninguno de los dos.—Dios, a ese rostro no le puedo negar una hamburguesa.Acaricié su mano al escucharla decir eso, le guiñé un ojo a Julián, quien respondió con una hermosa sonrisa. Amo a mis hijos y fui un hijo de puta con su madre por marica, pero nadie puede decirme que no daría la vida por mi familia, mis hijos eran lo mejor de mi existencia y así tarde una eternidad enmendaré el daño. Esa mirada de alegría al vernos llegar nos cautivó, nos bajamos los tres a buscarlo. Cuando me entregaron a mi hijo el día de su nacimiento juré jamás volver a estar con otra mujer. Desde hace meses había puesto en duda los comentarios de Rocío.No porque no creyera, sino porque ya estaba comprobado de mi parte que solo la quería a ella y en mi mente le perdoné lo que nunca había hecho. Por eso era el viaje para hablar, sin embargo, explotó to
Lo había hecho, seguí los consejos de mis amigas. Estaba encerrada en el baño ahogando una carcajada. Cuando me lo sugirieron me dije que no, no iba a premiarlo. Y Fernanda me dijo que premio sería si le demostraba importancia, además tenía muchos años reseca y debía lubricarla.Y mira lo que hice. Al llegar desistí de eso cuando lo vi trabajando, y me puse a leer una novela erótica para terminar masturbándome. Sin embargo, él ingresó… ¿Le dije donante de esperma? Espero no se encuentre cuando salga. Me demoré un poco más… terminé bañándome de nuevo. Al salir la cama estaba vacía. Al menos hizo caso, me acosté desnuda.Al despertarme César abrazaba mi cuerpo y estamos desnudos, ¡Carajos!, ¿ahora qué hago? —recordé todo lo de anoche, mi frialdad cuando él fue delicado, le permití tocarme porque su endemoniada arrogancia en lo personal me gustaba. Por primera vez dominé en las pocas veces que estuvimos. Nunca negaré que lo amo a pesar de todo, y ese sentimiento era el que no me deja tom