¿Era lo único que iba a decirme? Llegaba tomada, quien sabe con quién se encontraba y yo como un idiota enviándole flores, ni siquiera se ha disculpado por dejarme plantado por la cena. ¡¿Qué se cree?! —Me había encerrado en el despacho, no quería ir detrás de ella y exigirle una explicación de con quién estaba.Me serví el cuarto vaso de whisky, «¿Qué vas a reclamarle? Has sido el patán, mereces eso y más, ¡no tienes derecho a reclamarle nada!» —mi voz interior salió en su defensa—. Merezco toda la mierda que estaba haciendo, no puedo reclamarle. ¿Con quién habrá pasado la tarde? Sonó mi celular, era Fernanda quise rechazarla, pero me acordé de su negativa para ir al viaje, debo convencerla a ir.—Dime.Muy seguro iba a regañarme como siempre lo había hecho. Nunca entendieron mi rechazo hacia mi esposa y malditas mentiras de David y Rocío.—Solo te llamaba para decirte lo que hace un momento le juré a Maju.¿Hace un momento? Eso quiere decir que mi Bonita pasó con ella, no pude evita
Me senté a desayunar con ellos.—Carmen, recuerda el horario de la medicina de Julián, y debe estar arreglado a tiempo, hoy tiene cita con Alex, ya sabes la hora de la cita.La nana, afirmó. Me ha ignorado, cumple con su papel de esposa, pero no me ha regalado esas bellas miradas que me daba cada mañana, cuando me pedía atención. Ahora que deseo corresponderle no lo hace.El refrán era cierto, nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Y esos ojos grises me supieron ignorar, los papeles se habían invertido. Era yo quien se deleita con descaro al mirándola, tenía su cabello castaño recogido en una cola alta.—¿Ya estás listo campeón?Su madre lo besó y la vi tomar las llaves, siempre se ha vestido increíble, elegante y recatada, da a entender el cuerpazo a su favor, sin ser exhibicionista.—Shi pa. —sonreía, Carmen me entregó la merienda y la maleta del niño.—Carmen, ¿a qué hora es la cita de Julián?—A las diez de la mañana.No quiere cenar conmigo, entonces debo tomar las carta
Llegamos un poco tarde por el trancón capitalino, ver a nuestro hijo mirando a través de la reja a que llegáramos, fue algo que no pasó desapercibido para ninguno de los dos.—Dios, a ese rostro no le puedo negar una hamburguesa.Acaricié su mano al escucharla decir eso, le guiñé un ojo a Julián, quien respondió con una hermosa sonrisa. Amo a mis hijos y fui un hijo de puta con su madre por marica, pero nadie puede decirme que no daría la vida por mi familia, mis hijos eran lo mejor de mi existencia y así tarde una eternidad enmendaré el daño. Esa mirada de alegría al vernos llegar nos cautivó, nos bajamos los tres a buscarlo. Cuando me entregaron a mi hijo el día de su nacimiento juré jamás volver a estar con otra mujer. Desde hace meses había puesto en duda los comentarios de Rocío.No porque no creyera, sino porque ya estaba comprobado de mi parte que solo la quería a ella y en mi mente le perdoné lo que nunca había hecho. Por eso era el viaje para hablar, sin embargo, explotó to
Lo había hecho, seguí los consejos de mis amigas. Estaba encerrada en el baño ahogando una carcajada. Cuando me lo sugirieron me dije que no, no iba a premiarlo. Y Fernanda me dijo que premio sería si le demostraba importancia, además tenía muchos años reseca y debía lubricarla.Y mira lo que hice. Al llegar desistí de eso cuando lo vi trabajando, y me puse a leer una novela erótica para terminar masturbándome. Sin embargo, él ingresó… ¿Le dije donante de esperma? Espero no se encuentre cuando salga. Me demoré un poco más… terminé bañándome de nuevo. Al salir la cama estaba vacía. Al menos hizo caso, me acosté desnuda.Al despertarme César abrazaba mi cuerpo y estamos desnudos, ¡Carajos!, ¿ahora qué hago? —recordé todo lo de anoche, mi frialdad cuando él fue delicado, le permití tocarme porque su endemoniada arrogancia en lo personal me gustaba. Por primera vez dominé en las pocas veces que estuvimos. Nunca negaré que lo amo a pesar de todo, y ese sentimiento era el que no me deja tom
Dejé a mi príncipe en el jardín, pasé por Patri a su casa, íbamos a pasar toda la mañana mirando las oficinas, tenía en una lista, lo bueno fue que Danilo nos dejó a cargo de eso. Dios manda a las personas en el momento preciso. Ayer nos lo encontramos, se puso a hablar con nosotras en el bar, nos dijo que tenía una semana de haber llegado de Inglaterra con su familia, ya tiene tres hijos, estaba buscando para montar su consultorio, y se me encendió el bombillo. Le propuse hacerlo entre los dos con los gastos compartidos, la condición era el tiempo de trabajo de mi parte, porque no quiero dejar de ser una madre de tiempo en casa para mis hijos. Y no tuvo problema. El proyecto era tener con el tiempo una clínica psicológica para tratar la mayoría de los traumas, eso me había motivado demasiado. Seriamos los únicos dueños, y eso de trabajar medio tiempo le llamó la atención, quería compartir con sus hijos, tenía un niño de siete años y un par de mellos de un año. Quedamos de almorzar
Me carcomía la ira al recordar su insinuación, ¡me tomó por un puto muñeco!, a mí. ¡A César Abdala! —Alejandro puso en el escritorio un vaso con agua y mucho hielo—. Para colmo ahora era socia de uno de los tipos que chorreaba la baba por ella, ¡no me enojan!Si quiere trabajar que lo haga, si ese era su deseo, no le costaba nada decírmelo, habría puesto una clínica a sus pies. «Nunca quisiste hablar con ella». Ahora tengo la bendita voz interior activada.—Cálmate hombre.Se sentó, Julián seguía en el portátil jugando a diseñar, entretenido. Al mirarlo un dejo de nostalgia se posó en mi pecho, estaba creciendo muy rápido.—No tengo idea de que hacer.La carcajada por parte de Alejo me hizo mirarlo enarcando una ceja. Era el padrino de Julián, y Fernanda era la madrina de Samuel.—Perdón, pero ver al omnipotente César Luis Abdala Villegas, el todopoderoso, ¿sin saber qué hacer? Mi querido amigo seré portador de malas noticias, ¡tu mujer va a bajarte tales humos! Al menos ella buscó e
Esperaba sus comentarios, suspiré.—¿Quieres dejarla ir sola?, por lo menos yo quiero vigilarla de lejos. —respondí.—Mi mujer caminando en esos zapatos, mostrando esas largas y perfectas piernas. —Carlos negó—. Así me toque soltarle la tarjeta de crédito al día siguiente para obtener su perdón, lo prefiero que imaginarme los zorros mirándola y acechándola.—Yo voy a quedar arruinado con mi mujer. Pero… que me desfalque la otra tarjeta.—Ni yo permitiré que otro mire el cuerpazo de la mía. Los espero a la misma hora, cazaremos a nuestras esposas.—Que mi mujer no se convierta en Chuky. —sonreímos ante el comentario de Carlos.—¡Dios te escuché!, porque Fernanda es muy capaz de darnos garrote a los cuatro, incluido a don Amín. —Alejo acertó.Apenas salí de la oficina, fui directo a la dirección suministrada por Carlos, nunca me opondría al trabajo de ella, pero le dejaré en claro a su socio que no se atreva a mirar a María Joaquina o le vuelvo a partir la cara. Llegué al edificio.—¿Pa
—César, cambia esa cara, solo quiero que ser admirada, eso no significa el permitirles acercarse. Vuelvo a decirte, no soy como tú, aunque tengo una gran excusa para igualarme a ti.» No obstante, tengo dos preciosos hijos y en sus miradas me dicen todos los días cuando me adoran, y por nada del mundo quiero que ellos dejen de admirarme. Eso incluye tener mi reputación intachable. Estaré con mis amigas y mi suegra.—Bonita.Apreté las manos, no querían que vieran su precioso cuerpo, era mío. «Díselo». Sigo siendo un cobarde.—Solo quiero sentirme deseada, que las miradas de otros hombres me suban el ánimo. Solo eso, si te molesta, lo siento. —sonreía, pero en su mirada había rabia.» Es una lástima, perdiste tu oportunidad, nunca comprendiste César, yo soy mujer de un solo hombre y lo seré hasta que nos divorciemos…Esa última frase fue la última gota de mi paciencia. La llevé hasta la isla, la senté y abrí sus piernas. Las respiraciones de los dos se volvieron jadeantes, aún no nos h