Recibió el trago ofrecido por mi padre, que se quedaron brindando con Deacon, mi suegro y Carlos a un lado. Mi corazón estaba a mil, al segundo a mi propio frenesí se unieron las notas del acordeón y se escuchó la caja al son de la guacharaca, junto a la voz impecable de mi mejor amigo.Esa voz oculta desde que terminó con Virginia, siento que él se autocastiga con eso, tan así era que la discoteca que tenían en común acuerdo está bajo la dirección de ella desde Dubái, porque Alejo jamás volvió y ahí era donde cantaba una vez al mes.Miré hacia la puerta, vi cómo asombradas salían mi suegra, mi madre, mi cuñada, Blanca, Carmen, Socorro, Fernanda y por último mi mujer con los ojos húmedos. Para todo el mundo era apoteósico ver de nuevo a Alejandro Daza. Su nombre artístico, escucharlo cantar, era el broche de oro para esta extraña noche.Sabía lo que significaba esa excepción de su promesa y le estaré eternamente agradecido por cantarle a la mujer de mi vida. Mis hijos se quedaron en l
¡Lo sabía!, le di la vuelta a mi mujer, la besé y en ese instante me quebré, me alejé un poco, y el hombre hermético, psicorrígido, serio, ahora lloraba sobre el pecho de la mujer más bella del mundo, mi esposa, puse mi mano en su vientre.No dije nada, solo dejé salir la última gota de dolor por este mal episodio y recibiendo lo nuevo. —Las manos de María Joaquina jugaban con mi cabello mientras yo seguía acariciando su vientre—. Cuando logré calmarme un poco. La miré.—Viene mi castañita de ojos grises. —verla reír se convertirá en mi nueva tarea.—Puede ser un varoncito.—No, cuando te hice el amor el día que nos despedimos, solo pensaba en ti y rogaba que esta vez, sí, metiera el gol.—¡César!—Lo siento, quería más hijos y siempre los querré contigo. Por eso te dio asco la carne, ¿cierto? —afirmó—. ¿Cuándo lo supiste?—Ayer, de hecho, cuando pasé a buscarte era para decirte y entregarte un re…—Benjamín te puso alguna restricción en la intimidad. —Ella negó.—Solo que no nos movi
Fuimos los últimos en llegar, esa era la idea, a César le pareció extraño que nos dirigiéramos hacia la capilla, en la entrada estaban mis padres y los suyos. Me miró. —¿Es lo que pienso que es María Joaquina? —afirmé. —En ese lugar están las personas que de alguna manera nos ayudaron a pasar este mal pase en nuestra relación, están los seres que nos regañaron, nos llamaron la atención, nos aconsejaron. Se enojaron con nosotros y al mismo tiempo confabularon para que volviéramos a estar juntos. ¿Quieres renovar votos matrimoniales conmigo? —sonrió y luego se puso serio y su actitud de preocupación me alteró. —Amor no tengo los anillos. —dijo. —¿Quién dijo que no? —Alejandro llegó, solo esperaba el momento preciso—. En mi defensa, me dijeron que debía hacer lo que fuera por sacarlos… —¡Los robaste! —dijo César sonriendo—. Ya te debo dos, amigo. Dos favores del alma. —Lo tendré presente para cobrarlos. Aunque no estemos muy bien con Sandra, obviamente fue invitada. Nos dirigimos a
—Sí, además Samuel está en brazos de la señora Magdalena y Julián parece estar enojado.—Después de discutir con Adara no se ha alejado de mi padre. Sabes Bonita, cuando llegó a nosotros molesto sentí un escalofrío al escucharlo decir que Adara no le caía bien, que quería apretarle los labios para que no hablara tanto. Creo que a Julián le gusta la hija de nuestros amigos.—¿Por qué lo dices?—¿Acaso no te acuerdas como te trataba a esa edad? —No me acordaba de eso, fue insoportable—. Amor, invité a varias personas para que pasáramos la tarde en la finca, nos quedaremos hasta el lunes.—Perfecto. Vámonos ya. —Era momento de volver a ser una familia.…***…Desayunábamos en familia de nuevo, teníamos la maleta lista para irnos a la finca hoy y regresamos mañana que era festivo. Antes de irnos pasaremos a la clínica a visitar a Fernanda y conocer a Gabriela, María Joaquina le tenía el detalle y Samuel también le tenía un dibujo. Una vez más recibiendo con agrado la belleza de lo cotidian
El matrimonio de Benjamín fue por lo civil, no podía por la iglesia, ya que su primer matrimonio fue de esa manera. Todos estábamos en la finca de Aurelio que era inmensa y preciosa. Estallamos en aplausos cuando el juez dijo, puedes besar a la novia.La fiesta fue llanera, sencilla, había comida para tirar pa’ el cielo, Maco se movía mucho en mi vientre, así le decimos las personas que no están de acuerdo con el nombre que César Luis Abdala Villegas quiere ponerle, ya desistí. Mientras la gente bailaba a mi lado llegó Santos, lo abracé fuerte, acarició mi barriga.—Entonces es una niña. —Mi hija seguía moviéndose.—Sí. María Constanza o Maco como le quieras decir.—Maco se escucha feo, no permitas que le digan así, su nombre, aunque no es tan común, no es feo, la bebé pateó y como él tenía la mano en mi barriga la sintió.—¿Cierto, muñeca?, María Constanza en lindo.—Es nombre de vieja, al igual que el mío. ¿Cómo va todo? Veo que ya acabaste con las sesiones de terapia con Danilo.—S
La fiesta de fin de año la íbamos a hacer en la finca de mis padres que tiene más habitaciones que la de mis suegros, habíamos invitado a mis amigos cercanos. Los Kozlov cancelaron y por justa razón, Alexey Kozlov llegó a la familia hace dos días, Vladímir no se lo cree, mi prima y Nadina están felices. Yo en mi sexto mes de embarazo. Llegamos ayer a Melgar, a mis padres les encanta tener la finca llena, cuando les pedí permiso para hacer una gran fiesta de fin de año porque este año fue un sinsabor, un año de dolor y enseñanza. Por eso queríamos despedirlo con la gente que apreciamos. Ellos están felices al igual que mis suegros. Me traje a Carmen, la necesito infinitamente, sobre todo por su ayuda con los niños, ya con la barriga no es lo mismo. Y a Socorro porque ahora hace parte de nuestro grupo, también me ayuda con la logística del evento, en este momento asignamos las habitaciones por familia para los que me confirmaron asistencia. —Señora Maju, quería contarle, anoche David
Se estaba demorando César, debí comentarle sobre nuestro aniversario, pero quería darle una sorpresa y no se acuerda de ella, lo espero con una cena romántica. —miré el reloj, tomé el celular, ¿debería marcarle? —. No era tan tarde, apenas eran las nueve de la noche, hace un par de horas hablé con él y me dijo que seguiría en la oficina.Escuché abrir la puerta del garaje. Sonreí por los nervios, ya era tiempo que vuelva a tocarme, por más que… no importa ahora, la idea era salvar nuestro matrimonio. Era lo único importante.Nuestra intimidad era poca, siempre ha sido así desde que nos casamos… Supongo debía ser por su problema. No sé si casarnos por lo sucedido fue la mejor decisión. —negué, tenía que alejar mis inseguridades—. Bajé las escaleras, nuestros hijos los había dejado con su tía Patricia, mi hermana se ofreció a cuidarlos para pasar nuestra noche.—¡María Joaquina! —llamó, debía extrañar la ausencia de los niños, los cuales no fueron corriendo a saludarlo.—Hola, ¿qué tal
Dichas situaciones eran las que me hacían continuar o por lo menos dar la pelea en mi matrimonio, entenderlo y ayudarlo a superar su situación. Quedó sentado, miró el reloj de la mesa de noche, eran las siete de la mañana, vivíamos a media hora del club. En varias ocasiones se nos había presentado una situación como esta y hacemos todo juntos, eso me hace sentir lo compatibles que podíamos ser. «Si eres tonta».—¡La puntualidad!, me confié, vaya cinco minutos más.Sonreí de su propio regaño, como si fuera sincronizado, mientras yo le saco la ropa, un gesto al cual lo tenía acostumbrado y a él le gustaba, que le recomendara el cómo se iba a vestir. Corrí de un lado al otro por la habitación, le dejé encima de la isla que tenemos en el vestidor, en el mismo lugar de siempre.Mientras él se vestía, yo me bañaba en tiempo récord, desde que nacieron mis hijos obtuve esa gran destreza. César era demorado para secarse los pies, tenía un ritual de casi cinco minutos, el cual me había parecido