Llegué a la parroquia del padre Rafael Castro, me hicieron pasar al despacho parroquial, el lugar era ameno, limpio, tranquilo y muy sencillo. Una señora me ofreció un té. Luego el sacerdote ingresó, me dio la mano para saludarme.—¿Quieres que hablemos aquí, en los jardines o en el confesionario? —Me senté en uno de los muebles del despacho—. Perfecto, entonces aquí.—Gracias, padre.—Bueno, ¿continúas con la idea de anular tu matrimonio? —Le di un trago largo a mi té.—Quiero contarle mi historia, en este instante no solo necesito desahogarme, también un par de consejos, luego decido.—Bueno, hija, tengo dos horas, espero que sea suficiente.Le conté todo al padre, supo escucharme, no me interrumpió, llenó un par de veces más la taza con té y solo se limitaba a mover su cabeza de un lado al otro, afirmaba o negaba. Le dije, hasta lo mínimo, mis inseguridades, mis conclusiones y lo que ahora estaba pasando con relación a mi esposo. Había pasado una hora, una hora en la que solo hablé
Eran las cinco, César ya debió llegar a la casa, me había invitado a cenar, sin embargo, lo dejaré plantado. Mientras tanto debía hablar con Fernanda. Era mejor aclarar todo de una vez como lo recomendó el sacerdote. Quien iba a pensarlo, el señor resultó ser un buen consejero, me siento tan bien, él tenía razón. ¿Por qué debo sufrir yo?, si él fue quien falló. No era perfecta, pero no he faltado a mi palabra y mi conciencia se encuentra tranquila. Tomé mi celular y la llamé.—Hola, Maju. —noté la sorpresa en su voz.—Hola, Fernanda. —ingresé al carro—. ¿Nos podemos ver?, quiero hablar contigo.—Claro, ¿voy a tu casa?—No. De hecho, necesito llegar tarde y no soy como César.—Te entiendo, esa es una de las razones por la cual callé. ¿Dónde nos vemos y que podamos tomarnos un par de vinos?, así le daremos algo de que pensar a César, ¡con lo celoso! —solté la carcajada.—Sí, pero no llegaré muy tarde, mis hijos me esperan.—Nos vemos en el bar de la 93, el que nos gustaba, ¿te parece?—
¿Era lo único que iba a decirme? Llegaba tomada, quien sabe con quién se encontraba y yo como un idiota enviándole flores, ni siquiera se ha disculpado por dejarme plantado por la cena. ¡¿Qué se cree?! —Me había encerrado en el despacho, no quería ir detrás de ella y exigirle una explicación de con quién estaba.Me serví el cuarto vaso de whisky, «¿Qué vas a reclamarle? Has sido el patán, mereces eso y más, ¡no tienes derecho a reclamarle nada!» —mi voz interior salió en su defensa—. Merezco toda la mierda que estaba haciendo, no puedo reclamarle. ¿Con quién habrá pasado la tarde? Sonó mi celular, era Fernanda quise rechazarla, pero me acordé de su negativa para ir al viaje, debo convencerla a ir.—Dime.Muy seguro iba a regañarme como siempre lo había hecho. Nunca entendieron mi rechazo hacia mi esposa y malditas mentiras de David y Rocío.—Solo te llamaba para decirte lo que hace un momento le juré a Maju.¿Hace un momento? Eso quiere decir que mi Bonita pasó con ella, no pude evita
Me senté a desayunar con ellos.—Carmen, recuerda el horario de la medicina de Julián, y debe estar arreglado a tiempo, hoy tiene cita con Alex, ya sabes la hora de la cita.La nana, afirmó. Me ha ignorado, cumple con su papel de esposa, pero no me ha regalado esas bellas miradas que me daba cada mañana, cuando me pedía atención. Ahora que deseo corresponderle no lo hace.El refrán era cierto, nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Y esos ojos grises me supieron ignorar, los papeles se habían invertido. Era yo quien se deleita con descaro al mirándola, tenía su cabello castaño recogido en una cola alta.—¿Ya estás listo campeón?Su madre lo besó y la vi tomar las llaves, siempre se ha vestido increíble, elegante y recatada, da a entender el cuerpazo a su favor, sin ser exhibicionista.—Shi pa. —sonreía, Carmen me entregó la merienda y la maleta del niño.—Carmen, ¿a qué hora es la cita de Julián?—A las diez de la mañana.No quiere cenar conmigo, entonces debo tomar las carta
Llegamos un poco tarde por el trancón capitalino, ver a nuestro hijo mirando a través de la reja a que llegáramos, fue algo que no pasó desapercibido para ninguno de los dos.—Dios, a ese rostro no le puedo negar una hamburguesa.Acaricié su mano al escucharla decir eso, le guiñé un ojo a Julián, quien respondió con una hermosa sonrisa. Amo a mis hijos y fui un hijo de puta con su madre por marica, pero nadie puede decirme que no daría la vida por mi familia, mis hijos eran lo mejor de mi existencia y así tarde una eternidad enmendaré el daño. Esa mirada de alegría al vernos llegar nos cautivó, nos bajamos los tres a buscarlo. Cuando me entregaron a mi hijo el día de su nacimiento juré jamás volver a estar con otra mujer. Desde hace meses había puesto en duda los comentarios de Rocío.No porque no creyera, sino porque ya estaba comprobado de mi parte que solo la quería a ella y en mi mente le perdoné lo que nunca había hecho. Por eso era el viaje para hablar, sin embargo, explotó to
Lo había hecho, seguí los consejos de mis amigas. Estaba encerrada en el baño ahogando una carcajada. Cuando me lo sugirieron me dije que no, no iba a premiarlo. Y Fernanda me dijo que premio sería si le demostraba importancia, además tenía muchos años reseca y debía lubricarla.Y mira lo que hice. Al llegar desistí de eso cuando lo vi trabajando, y me puse a leer una novela erótica para terminar masturbándome. Sin embargo, él ingresó… ¿Le dije donante de esperma? Espero no se encuentre cuando salga. Me demoré un poco más… terminé bañándome de nuevo. Al salir la cama estaba vacía. Al menos hizo caso, me acosté desnuda.Al despertarme César abrazaba mi cuerpo y estamos desnudos, ¡Carajos!, ¿ahora qué hago? —recordé todo lo de anoche, mi frialdad cuando él fue delicado, le permití tocarme porque su endemoniada arrogancia en lo personal me gustaba. Por primera vez dominé en las pocas veces que estuvimos. Nunca negaré que lo amo a pesar de todo, y ese sentimiento era el que no me deja tom
Dejé a mi príncipe en el jardín, pasé por Patri a su casa, íbamos a pasar toda la mañana mirando las oficinas, tenía en una lista, lo bueno fue que Danilo nos dejó a cargo de eso. Dios manda a las personas en el momento preciso. Ayer nos lo encontramos, se puso a hablar con nosotras en el bar, nos dijo que tenía una semana de haber llegado de Inglaterra con su familia, ya tiene tres hijos, estaba buscando para montar su consultorio, y se me encendió el bombillo. Le propuse hacerlo entre los dos con los gastos compartidos, la condición era el tiempo de trabajo de mi parte, porque no quiero dejar de ser una madre de tiempo en casa para mis hijos. Y no tuvo problema. El proyecto era tener con el tiempo una clínica psicológica para tratar la mayoría de los traumas, eso me había motivado demasiado. Seriamos los únicos dueños, y eso de trabajar medio tiempo le llamó la atención, quería compartir con sus hijos, tenía un niño de siete años y un par de mellos de un año. Quedamos de almorzar
Me carcomía la ira al recordar su insinuación, ¡me tomó por un puto muñeco!, a mí. ¡A César Abdala! —Alejandro puso en el escritorio un vaso con agua y mucho hielo—. Para colmo ahora era socia de uno de los tipos que chorreaba la baba por ella, ¡no me enojan!Si quiere trabajar que lo haga, si ese era su deseo, no le costaba nada decírmelo, habría puesto una clínica a sus pies. «Nunca quisiste hablar con ella». Ahora tengo la bendita voz interior activada.—Cálmate hombre.Se sentó, Julián seguía en el portátil jugando a diseñar, entretenido. Al mirarlo un dejo de nostalgia se posó en mi pecho, estaba creciendo muy rápido.—No tengo idea de que hacer.La carcajada por parte de Alejo me hizo mirarlo enarcando una ceja. Era el padrino de Julián, y Fernanda era la madrina de Samuel.—Perdón, pero ver al omnipotente César Luis Abdala Villegas, el todopoderoso, ¿sin saber qué hacer? Mi querido amigo seré portador de malas noticias, ¡tu mujer va a bajarte tales humos! Al menos ella buscó e