Esta vez he sido yo la que ha pasado en el rincón del lamento, desde la mañana, ya era mediodía y como deseo una carne asada con muchas papas a la francesa y una deliciosa gaseosa con mucho hielo.He pasado recordando a mis hijos, ¿qué estarán haciendo? ¿Julián seguirá en sus clases de Tenis? Samuel… ¿Cómo se estará portando mi bebé? Ese terremoto. César, por favor, apúrate, cada día que pasaba, me iba llenando de rabia contra él, y no debería, yo lo perdoné.¿Por qué era tan difícil, Dios? ¿Por qué debemos pasar por tal prueba?, hoy siento que el mundo se me vino encima, ¿qué más debemos vivir en este infierno? —acaricié mi vientre, no ha crecido mi vientre y no tenía que ser doctora para saber que mi embarazo no va como debería.—Cielo, te has portado muy bien, pero esos deseos con comida aquí no te puedo complacer.—Maju. —Vladímir se sentó a mi lado, ya todos sabían que éramos familia—. Tú solo te sientas por unos pocos minutos en este lugar, hoy llevas toda la mañana. ¿Debemos pr
Desde el mediodía de ayer he tenido una gran zozobra en el pecho. «Bonita». —susurré, no demora en llegar Patricia, mi celular sonó, era Jenaro.—Señor, ya tengo las grabaciones y un listado de nombres con pagos por tarjeta sin revisar, no puedo regresar hoy, me acaba de llamar la esposa de un señor, también la hermana de uno de los casos que fueron denunciados en la policía.» Uno es de hace tres años y el otro de hace seis meses, viajo a Villavicencio y luego a Bucaramanga. Trabajaré desde el hotel, a mi regreso le diré todo. ¿Llamó a la señora Socorro?—No lo he hecho aún, estoy esperando a Patricia, por cierto, necesito que ella tenga vigilancia.—Me adelanté a eso, señor. Tengo dos personas de mi confianza, puede hablar con ellos cuando guste,—Lo hablaré con Patricia y luego te comento. ¿Cuándo regresas?—Mañana en la tarde.—Bien. Suerte con todo.—Gracias, señor.El teléfono de la oficina sonó, me acerqué al escritorio, tenía una hora mirando por la ventana, anoche no pude dor
La cena fue como todas las anteriores, Yamile se esforzaba por hacer delicias, cené, pero no me llené, quería otra cosa, quería correr, quería gritar, me perdí en mis pensamientos y recuerdos con mi esposa.El reguero de Samuel me trajo de nuevo a la realidad, regó el jugo, rara vez pasaba invicto. Mi suegra le ayudó entre risas, pero al mirarme le di a entender que luego lo regañaría, aunque sería mentira, que sienta, no era correcto que siempre haga regueros.La noche como todas desde la ausencia de mi mujer, cuatro horas y luego desesperación e impotencia. La rutina, los niños al colegio, por inercia me arreglo. Desayuno, pero no tenía hambre, Carajos quería llorar.Intenté concentrarme en el trabajo, desde ayer tenía los anillos en mis manos, juego con ellos, me hace sentir cerca de ella. Entre más pasaban los minutos, más impaciente me encontraba, a eso de las cuatro llegó Alejandro, Fernanda y Socorro a mi oficina. Me pareció extraño.—César, me llamó Jenaro y pidió que viniera,
Si mis problemas eran grandes porque teníamos enemigos externos, los de Alejandro eran peores, él duerme con el enemigo. La conversación se acabó, Jenaro amplió la imagen y en la mesa de al lado vimos a Rocío con gafas y su celular.—Es evidente que ella escuchó lo dicho por la señora Sandra a su madre.—Jenaro investiga a mi mujer, solo falta que ella tenga vínculos con Rocío.—No los tiene, eso ya lo comprobé. —Alejo miró a Fernanda, le dijo «lo siento», en un susurro.—Es evidente que ella tiene una red de extorsión. —dije. Tenía tanta ira, después me doy palo, ahora necesitaba rescatar a mi esposa.—Carlos. —Los presentes se quedaron en silencio—. ¿El material que tenemos es suficiente para capturarla? Por favor, encárgate.—Deja todo en mis manos, Rocío pagará por sus crímenes.—Jenaro, ¿qué sabes del jefe de Garriga?—Espera de esa información. —necesitaba quedarme solo.—Jenaro, excelente trabajo —dije.—Ya sé a quién acudiré para las investigaciones de mis casos.Comentó de un
La misa terminó, el padre ingresó a un cuarto, la gente fue desapareciendo mientras yo seguía sentado en la misma banca hace más de hora y media. ¿Cómo veré a mis hijos a los ojos?, no puedo hacerlo cuando por mi culpa les arrebaté a su madre y la sometí a quien sabe qué maltratos. Rocío por rabia era capaz de hacerle las peores barbaridades, todo por su obsesión, según ella se enamoró y eso no era amor, era una obsesión enfermiza. En mis sesiones de terapia me he dado cuenta de la enfermedad que padecía. Pero ella estaba loca. Todas las veces que esa mujer se arrastró en busca de un poco de atención y siempre encontraba una negativa de mi parte, solo caía tomado y celoso por lo que me mostraba. Fui un miserable que caía en vez de ser valiente y encarar a mi esposa. Sin embargo, la obsesión de Rocío nunca la entendí, sin duda estaba loca, y por mi culpa mi mujer pagaba las consecuencias. —¿César? —Era el padre, habían apagado las luces del fondo de la iglesia—. ¿Pasó algo? Los ojos
El abogado negó.—Me cuentas cualquier cosa, Deacon no debe demorar en llegar a la constructora, me gustaría estar presente.—En la tarde nos vemos, ya tengo los documentos listos a la espera de la firma de él, además les presentaré quien será el abogado encargado de todo, sabes que ese no es mi fuerte y con esto tendré trabajo por un buen tiempo.—Solo quiero que esa mujer pague con todo el peso de la justicia y ni se te ocurra obtener veinticinco años para que el sistema le den doce por buen comportamiento, luego otros seis porque se comió las tres comidas y trabajó en la cárcel para terminar pagando tres años.—No te preocupes, ella tendrá la máxima condena, sin derecho a nada, también deberán tratarla de modo psiquiátrico, es evidente su locura. —Como quisiera tenerla en frente y darle su tunda por haberse metido con el pene de mi marido sin su permiso. —Nos miramos un segundo, luego todos reímos ante el comentario de Socorro.—Te llevarías muy bien con mi esposa.—No somos las
—César estás dando justificaciones, ¿Qué pasa en realidad?—Tal vez señor Lizandro, quiero que sepan todo. Cuando Rocío llegó a mi oficina hace ocho años con unas de esas fotos dijo que era el cuernudo más grande del mundo y esa eran las pruebas, y mientras yo me partía el lomo trabajando, ella se revolcaba en los viajes relámpagos realizados con su hermana.—¡Maju jamás te ha sido infiel! Yo siempre viajaba con ella. —dijo Patricia.—Ahora lo sé, hace ocho años no lo sabía. Tampoco le reclamé a tu hermana, lo callé, y los celos… a los tres meses volvieron a enviarme otras fotos, luego otras. Y en una noche en la que no llegué a casa temprano porque lamía mis supuestos cachos, y por haber tomado me acosté con Rocío.—¡Le fuiste infiel a mi hija! —El señor Lizandro estalló, levantándose en cólera—. ¿Me quieres decir que por tu amante mi hija se encuentra quien sabe en dónde? ¡Eres el maldito culpable!Patricia volvió a taparse el rostro y lloró más fuerte en los brazos de su esposo, mi
Luego de algunos minutos en silencio, José Eduardo habló.—Todas las familias tienen secretos y pasan por penurias. —habló mi cuñado—. Unos perdonan una cosa, otros, otra. Pero somos familia después de todo. Y lo que amo de la familia de mi mujer son la clase de mujeres que son.» Puedo ser un poco machista, así me criaron, mi mamá a menudo decía; mira a la suegra y así será tu esposa, las mujeres de la familia son mujeres de un solo hombre, no me refiero a ese tema de la virginidad, es al hecho en que se mantienen firmes con su esposo.» Mi suegra tiene treinta años de matrimonio, Maju nueve y por lo confesado por César, te aguantó mucho, por eso escogí a Patricia, veo cómo Socorro después de su divorcio aún sigue esperándolo.» Amo esto que acabo de ver, como familia. Y César, si tú no hicieras bien tu trabajo como padre, Julián no hubiera hecho, ni dicho lo que te dijo. Espero mis hijos también me llamen héroe. —dijo lo último mirando a su esposa. Ella sonrió, lo besó y se acurrucó