Frágil caballerosidad. Aún con muchas dudas bajé las escaleras dispuestas a enfrentar lo que me estaba esperando en el comedor. Había demasiado silencio en la casa, era obvio que el personal de servicio nuevamente nos había dejado a solas, tragué grueso e intenté sacar valor de lo más profundo de mi alma para no arrepentirme.Tras el arco que da entrada a el elegante salón comedor me encontré con una mesa divinamente dispuesta decorada con el mantel de seda, candelabros y arreglos en finas cristalería. Admito que era un deleite a la vista un detalle que habría dejado boquiabierta a más de una pero en mi caso lo único que consiguió fue acrecentar mi desconfianza. Jack permaneció sentado en la cabecera mirándome fijamente con ojos chispeantes, al parecer mi atuendo logró su cometido y lo impresionó más de la cuenta sin embargo mi rostro permaneció inerte aunque admito que en el fondo me gustó mucho su expresión al verme. — ¡Wow! Estás preciosa y mira que pensé que no se podía. Tenías
Un trauma del pasadoPara entender mejor lo difícil que serían los acontecimientos que siguieron a esa frase debo contar algo de mi pasado, no es una historia fácil de decir pero creo que me hará bien desahogarme forma parte de las heridas que debo sanar y que de alguna manera me marcaron para siempre.Una tarde cuando iba de regreso a casa después del colegio fui abordada por un grupo de hombres en una camioneta blindada de color blanco las imágenes son tan claras que casi puedo sentir que lo estoy reviviendo tres de ellos me sujetaron por la fuerza y me obligaron a subir. Bruscamente mi amordazaron y me lanzaron al suelo de la camioneta el papel ahumado hacía imposible que cualquier persona pudiera ver lo que sucedía dentro de ese armazón de latón, recuerdo que colocaron cuerdas en mis tobillos muñecas y luego una capucha gruesa oscureció toda mi visión. — Quédate quieta niña si colaboras no va a pasarte nada nuestro problema no es contigo.Evidentemente No podía hablar entre el p
El trato— ¡Diana cariño! Aun no puedo creer que seas tú — Dijo su padre a duras penas, la enfermedad que sufría estaba tan avanzada que al terminar de hablar fue víctima de un fuerte ataque de tos. Como pudo hizo un esfuerzo por recostarse sobre el espaldar de la cama. Estaba muy débil. — Creeme, tampoco puedo creer que estoy aquí — respondió distante, era como si no le afectara verlo en esas condiciones. Las heridas del pasado seguían ardiendo impidiéndole fingir preocupación — Gracias por venir cariño, era muy importante para mí volverte a ver. Siempre he lamentado los errores del pasado — Su respiración era pausada, por el dolor que sentía cada vez que sus pulmones se llenaban de aire. — Eso me cuesta creerlo, a fin de cuentas, sigues con esa mujer, pero no es ni el lugar, ni el momento para hablar de eso. — El hombre de pálido aspecto, agachó la mirada guardando silencio. Sabía perfectamente que no importaba lo que dijera la opinión de su hija no cambiaría. Tras un incómodo
Imposible olvidar Rápidamente intervinieron para quitárselo de encima, forcejearon algunos minutos hasta que consiguieron apartarla de su lado, Alfonzo estaba totalmente fuera de sí, hecho una furia, apenas si podían sujetarlo. Ella estaba hecha un manojo de nervios, no dejaba de llorar así como tampoco podía controlar el temblor en su cuerpo, era tanta la adrenalina que sentía que no se había dado cuenta de su herida. Cuando por fin se calmaron los ánimos, obligaron a su cuñado a disculparse con ella frente a toda la familia, para después llevárselo de allí. Solo entonces, fue que notaron la sangre escurriendo por el cuello de Diana. — ¡Señorita Harper está herida! — Exclamó la enfermera.La mujer buscó todos los implementos para curarla casi de inmediato, mientras la atendían, pensó que a pesar del amargo momento que acababa de pasar, no podía negar la satisfacción que sintió al ver a ese hombre pasando por la humillación de tener que pedirle perdón. Verlo así, prácticamente de
— ¡No puede ser! — se cubrió la boca con las manos y dejó caer el celular de la impresión. Aún inmóvil y sin ninguna expresión en el rostro, Jack permanecía con los ojos abiertos. Rápidamente se acercó a él pero estaba tan sorprendida que su primera reacción fue disculparse insistentemente, por el temor a creer que éste pudiera haber oído sus murmullos. — Perdóname — repitió una y otra vez, sujetando su mano y apoyando la cabeza sobre esta.Sin embargo, al levantar la mirada se fijó que sus ojos nuevamente estaban cerrados, agitada y dudosa al mismo tiempo se quedó inmovil — ¿Será que fue producto de mi imaginación? No, yo vi que estaban abiertos, sin embargo, ha sido un día muy estresante, lo más probable es que mi subconsciente me haya traicionado, ¡Si eso es! estaba alucinando. No le fue difícil caer en negación, habían sido tantas las emociones que experimentó durante el día, que tanto su cuerpo como su mente estaban saturados, era lógico que pensara que esta última le había
Algunos días más tarde, acudió a la clínica de fertilización en compañía de su suegra, para iniciar todo el proceso de preparación para concebir al pequeño heredero. Años atrás antes de su matrimonio Jack, tomó la decisión de congelar muestras de esperma, por si en un futuro tenía problemas para concebir de la forma tradicional, situación de la que estaba sacando provecho su madre para conseguir el embarazo de Diana… La primera indicación que recibieron por parte del doctor fue un tratamiento hormonal que la ayudara a preparar su cuerpo para la implantación posterior del embrión. Vitaminas, inyecciones hormonales, cambios en su alimentación, en fin, pasos que debía cumplir al pie de la letra si quería alcanzar exitosamente el embarazo. Los días siguientes fueron bastante estresantes para Diana, las hormonas que recibía estaban haciendo estragos en su estilo de vida. Podía pasar de la emoción al llanto en cuestiones de segundos, estaba más sensible respecto a algunos temas y la matab
Una noche para recordarLa mirada de Diana estaba fija en la rosa blanca que dejó sobre la urna de su padre, lentamente los trabajadores del cementerio la bajaron a lo profundo del hoyo de tres metros, con unos cables que corrían a través de una polea oxidada. Sintió aquella escena como el final de un ciclo, cuyo cierre fue la tierra cayendo sobre la madera de roble, acompañada de las gotas de lluvia. Lo inexpresivo de su rostro cubierto por la gafas de sol, no cambia el hecho de que la muerte de su padre le afectó más de lo que creía, no importa cuando quisiera aparentar que no era así. — Señorita, perdone que la interrumpa, pero debemos irnos — El tono de voz preocupado que oyó la sacó de su trance. — ¿Qué sucede? — Disimuladamente seco las pequeñas lágrimas que corrieron por sus mejillas.— La señora Taylor va camino al hospital. No tengo los detalles pero dicen que se puso muy mal. — Dijo inquieto su guardaespaldas.. Sin dudarlo corrieron al auto y se encaminaron hacia la sala
Camas SeparadasConsternada, se quedó parada tras la puerta al salir de la habitación, jamás habría imaginado que su suegra pudiera tener semejantes sentimientos de odio hacia su hijo, en especial luego de ser testigo de la preocupación que expresó mientras estuvo en cama. — ¡Qué clase de familia a la que vine a parar! es incluso peor que la mía. Nunca esperé que reaccionara así, dejó muy claro que no quiere tener hijos; tengo que pensar lo que voy a hacer, cuál va a ser el siguiente paso. Todo este tiempo me imaginé a un hombre distinto. Que equivocada estaba. La voz del guardaespaldas la sacó de sus pensamientos — Señora, debemos irnos — señaló tajante. Diana aun en trance no lo contradijo, simplemente lo siguió hasta el lugar donde dejaron el auto estacionado. Mientras iban camino a la mansión Taylor, no dejó darle vueltas al asunto en su cabeza. — Esa mujer lo culpo por la muerte de su padre. Ahora que lo pienso, también insinuó que padece un desorden mental, mejor dicho, c