Cerca de las ocho de la mañana del día siguiente, Diana tomaba asiento en una de las mesas al aire libre de una cafetería campestre. Resultaba extraño que no hubiera señales de su ex, sin embargo, se mantuvo tranquila, ordenando simplemente una taza de café au lait. — Tan puntual como siempre — dijo arrogante el hombre, mientras rodaba la silla para sentarse frente a ella. — Y como siempre llegas tarde ¿Qué era eso tan importante para lo que me hiciste venir? — Tranquila, no seas tan agresiva Mejor comamos algo y conversemos como en los viejos tiempos ¿Recuerdas lo felices que éramos? — ¿Me citaste aquí para hablar del pasado? ¿Es en serio? No tengo tiempo para estas estupideces — molesta se levantó recogiendo su bolsa. Hizo amago de irse pero él la sujetó por la muñeca. — ¿A dónde crees que vas? no hemos terminado de hablar y créeme que te interesa lo que tengo que decirte. De mala gana Diana se liberó de su agarre lanzándole una mirada cargada de desprecio. Altiva volvió a sen
Revelaciones — Siempre supe que eras un miserable, pero jamás creí que serías un asesino — La rabia con la que habló enmudeció la casa. La más consternada de todos era Diana, escuchar que el hombre que durante unos años consideró el amor de su vida, ser llamado asesino por parte de su hermano menor, era imposible de creer aunque lo estuviera presenciando de primera mano. — ¡¿Qué está pasando aquí?! — El sonido de su voz inmediatamente atrapó la atención de Jack, quien con los ojos rojos carmesí volvió a verla. — ¡Vamos! ¡Dile! — destilando rabia instó a su hermano — ¡Cobarde! ¿Por qué no le dices la verdad? —El miedo era visible en el desfigurado rostro de Alfonso, la sangre que cubría su nariz le hacía aún más difícil respirar, por lo que lanzaba grandes bocanadas de aire. Jack no escatimó esfuerzos en presionarlo para que hablara, estaba totalmente fuera de sí, como si de la nada hubiese perdido la capacidad de ser piadoso. Podría decirse que el más sanguinario de los mafi
En otra habitación, aun bajo los efectos de la adrenalina que corría por sus venas, Jack destruía todo lo que se atravesara en su camino. Arrojó las fotografías familiares a la pared, quebrando los cristales de los portaretratos. Estaba histérico, a pesar de haberle dado “una lección” a su hermano, eso no calmó el fuego en su sangre. — ¡Maldito miserable! — grito desde el fondo de sus pulmones, pateando el hermoso sillon de cuerpo tallado a mano que estaba junto a él y que había sido un regalo de Alfonzo para su padre años atrás. — Siempre supe que eras una sabandija, aprovechándose de todos a tu alrededor para satisfacer tu ambición. Por tu culpa, estuve preso en mi propio cuerpo durante años. No hay nada con lo que puedas saldar esta deuda. Hablaba con el mismo sentimiento de tener a su hermano enfrente, era como si estuviera siendo víctima de un trance, en el cual repetía una y otra vez la discusión con su hermano y en cada oportunidad cosas más hirientes salían de su boca. La c
Soy tu dueño Lejos de querer corresponderle, se liberó de su boca y lo miró con odio — ¡¿Es de eso de lo que se trata todo esto?! ¿Crees que soy un objeto al que puedes tomar cuando te dé la gana? — Intentó cachetearlo, pero este detuvo su mano con fuerza sometiendola entre sus brazos, pegándose a su cuerpo. La diminuta distancia que había entre ellos, hacía posible que sintieran sus respiraciones, que escucharan el palpitar de sus corazones. Para Diana, era un autentica tortura, puesto que algo indescriptible estaba sucediendo con su cuerpo, se estaba embriagando con el aroma del aliento de Jack, ¿Acaso era un efecto del beso? ¡Quién sabe! no podía estar segura. Lo cierto es que la atraía igual que un imán. Esa aura misteriosa que la invadía, había hecho que sin darse cuenta dejara de forcejear, solo se quedó allí, sintiendo el calor de su cuerpo, extasiada por su vigorosidad. — ¿Qué sucede? ¿Adonde se fue la mujer impetuosa de hace un rato? — preguntó con malicia, acercándose pe
A la mañana siguiente Diana despertó en su habitación cubierta por finas sábanas de seda color nacar. Desorientada lentamente se acomodó en el espaldar de la cama, sosteniendo su cabeza como si se le fuera a caer en cualquier momento. Cuando los primeros haces de luz entraron en sus ojos, sintió un dolor punzante tan intenso, parecido a mil agujas entrando por su córnea. Parecía que acababa de salir de un largo sueño, incluso, sentía estar en un mundo paralelo, pero para poder entenderla, qué mejor que conocer la historia en sus propias palabras… Diana: El dolor de cabeza que sentía era tan fuerte que no sabía cómo describirlo con palabras. En mis años de escuela de medicina, jamás había experimentado una cefalea tan intensa, ni siquiera durante las largas noches de insomnio anteriores a los exámenes finales. Apenas si puedo mantener los ojos abiertos, mientras me pregunto ¿Cómo llegué hasta aquí?Para mi sorpresa, la pregunta vino acompañada por destellos fugaces de una parcial re
Malversación Estaba en Shock, sabía que mi padre me había heredado la compañía, pero no fue sino hasta ese instante que comprendí la magnitud de ese hecho, con las miradas de todos encima mientras el abogado principal hacia lectura de un acta que escuchaba difusa igual que el canto de una ballena azul. El hombre no dejó de repetir que a partir de ese momento era la presidenta de la compañía, con el 70% de las acciones, no solo de esa firma, sino también de otras asociaciones donde mi padre fue el mayor inversionista, todas dedicadas al campo de la investigación medicinal.— ¡Esto tiene que ser una broma! ¡Que alguien me explique! ¿Dónde está mi participación en esta empresa? —Exigió al borde un ataque de histeria mi madrastra. Sin duda, las más afectadas por las revelaciones de los abogados fueron ellas, al parecer, contrario a lo que creí mi padre fue tan estupido, quizas en el fondo siempre supo que esas mujeres estuvieron a su lado únicamente por interés y decidió darles su mere
En la sombraAl igual que Diana, Jack se encontraba muy afectado por la noche que pasaron juntos en su despacho caminaba de un lado a otro buscando excusas para ir a verla sin embargo su orgullo no le permitió hacerlo. Era un hecho notable que tenía fuertes sentimientos hacia su esposa, pero su deseo de venganza era más poderoso que todo eso. No podía perdonar les olvidó, es más no quería perdonarle su olvido. Por esa razón tan pronto como se quedó dormida la cargo para llevarla a su habitación del otro lado de la mansión no podía darse el lujo de despertar a su lado porque de hacerlo no tendría fuerzas para llevar a cabo su plan. Una fracción sumamente pequeña de su interior quería olvidarse del pasado y empezar algo distinto en el presente, disfrutar del hecho que ahora era su esposa que podía tenerla Cuando quisiera es más deseaba amarla con la misma devoción que lo había hecho en secreto durante años sin siquiera saber su nombre pero no no lo haría por la simple razón de que ell
¿Que se supone debo hacer?Esa pregunta se instaló en mi cabeza desde que caí en cuenta lo complicado de mi situación acababa de heredar una empresa llena de deudas, cuyos acreedores querían hacer pedazos y con ello arrebatarme la posibilidad de una cura para mi hijo. Estaba al borde de la locura por más que pedí explicaciones nadie supo dármelas ¿Qué se supone debería ser? ¿Confrontar a mi esposo o quedarme de brazos cruzados? Porque aceptar sus condiciones era condenado a muerte a mis hijos y de ninguna manera iba a permitirlo. Confundida y con miles de preguntas similares a esa rondando mi cabeza opté por hacer lo único sensato que vino a mi mente: buscar a mi madre. Desde que me mudé a la mansión ella se había hecho cargo del pequeño Nick, lo cuidaba como nadie y esa era la única razón por la cual podía mantenerme lejos de él pero ya no aguantaba más no solo quería un consejo si no también un abrazo de mi hijo lo necesitaba sentía que era la única manera de recobrar el rumbo y m