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Imposible olvidar

Imposible olvidar 

Rápidamente intervinieron para quitárselo de encima, forcejearon algunos minutos hasta que consiguieron apartarla de su lado, Alfonzo estaba totalmente fuera de sí, hecho una furia, apenas si podían sujetarlo. Ella estaba hecha un manojo de nervios, no dejaba de llorar así como tampoco podía controlar el temblor en su cuerpo, era tanta la adrenalina que sentía que no se había dado cuenta de su herida. 

Cuando por fin se calmaron los ánimos, obligaron a su cuñado a disculparse con ella frente a toda la familia, para después llevárselo de allí. Solo entonces, fue que notaron la sangre escurriendo por el cuello de Diana. 

— ¡Señorita Harper está herida! — Exclamó la enfermera.

La mujer buscó todos los implementos para curarla casi de inmediato, mientras la atendían, pensó que  a pesar del amargo momento que acababa de pasar, no podía negar la satisfacción que sintió al ver a ese hombre pasando por la humillación de tener que pedirle perdón. Verlo así, prácticamente de rodillas ante ella, fue más gratificante de lo que esperaba. De cierta forma, después de tantos años, obtuvo algo de justicia. 

Luego de curarla, la llevaron a la habitación de su esposo ahora sí podría verlo. Lentamente se acercó hasta la cama, fue entonces cuando todo su cuerpo quedó paralizado, el corazón se le aceleró por el miedo que sintió al reconocerlo.

— ¡No! — susurró, llevándose las palmas a la boca — Tiene que ser una broma, no puede tratarse de él — exclamó consternada. El rostro inerte de su esposo desencadenó recuerdos que tenía muy bien guardados — ¡Dios mio! de todos los hombres en este planeta, justo tenía que casarme con el padre biológico de mi hijo — Susurró, frotando sus manos como gesto nervioso, pero a pesar de la tensión que experimentó en primer momento, luego de un rato empezó a reflexionar en voz alta. 

— Todavía me resulta increíble que por una aventura de una sola noche, mi pequeño Mateo haya llegado a este mundo, de no haber bebido tanto y entrado a la habitación equivocada, no sería nuestro hijo — Se atrevió a murmurar. Abrumada por todo lo que en pocas horas le había ocurrido, tomó asiento en la butaca junto a la cama, respiró profundo e inevitablemente terminó recordando aquella noche donde todo comenzó. 

Aquel día recibió la noticia, que después de mucho sacrificio y esfuerzo había sido aceptada para trabajar en la empresa de su tutor académico, algo que anhelaba desde que inició su carrera. estaba tan emocionada, que lo único que quería hacer era ir a contarle a su novio y salir a celebrar juntos. Entonces, regresó a casa más temprano de lo habitual. 

Para ese entonces, su novio se quedaba la mayoría de las noches en su departamento, por lo que estaba segura que lo encontraría allí. Para su sorpresa, terminó descubriendo la escena que le rompió en mil pedazos el corazón. 

Al abrir la puerta de la habitación, descubrió a su hermanastra encima de su novio fundidos en un beso apasionado, apenas cubiertos por algunas sábanas y completamente entregados el uno al otro.  Atonita dejó caer la botella de vino que había comprado para la ocasión, por el estruendo los amantes se percataron de su presencia, separándose inmediatamente. 

— ¡Cariño! no es lo que parece — se apresuró a decir tapándose con la tela y alejándose de la otra, quien muerta de risa disfrutaba al máximo el sufrimiento de su hermanastra. 

— ¡Eres un desgraciado Alfonzo! ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Y con ella? ¡Son unos miserables! — Furiosa, les arrojó lo primero que estuvo a su alcance entre reclamos e insultos. 

— ¡Mi amor por favor!

— En tu vida, vuelvas a decirme mi amor ¡En tu vida! — Como pudo se vistió para perseguirla, dando traspiés para subirse los pantalones. Suplicando una oportunidad para explicar lo que sucedió. Furiosa, salió de allí llorando y con el alma hecha pedazos. 

— ¡Diana, espera por favor! — Se detuvo al escucharlo, con los ojos aguados volteo para verlo terminar de ponerse la camisa, sintiéndose indignada — Cariño, por favor déjame explicarte, las cosas no son como parecen — Lo cacheteó antes que terminara la frase. 

— No puedo creer, que me creas tan estúpida — Reprochó con la voz quebrada — Esto se acabó Alfonzo, no quiero volverte a ver en mi vida. Anda regresa a divertirte con la resbalosa de mi hermanastra y a mi déjame en paz.

Devastada, salio de alli sintiendose la mas idiota de las mujeres. Maldijo, grito y pataleo todo lo que pudo en el ascensor hasta dejar salir una pequeña porción de la rabia  y el enojo que la consumían — Esos miserables no se merecen ni una sola de mis lágrimas — Limpió su rostro frente al espejo — No voy a permitir que empañen mi triunfo, no me importa si tengo que celebrarlo sola — Sollozó antes que se abrieran las compuertas, saliendo directamente al bar más cercano. 

Despechada bebió para olvidar sus penas, queriendo aliviar el dolor por la enorme traición que había sufrido por parte de esos dos seres despreciables. Cuando se sintió lo suficientemente borracha llamó a un taxi para que la llevara a casa, solo que a mitad de camino le dio la dirección de su ex. Quien sabe si fue el alcohol, un momento de locura o simplemente nostalgia, pero por alguna razón pensó que tener una última noche juntos era lo justo como despedida. 

Desorientada por los efectos de la borrachera, al llegar al departamento de su novio no se dio cuenta que se metió en la cama del hombre equivocado, dándole un sensual beso que no tardó en hacerlo despertar y que no dudo en corresponder instintivamente. Se trataba de Jack, quien por ese tiempo se estaba quedando unos días en casa de su hermano. La química entre ellos fue instantánea y no fue sino hasta la mañana siguiente que Diana se dio cuenta del error que cometió cuando despertó semidesnuda con un desconocido. 

Luego de esa experiencia, tomó la decisión de culminar su especialización en el extrajero, queriendo dejar atrás su vida en la ciudad, uniéndose al equipo médico de sus sueños y prometiendo nunca más  regresar. Posteriormente se enteró que iba a tener un bebé producto de su aventura, aunque lo más difícil que tuvo que atravesar estando fuera fue enterarse de la enfermedad de su pequeño. Era esa la razón principal por la que había regresado, necesitaba dinero para el tratamiento, quería reunir la mayor cantidad posible. Nunca anticipó lo que el destino le tenía preparado al regresar a casa.

— ¡Quién lo iba a decir! no solo volví, sino que ahora estoy casada con el padre de mi hijo, hasta parece poético — Aunque no lo pareciera, la situación le resultó graciosa. Entonces, se levantó de la butaca para contemplar a Jack. 

— ¿Cómo es posible que hayas terminado en esta cama? no tiene sentido, eres tan joven, incluso a pesar de que estás dormido te ves lleno de vida. Se que no tiene sentido lo que estoy diciendo, pero nada en esta situación lo tiene, ¿Será verdad eso que no vas a despertar? — Le susurro delicadamente, acariciándole con la yema de sus dedos el antebrazo.

Curiosamente, durante sus estudios de especialización aprendió una serie de masajes estimulantes para pacientes en esas condiciones, por lo que no dudó en ponerlos en práctica. En primer lugar inició por las piernas, haciendo movimientos suaves en una sola dirección sobre el músculo. 

— ¡Vaya, tienes buena masa muscular! eso es bueno,estoy segura que con estos ejercicios conseguiremos algún avance — miró su inexpresivo rostro.  

Como buena profesional continuó aplicando la terapia, sin embargo, a medida que avanzaba, no podía ignorar el pequeño cosquilleo  que sentía en la boca del estómago al tocarlo, pero, siendo alguien tan elocuente decidió que se trataba de una tontería y continuó con la rutina. 

— Ahora que lo pienso, está más guapo ahora que cuando estuvimos juntos. Los años le sentaron bien — Lo observó detenidamente, mordiendo ligeramente su labio inferior de forma inconsciente — Parece ser alguien que se ejercitaba mucho, supongo que por eso aun conservas buena contextura — Miró su rostro largo rato, especialmente sus labios, que aunque no quisiera admitirlo era el rasgo que más le gustaba de él, rosados carnosos y con un arco de cupido bien marcado. 

Dedicadamente continuó con su rutina hasta completarla, esperanzada en que la aplicación constante de esta técnica ayudaría a tener resultados. Justo al terminar, su teléfono sonó. Al darse cuenta que es una llamada de parte de su madre contestó enseguida. 

— Cariño, ¿Cómo va todo? — La escucha decir del otro lado de la línea. 

— Bien, si se puede decir en estas circunstancias — Respondió un poco desanimada. 

— Aun no puedo creer que hayas aceptado seguirle el juego a esa mujer y a tu padre, debería darles vergüenza pedirte algo así. 

— No vale la pena hablar de eso ahora — Susurró — Además, sabes muy bien porque lo hice — Nuevamente tuvo la sensación de que la espiaban. 

— Es que me da tanta rabia. Pero tienes razón, no vale la pena llorar por la leche derramada. Solo llamo para decirte que todo está bien por aquí, mi principito ha pasado el día tranquilo y aunque te extraña mucho no ha hecho mayores preguntas. 

— ¿Segura mamá? — pregunto con el corazon chiquitico. 

— Si, quedate tranquila que sabes que en mejores manos no puede estar. Hablamos más tarde, te quiero. 

A pesar de que su preocupación por su hijo no disminuyó, que su madre le dijera que todo estaba bien, le dio cierta sensación de tranquilidad, sin embargo, esta desapareció al darse la vuelta y descubrir que Jack tenía los ojos abiertos.

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