El sangrado de su frente no se detiene, la herida no se ve nada bien y tengo miedo de las consecuencias. —¡¿Dónde diablos está la ambulancia?! Llamen al doctor Martínez —ordeno hecho una furia, ella no despierta, esto me desespera, vuelvo a tomar el botiquín para ponerle alcohol debajo de la nariz nuevamente. —. Vamos, despierta por favor, vamos preciosa —suplico acariciando su cabello de forma hacia atrás. Un chillido me hace dar un respingo, miro su rostro y veo la expresión de dolor en ello. —Preciosa —murmuro, tocando su frente con delicadeza, ella suelta otro chillido y me obligo a alejar mi mano. —. Ya viene el doctor, estarás bien, descuida. —No quiero que nadie me toque —dice con dificultad. —. Me duele mucho la cabeza —su tono es casi inaudible, un susurro adolorido. Parpadea varias veces como si aún no pudiera verme bien. —Voy a curarte —le digo, ayudándola a incorporarse. El abierto en su fino vestido deja ver su muslo arañado, me acomodo sobre la cama, y limpio la sa
POV: MARÍA JOSÉ. —Veo que no piensas cambiar de idea, ten claro que si tengo que secuestrarte en tu propia casa para protegerte, lo haré. Fue lo último que dijo, antes de abandonar molesto la habitación. Tengo miedo, es imposible no tenerlo cuando sabes que alguien quiere atacar contra tu vida, pero yo no pienso esconderme a esperar a que lo encuentren o que me mate. […]—Yo creo que Antony tiene razón —comenta tomándose un sorbo de su café. Estamos reunidas en el café de siempre, con cuatro hombres de seguridad, Antony se está pasando. Junto ambas manos debajo de mi barbilla observando desde mi lugar la entrada del restaurante. —Tal vez —murmuro. —¿Y la tal Dalia?—pregunta. Hago una mueca de disgusto. —De ella no tengo sospechas, o sea ella quiere a Antony, y su dinero pero matar a su hermano, es demasiado, no lo creo porque eso la alejaría de Antony —le contesto sin mirarla. —Uno nunca sabe, tal vez su ambición es tan alta que quería deshacer de el hermano para que el otr
POV: MARÍA JOSÉ. Aunque no era la manera, no me arrepiento de haberle pegado esa cachetada. Ahora resulta que Antony no le dijo nada, aunque puede ser que ella vio los documentos y él no llegó a verlos. A diferencia de él, pienso demostrarle que si yo creo en él, así tal vez me gane su confianza. No puedo culparlo, él pasó casi toda su vida viviendo de una manera, y yo no puedo venir a cambiarlo de golpe. Me siento muy aliviada ya que la prueba salió negativa y no tuve que contarle nada a Antony. La semana pasada habían arrestado a alguien pero no era el asesino, aún así siento que el caso está avanzando. Dalia me ha culpado porque Antony está molesto con ella, la verdad no es algo que me preocupe. Después de todo, dudo que vuelva a querer sacarme de mis casillas. Entro al restaurante mientras hablo por teléfono con Antony. —¿Ya llegaste?—pregunta. —Sí. —Supongo que no ha llegado. Miro detrás de mí para confirmar. —No, pero no ha de tardar —tomo asiento sobre una mesa cerc
POV: ANTONY. Sigilosamente me despegue de su cuerpo, todo su cuerpo decía que no estaba bien, y además lo sentía, su respiración estuvo agitada por un buen tiempo, y estuvo removiéndose toda la noche. Decidí no despertarla porque suponía que estaba mal, siempre despertaba temprano, si no lo hacía era porque no estaba bien, al menos eso suponía ésta mañana. Revisando documentos que tomé ésta mañana en mi oficina, me encuentro con una hoja que inmediatamente que la vi supe que era, registros. Frunzo el ceño al leer el nombre de Dalia ahí subrayada en rojo, ruedo la silla hasta mi escritorio nuevamente y anoto la fecha para asegurarme de que no es nada falsificado. Y aparece exactamente como en el papel, en ninguna de esas fechas se hizo compra, ¿Por qué están registradas? Guardo los papeles en el cajón de mi escritorio y llamo a mi asistente. Ella entra apresurada, parece tener mucho trabajo y sé la razón, pues Mary no está, y ella suele encargarse hasta de lo que no es su trabajo
POV: MARÍA JOSÉ.Me cuesta mover mi cuerpo, mi cabeza amenaza con explotar si me muevo, quiero chillar pero siento como si no hubiese despertado aún. Abro los ojos después de varios párpados pesados, cierro los ojos y los vuelvo a abrir para acostumbrarme.Mi cintura duele como si un camión me hubiera aplastado, pero… ¿Por qué me siento así? Si parece que simplemente sufrí un desmayo, ¿Por qué me duele tanto el cuerpo?—Oh Dios —chillo mentalmente.Giro de lado, y mis ojos caen sobre la figura de un hombre sentado de pies cruzados a la par de mi mesita de noche, mirando hacia un punto fijo en frente mientras mantiene un dedo debajo de su barbilla.Se ve sexy pensativo.Agacho la mirada al percibir que pretendía voltearse.—¿Estás bien?No le contesto, siento su peso sobre la cama y levanto la mirada. Estamos a un centímetro de que nuestros cuerpos se rocen, él no se hace esperar y rodea mis hombros.—Lo siento, pero dijiste que la presión no causaba desmayos —reprocha, mirándome preoc
—Aún no estoy seguro de dejarte sola.—No te preocupes, estoy bien, además los hombres están cuidando la casa —repito nuevamente.Menea la cabeza dudoso.—Bueno, está bien pero piensa en lo que te dije —asiento. Besa mi mejilla y se va.Debo admitir que Antony tiene un gran amigo, por cariño a él, se sentía en la obligación de traerme a salvo y eso hizo.Sonrío con tristeza, tal vez el hecho de que Hugo y la bruja de Dalia fueran sus únicos amigos de verdad es la razón por la que se rehúsa a ver la verdad.Saludo a los chicos de seguridad, y me encierro en mi habitación con seguro, me cambio y me acuesto de espaldas mirando el techo.Pienso en Carmen y recuerdo que olvidé tratar de quitarle alguna información a Hugo. De hecho ahora que pienso en ella, recuerdo lo de la prueba de embarazo, no me tomé ninguna pastilla por si acaso.Me incorporo de golpe, asustada por donde me lleva esos pensamientos. Todos esos malestares, ése desmayo.¿¡Estaré embarazada!?Unos golpes en la puerta inte
Avergonzada, y con miedo de que ella sospeche algo trato de contener las ganas, pero al no poder, salgo disparada a la cocina.¿Sospechará?Cualquiera vomita, y es la primera vez que me ve haciéndolo así que no hay motivos de dudas.—¿Habrá sido algo que comiste?—pregunta sobando mi espalda.—Tal vez —murmuro incómoda.—Puedo hacerte algo, algún té —propone mirándome preocupada.—No, tranquila, estoy bien, vamos.Nos servimos algo de beber y continuamos nuestra charla.Ya para cuando vino Antony tenía la cena lista, aunque quería dormir entre sus brazos, mantuve la cordura.[...]Entro a la oficina de Dalia acomodando mi vestido, Antony no se rinde, está empeñado a toda costa lograr que lo perdone antes.—Hola —saludo con una sonrisa. —. Aquí estoy, pude notar que aprovechaste muy bien mi ausencia —lanzo el folio a su escritorio. —. Pero ya volví, así que espero que sepas cual es tu lugar.—¿Terminaste?—pregunta parándose de su asiento.—Que sepa tú y yo no somos amigas, sólo era eso.
POV: MARÍA JOSÉ.El clima no podría estar peor, inmediatamente que pisé las puertas de la casa de mis suegros empezó a llover a cántaros. No me gusta mucho la lluvia, prefiero simplemente un clima fresco.—Gracias a Dios llegaste antes —con una manta cubre mis hombros y me entrega la tasa de chocolate caliente.—Gracias —susurro ronca, por todo lo que grité y lo mucho que lloré.Se sienta a la par mía acariciando suavemente mi espalda.—¿Qué te hizo mi hijo? Mira como estás —dice el señor González señalándome.—No pasa nada, es entre nosotros —llevo la tasa de café cerca de mi boca para soplar levemente.—De todos modos quiero hablar con él —insiste. —. Ustedes las mujeres siempre hacen eso, pero si se merece una paliza hay que dársela.Sonrío abiertamente después de esas horas de agonía que pasé.—Descuide.Luego de tomar la tasa de café viendo a mis suegros discutir como una pareja de adolescentes, me cambié, Fiorella me consiguió ropa cómoda, de hecho no sabía si se llamaba así tam