Enseguida entraron, había un gran pasillo el cual conectaba al enorme salón, en medio estaba la pista de baile con varios tubos, a lo lejos el bar, y las mesas al frente. Las luces eran rojas, así como el resto de la decoración. Luciana se estremeció, recordó sus primeros años en ese oficio, bailando delante de una gran cantidad de hombres, el estómago se le encogió. —Empecemos —propuso Simone, agitó su mano y el DJ colocó una pista musical, perfecta para el entrenamiento. Luciana miraba por todo lado, observaba el lugar, guardando en su mente cada espacio, sobre todo las salidas de emergencia. De inmediato Lu para disimular subió al escenario, y le enseñó a Simone, primero a calentar el cuerpo. —Nos volvemos a ver Lucianita —susurró Albeiro observando a través de las cámaras, sentado en el sillón en su oficina—, sigues tan hermosa. —Se mojó los labios, la mirada se le oscureció cuando la observó bailar con esa sensualidad tan propia de ella—, y pensar que te tengo tan cerca, y q
Esmeralda empezó a llorar. —Yo no he estado con nadie más, solo con usted, no sé cómo pasó —sollozó—, se supone que se cuidó, que lo hicimos con protección. —Por supuesto, yo me cuidé. —La miró con atención. —¿Estás segura de que es mío? —cuestionó—, pudiste haber estado con alguien más. Esmeralda lo abofeteó. —¿Cómo se atreve? —indagó sollozando, fingiendo sentirse ofendida, pero todo era un plan siniestro de Albeiro—, no debí buscarlo, vine porque mi mamá me echó de la casa, pero ya veo que a usted no le importa que su hijo y yo no tengamos en donde vivir. La chica dio vuelta y se alejó, caminando con rapidez. Emiliano se quedó estático, sin poder reaccionar, no hizo nada, él estaba seguro de que se cuidó, sin embargo, Esmeralda, se veía una muchacha inocente, sencilla, sincera. —¿Será posible? —se cuestionó—, debo investigar. **** Max, el amigo de Emiliano, y de la familia Duque, había llegado desde temprano. Los chicos lo habían invitado a desayunar, Lu había prepa
—Por supuesto, no hubiera estado con esa muchacha sin protección. —Pues no te dejes embaucar, pídele una prueba de ADN.—Me dijo que no tiene en donde vivir, que la mamá la echó, son gente muy pobre, ella me inspira ternura, pienso en todas esas muchachas. —Pues… por lástima uno no puede atarse a nadie —comentó Max.—Tienes razón, hablaré con ella. —Bien, debemos idear el plan para atrapar a Albeiro —expuso Max. —Tengo un plan —dijo Emiliano y le comentó a su amigo. Max estuvo de acuerdo, asintió decidido a atrapar a esa banda de criminales. ****Más tarde, Miguel entró a su nuevo hogar, aún no estaba completamente decorada la casa, pero acudía a una cita con Lu, cuando ingresó, la sala estaba alumbrada solo con velas, había una alfombra en el centro, con dos copas, vino, una tabla con carnes frías y frutas. Sonrió y suspiró al ver que Lu había preparado todo eso para él.—Ya llegué cariño, ¿en dónde estás?—Ponte cómodo —dijo Lu, su voz se escuchó cercana, pero el resto de la
Días después. Los gemelos y sus familias llegaron a Colombia, Majo se había encargado de que Luciana recuperara su identidad. En el aeropuerto se separaron, Andrés y su familia se embarcaron en uno de los autos de la hacienda, y Miguel con sus hijos y Lu, lo hicieron en otro. Luciana sentía el corazón apretado, luego de tantos años estaba de nuevo en su tierra natal, añoraba tanto ver a su mamá, a su hermanito, sentía tantas emociones que no las podía explicar. Dafne y Mike miraban por las ventanas, maravillados con el paisaje cafetero. Cuando llegaron a la Momposina abrieron sus ojos con amplitud, la hacienda era bellísima y la casa, como las de las revistas. —Wao, así que este es el castillo del gran Duque de Manizales —expuso Mike. —¿Qué les parece? —preguntó Miguel. —Es hermosa la casa, y la hacienda muy grande. —Dafne frunció el ceño—, no comprendo por qué Marypaz se preocupa, aquí cabe una tribu. —Si la familia se sigue reproduciendo seremos como José Arcadio Buendía de
Más tarde cuando la mayoría de la familia se fue a dormir, y los demás a sus debidas residencias, Lu y Miguel contemplaban el anochecer desde la terraza de la habitación de él en la hacienda. —Se respira tanta paz —comentó Lu, suspiró profundo—, me parece un sueño estar otra vez en mi país, en esta casa, y que mis hijos conocieran la hacienda. Miguel la tenía abrazada de la cintura, y su cabeza reposaba en el cuello de Lu. —Te siento triste a pesar de que estamos acá —murmuró él, la conocía bien. Lu frunció los labios, y su corazón percibió un ligero estremecimiento. —Me gustaría tanto ver a mi mamá, y a mi hermano —balbuceó con la voz temblorosa. Miguel la pegó más a su pecho, y depositó un beso en su hombro. —Pues, podemos arreglar eso, claro que antes debo hablar con ella y explicarle, no queremos que le dé algo de la impresión. Luciana giró de golpe, dejó caer las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos. —¿En serio? ¿La traerás?—Por supuesto —contestó Miguel, la miró
Al día siguiente Miguel salió desde temprano de la hacienda, a cumplir una misión importante, hablar con la mamá de Lu, claro que fue bien escoltado, estaba consciente que probablemente los hombres de Albeiro vigilaban a la señora, y tenía que ponerla a buen recaudo. Su canción favorita sonaba en el reproductor de música. —En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos…—tarareó pensando en cómo su vida había cambiado en esos cortos meses: había recuperado la memoria, era padre de dos maravillosos niños, y había recuperado al amor de su vida. Se sentía afortunado; sin embargo, aún estaba aquella sombra del pasado de Lu en medio de sus vidas, apretó con fuerza el volante del auto—. Tienen que caer, no pueden seguir haciéndonos daño —setenció apretando los dientes.Unas horas más tarde aparcó en la nueva residencia donde ahora vivía la familia de Luciana, él mismo se había encargado de mejorar la vida de esas personas, descendió del auto, se acercó a la puerta, y timbró. La madre de Luc
Luciana se estremeció al oír esa voz, ya no era la misma del niño que ella dejó, y por quién se sacrificó y entró a aquel mundo. Despegó su cuerpo del de su madre, y lo miró. —¡No lo puedo creer! —expresó la mirada acuosa se le iluminó, se acercó a él, lo abrazó muy fuerte—. Estás tan alto, y muy guapo, te pareces tanto a papá —balbuceó sollozando. El adolescente la abrazó, lloró en brazos de su hermana. —Gracias Lu, nunca tuve la oportunidad de agradecerte todo lo que hiciste por mí. —La voz de Felipe se entrecortó—, te debo la vida. Luciana no pudo contener su llanto, su corazón se estremeció al escuchar a su hermano. —No me debes nada, lo volvería hacer, una y mil veces con tal de verte sano. —Pero… esos infelices te arruinaron la vida —reclamó. Lu apretó los labios, sintió una quemazón en el pecho. —Me lastimaron mucho, no te lo voy a negar, pero tengo conmigo mi mayor recompensa. —La mirada se le iluminó, se acercó a los mellizos, los tomó de las manos—. Ellos son
—¿¡Quién está embarazada!? La voz de Malú sobresalto a Majo y Karla, las miró a ambas con seriedad. —¿No van a responder?Majo miró a su prima, apretó sus labios, no dijo nada. Karla irguió su barbilla, miró a los ojos a Malú. —Yo, pero no pienso tener a este bebé —declaró con la seguridad que la caracterizaba. Malú la miró con una expresión de enojo, ira, y lástima. —¡No puedo creer que pienses así! ¡Ese bebé no tiene la culpa de tu irresponsabilidad! —vociferó. —¿Sabes cuantas mujeres en el mundo anhelan tener un hijo y no pueden? —La voz se le cortó, recordó sus pérdidas, y como padeció para lograr embarazarse y que sus mellizos nacieran. —¡Es mi vida, mi cuerpo, y mi decisión! —argumentó Karla. —Pues eso debiste pensar antes de tener relaciones sin protección —bufó Malu—, qué bonito, tener sexo desmedido, de manera irresponsable y luego asesinar a un bebé que no pidió venir al mundo —gritó—, tienes todas las posibilidades para sacar adelante a ese bebé, posees una profesió