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-Debes dejar de moverte.

-No puedo- gruñó- estoy incómodo.

Puse los ojos en blanco. Estuvimos el resto del día en la habitación, acostados uno al lado del otro hablando de cosas estúpidas, aquí desayunamos, almorzamos, y cenamos hace un par de horas. En todo el día no había visto a Amelie porqué el rubio quería que estuviera todo el tiempo aquí con él, ya que por mi culpa no podía salir.

Después que le dije todo aquello en la mañana bajó la guardia, ya no está a la defensiva y ha intentado no volver a pelear. No me dijo nada respecto al bebé, pero tampoco volvió a mencionar el tema de deshacernos de él.

-¿Que haces?- pregunté acercándome para ver lo que escribía en su ordenador.

-Trabajo- respondió sin más, de la nada se había puesto pesado.

-Que antipático eres-sin despegarme mucho de él, busqué una posición cómoda para dormir, no me apetecía seguir lidiando con él y sus odiosos modos.- ojalá te lleven los duendes.

Cuando estuve boca a bajó con una almohada bajó mi cabeza y abrazándo
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