Casi no había podido dormir en toda la noche, mi mente estaba divagando de un lado a otro, no podía dejar de pensar en el test y su maldito resultado. Después que me permití llorar hasta que ya no pude más, recogí el pedazo de plástico que había tirado en el piso y luego lo escondí en la última gaveta de mi mesita de noche. No quería que nadie supiera nada.El cuerpo del rubio sobre mi espalda empezó a moverse, quitó su pierna de encima de mí y luego me sentí nuevamente libre cuando su cuerpo volvió a la cama. Estaba enojado conmigo, pero eso no le impedía a su cuerpo aplastarme en medio de la madrugada.—¿Sigues enojada?— preguntó al ver que ni siquiera traté de ponerme de lado cuando bajó de mí. Ya me había acostumbrado a permanecer boca a bajo con él encima.—El enojado eras tú— le recordé en un susurró, después que le propuse lo de Joseph ni siquiera quiso volver a hablarme.—Por tu culpa— puse los ojos en blanco aúnsabiendo que el no podía verme.No respondí nada, mi mente estab
Ya había amanecido, intuía que era muy temprano por el opaco sol que entraba por la ventana de la habitación. Damián no se había aparecido en ningún momento de la noche, ni de la madrugada, estaba tan enojado que no quiso dormir en la misma habitación que yo. Me encontraba boca abajo sobre la cama, con la vista pérdida en el cristal de la ventana, cuando la puerta se abrió.Me quedé en silencio y no me moví ni un poco, cuando su perfume llegó a mis fosas nasales mi corazón se aceleró con miedo, había venido para llevarme a dónde me iban a practicar el aborto. Escuché sus pasos acercándose y cerré mis ojos para que creyera que estaba dormida. Sus pasos cesaron y luego sentí el peso de su penetrante mirada sobre mí.Soltó un gruñido y segundos después sus pasos siguieron escuchandose hasta que la puerta del baño se abrió y luego se cerró. Talvez se había arrepentido, quizás ya no me llevaría a ningún lado. Sintiéndome más tranquila me quedé ahí en la cama. Talvez sí me quedaba en la cam
-Debes dejar de moverte.-No puedo- gruñó- estoy incómodo.Puse los ojos en blanco. Estuvimos el resto del día en la habitación, acostados uno al lado del otro hablando de cosas estúpidas, aquí desayunamos, almorzamos, y cenamos hace un par de horas. En todo el día no había visto a Amelie porqué el rubio quería que estuviera todo el tiempo aquí con él, ya que por mi culpa no podía salir.Después que le dije todo aquello en la mañana bajó la guardia, ya no está a la defensiva y ha intentado no volver a pelear. No me dijo nada respecto al bebé, pero tampoco volvió a mencionar el tema de deshacernos de él.-¿Que haces?- pregunté acercándome para ver lo que escribía en su ordenador.-Trabajo- respondió sin más, de la nada se había puesto pesado.-Que antipático eres-sin despegarme mucho de él, busqué una posición cómoda para dormir, no me apetecía seguir lidiando con él y sus odiosos modos.- ojalá te lleven los duendes.Cuando estuve boca a bajó con una almohada bajó mi cabeza y abrazándo
Damián Webster.-Listo- murmuró Hansel desde uno de los sofás del living de la oficina.- Mañana en la mañana los jet estarán en la pista.- por fin regresaríamos a Seattle, después de casi tres meses en Mykonos.- ¿Ya decidiste a dónde enviaras a Dana?Dana, cada día se comportaba peor con Ámbar, tanto que la pequeña rubia y yo habíamos terminado peleando muchas veces, quería que la echará la antes posible, no la quería ni ver, y ahora con las hormonas del embarazo estaba cada vez más sensible y dispuesta a pelear por todo y nada.-Que se vaya a la una de las casas del centro.- dije y él empezó a anotar en una libreta- Tan pronto como aterrice el jet en Washington se tiene que ir a una de esas casas.-No puedo creer que por fin a la pequeña Ámbar se le cumplirá el sueño- rió.- Son tan insorpotables cuando quieren algo,- estaba hablando también de su mujer. Yo asentí dándole toda la razón- hasta que no lo consiguen no dejan de molestar.- sonrió con ternura, quería mucho a la madre de su
Había pasado un tiempo desde que perdí a mi hijo, un mes y dos semanas para ser exactos. El dolor de ya no tenerlo seguía presente, aun dolía pensar en él, pero he de admitir que con el pasar de los días, y gracias a Damián el dolor se había disipado un poco, es decir; estaba allí pero no quemaba, no asfixiaba cómo los primeros días.Otro dolor con el que la bestia me estaba enseñando a vivir.Y al principio no había sido nada fácil, me había negado a todo, odié a todos; A Carmen, a Helen, Callie, Clarisse, Hansel, Anna y Amelie por mirarme con lástima cada vez que estaba cerca, odié a a Evelyn por no ser lo suficientemente clara al advertirme lo que planeaba su maldita amiga, me odié a mí por no prestarle la atención necesaria a sus palabras, odié a Damián por no haberla echado cuando se lo pedí.Odié a Dios con todas mis fuerzas por haberme quitado a mi bebé, lo odié porqué sentí que él me odiaba más a mí, por quitarme todo lo que quería en el mundo; mi madre, mi padre, mi hermano,
Después de unos largos cuarenta o treinta minutos, Dan entró a una especie de campo, sólo se podía ver un gran terreno de césped verde y muy a lo lejos árboles que no dejaban ver más allá de ellos. A pesar de ser un lugar ubicado en medio de la nada, rodeado de árboles y sin una sola construcción, intuía que pertenecía a Damián, pues al entrar pude ver un tablero que advertía que no se cuantas hectáreas del terreno eran propiedad privada y un poco más abajo el apellido de Damián.El auto siguió avanzando unos dos minutos más, hasta que se detuvo detrás de una de las dos camionetas que ya estaban estacionadas, miré por mi ventanilla y pude ver a varios hombres, unos diez quizás, entre ellos estaba Hansel riéndose con burla de uno de sus compañeros, y un poco más alejado estaba mi hermoso rubio.Se encontraba ligeramente encorvado hacia adelante mientras tomaba de una mesa larga de madera un arma. Mis ojos se abrieron cuando me di cuenta de ese pequeño detalle, la mesa estaba repleta de
Era muy temprano, casi no había podido dormir y tan pronto como ví aparecer el sol por la ventana de la habitación, me levanté de la cama, me duche y luego bajé a la cocina con los zapatitos que ahora serían del bebé de Amelie y Hansel. Cuando llegué no había nadie en el lugar, era muy temprano y aún las chicas estaban en sus habitaciones.Mientras esperaba a que hicieran acto de presencia, había preparado café y ahora estaba sentada sobre uno de los bancos altos de la barra americana, mis codos estaban sobre ella mientras soplaba el líquido caliente servido en la taza que yacía en mis manos a la altura de mis labios.—Lo sé Dana— a penas escuché ese nombre mi cuerpo se tenso de inmediato, pero no hice más que quedarme quieta en mi lugar mientras escuchaba la voz de Evelyn acercarse— pero no tengo la cantidad que me pides— siguió hablando al parecer a través de un celular ya que no se oía ninguna otra voz, sin contar que la sola presencia de Dana en esté lugar significaría un verdader
Después de la discusión Damián no volvió a dirigirme la palabra. La primera noche cuando salió del baño, se acostó en la cama y me dió la espalda ¡Él nunca antes me había dado la espalda! Pensé que sólo estaba haciendo berrinche para que me disculpara, pensé que en la madrugada iba a subirse sobre mí como hacía siempre y a la mañana siguiente haríamos como si nada había pasado.Pero no fué así.Se levantó antes que yo lo hiciera, por lo que ese día no lo ví hasta que regresó muy tarde en la noche a la habitación pero no se quedó a dormir, sólo vino, se ducho, entró al armario y salió de él vestido sólo con un chándal para luego caminar directamente hacia la salida, sin dedicarme ni siquiera un mirada por el rabillo del ojo.Lo extrañaba, lo extrañaba tanto que prefería que me gritara cada dos segundos a que hiciera como sí no estaba. Sabía que lo de nuestro hijo le dolía tanto como a mí, también tenía muy claro que tenía razón, que no debí decidir sola lo que haría con los zapatitos,