—Emilia, su novio viene por usted. —Ecuché decir a la enfermera mientras entraba a mi habitación. —Muchas gracias.Tenía mis maletas listas, me habían avisado en la mañana que mi alta estaba autorizada y que irían por mí. Sabía que llegar nuevamente a esa casa sería un castigo eterno, pero también tenía claro que era la única forma de salir de la clínica.Vi a Andrés firmando mi alta psiquiátrica. Me saludó con un cálido beso en la boca. Se veía feliz y muy relajado, en algún momento pensé que tenía ánimos de cambiar. Intenté poner cara de alegría para ocultar mi preocupación y me encaminé por el pasillo a la salida del hospital.Me despedí de todo el personal que me atendió durante mi proceso. Tenía que admitir que, a pesar de todo, la atención fue muy buena, me trataron con mucho cariño.Estaba saliendo por la puerta delantera cuando frente a frente lo vi a él y a dos hombres gigantes que lo acompañaban. No podía creerlo, era Nicholas. Vestido con una sudadera, pantalón de depor
Nos encontrábamos sentados en el avión privado. Nunca había estado en uno. Los lujos que pueden adquirir los famosos son impresionantes.El personal de Nicholas me ayudó a ponerme cómoda en uno de los asientos. Nos esperaba un largo viaje.—Em, tenemos mucho tiempo para conversar, me gustaría saber de ti y cómo es que fuiste a caer en las manos de ese idiota —dijo mientras se acomodaba en el asiento y abrochaba su cinturón. Su mirada se endurecía cada vez que hablaba de él. —No es una larga historia, la verdad. Mis padres fallecieron cuando yo tenía dieciocho años, me dejaron algo de dinero, pero no lo suficiente para vivir, así que tuve que buscar trabajo. —Suspiré—. Llegué a uno de los restaurantes de Andrés, quién me abrió las puertas. Eso es todo. Las cosas se fueron dando.Me tomó de las manos y acarició mis nudillos. La situación no era cómoda, me sentía como un cachorro rescatado de la calle. —¿Y tú ? ¿Cómo supiste lo que estaba pasando conmigo? —pregunté, frunciendo el ceño
Desperté en mi cama con Nicholas a un lado, asumí que no me invitó a la suya por el pequeño.«Podría despertar así todos los días», pensé al sentir que Nicolás besaba mi espalda y mis hombros. Era la mejor sensacion que podria haber sentido.Estábamos felices disfrutando del uno y del otro hasta que sentimos al pequeño.—¡Papi! —Caminaba por el pasillo.Rápidamente Nicholas se levantó y vistió con lo que encontró.—Nos vemos en el desayuno, bonita. —Me besó y se levantó de la cama.—No me quiero levantar —reclamé, atrayéndolo hacia mí.—Podemos estar acostados todo el día, yo feliz me presto para eso, pero la madre de Nathe viene por él en un rato.—No me digas. —Hice un mohín.—Sí te digo. Nos vemos en el desayuno. —Me dio una palmada en el culo, un beso en los labios y se levantó a hacer lo suyo.Entré a la ducha, disfruté el agua tibia, me vestí y fui a tomar desayuno con el rubio sexi.Entré al comedor y no vi a Nicholas, recordé que estábamos solos con el pequeño y la niñera, así
Desperté en la cama de mi rubio y no lo encontré a mi lado. Me levanté, tomé mis cosas y fui a la ducha.Bajé las escaleras y la mesa del desayuno estaba servida. Toda la casa patas para arriba con el servicio que no había ido el fin de semana.Ordené un poco y me senté a su lado. Estaba tan concentrado en su celular que demoró en darse cuenta de que yo había llegado. Levantó la cara y me sonrió. —Buenos días. —Se acercó y me dio un tierno beso.—Buenos días, rubio favorito. —Lo miré embobada por lo sexi que se veía esa mañana. —¿Rubio favorito? ¿Acaso hay otro? —preguntó, frunciendo el ceño. —No, por supuesto que no. —Reí.Tomamos desayuno conversando de lo que es la agenda del día, él se veía guapísimo con ropa deportiva, listo para ir a lo suyo.—Es hora, vamos, tienes cita con el doctor y yo mi ensayo en un rato —dijo, mirando su reloj de pulsera. —¿No me acompañaras? —Hice un puchero. —Me encantaría hacerlo, pero no puedo. Te llevarán y luego te recogerán, cuando estés lista
Desperté en el hospital, asustada y desorientada. Traté de moverme pero era imposible con el dolor que sentía. Se me vino a la cabeza la peor escena que había vivido desde que conocía a Andrés. Toqué el timbre para llamar a la enfermera de inmediato. Necesitaba saber cómo estaba mi bebé y Nicholas.—Señorita Emilia, me alegro de que despertara —susurró la enfermera, mientras entraba en la habitación. —¿Cómo está mi bebé? —pregunté, preocupada. —Por favor, cálmese, no es momento de que se altere. —Acarició mi mano.—Solo dígame si sigue vivo —pedí, esperando una respuesta positiva, pero no fue así. —No había ningún bebé, señorita. Usted no estaba embarazada —dijo.¿Cómo podía ser eso posible si ayer el doctor me dijo lo contrario? ¿Será que todo fue planeado por Alexandra?No sabía qué pensar o decir. Ayer había pasado todo el día creyendo que estaba embarazada de Andrés y resulta que no lo estuve. ¿Andrés sabía que era mentira y por eso no le importó dispararme en el estómago o r
Terminó el concierto y personal de la productora me preguntó si quería ir al camerino de Nicholas para acompañarlo. Me llevaron y con un beso apasionado me recibió.—Fue muy lindo lo que hiciste. —Lo abracé. —La noche aún no termina —respondió, mientras bebía agua. —No quiero que acabe.Permanecimos abrazados sin decir nada. A los segundos nos abrieron la puerta del camerino y vi a mi italiano favorito.—¡Felicidades! —exclamó.Me acerqué a Rentado y con un fuerte abrazo le agradecí por toda su preocupación.El italiano abrió una botella de champagne y brindamos por el futuro que nos esperaba.—Emilia, espero ser yo quien te ayude con tu vestido de novia —dijo, cruzándose de brazos mientras esperaba una respuesta. —Eso es obvio —contesté.—Déjame hacer mi trabajo, no quiero verte en esos lugares espantosos de nuevo. Para eso me pagan. A todo esto, Nicholas, ¿viste cómo te la deje hoy?—Está hermosa. —Me miró, sonriendo. —Espera a ver lo que trae bajo el vestido. —Movió las cejas d
Desperté con los ojos hinchados de tanto llorar. Nicholas, estaba a mi lado viendo sus redes sociales.—Hola, bonita, ¿cómo dormiste? —Me dio un dulce beso en los labios. —Mejor de lo que esperaba. —Me senté en la cama y me tapé la cara con las manos para que no me llegara luz a los ojos—. ¿Y el pequeño?—Vino Alexandra a buscarlo temprano. Llegó en la madrugada de sus vacaciones.No tenía ánimo para nada, ni siquiera me interesaba saber si habían hablado sobre lo ocurrido en Cuba. Nicholas se levantó y a los diez minutos llegó con el desayuno y otro bonito ramo de flores. Me alegraba las mañanas con sus lindos detalles.Teníamos reunión con su agente y posterior a eso con el abogado.Sabía que lo ocurrido no había sido accidente, fue un aviso.Almorzamos y a los veinte minutos llegó quien manejaba la carrera de mi rubio. Vimos las fechas disponibles para el matrimonio por la iglesia y recién Nicholas en un año tenía espacio. Maritza dejaría agendado para primavera.Mi celular empez
El equipo médico me examinó. No estaba lastimada, pero si choqueada con todo lo que había ocurrido en las últimas horas. Nicholas no se separó de mí en ningún momento, hacía preguntas a los médicos y ellos amablemente le respondían todas sus dudas.Nos fuimos a casa y mi boca no era capaz de decir ni una palabra. Me sentía como una verdadera mujerzuela. Si Nicholas se enteraba de lo que había hecho en ese lugar, no me lo perdonaría jamás.El personal de aseo me recibió con abrazos y felices con mi regreso, pero mi cara decía más que cualquier palabra. Quería acostarme y no saber nada más del mundo.Llegué a nuestra cama y me ahogué en llantos.—Cariño, tranquila, estás en casa. —Me abrazó.—Tengo que contarte algo. Si no me quieres perdonar lo entenderé. —Agaché la mirada.—¿Te hizo algo que no me has dicho?—Él no. Yo sí.—¿Te acostaste con él?—No. Le hice sexo oral. Estaba asustada. El sexo siempre lo tranquilizaba. Creí que así...—Ojalá ese imbécil se esté pudriendo en el infiern