La llegada de mis abuelos se vio retrasada por una tormenta de nieve que suspendió los vuelos hasta que pasase, pero eso solo sirvió para que en las siguientes semanas los O'Pherer y yo creáramos una buena rutina. Yo me levantaba temprano a regañadientes de Rámses y me alistaba. Preparaba el desayuno para todos, aunque la cocina jamás ha sido mi fuerte, pero unas tostadas y un poco de cereal no era problema, el café... bueno, aún seguía practicando, aunque los O'Pherer se lo tomaban tratando de disimular el mal sabor. Los almuerzos los preparaban Rámses y Gabriel, y las cenas eran en su mayoría una copia del desayuno o comprada afuera. Me dediqué también a limpiar y organizar un poco la casa. Conseguí por error una de las facturas del personal de limpieza que pagaba el señor Fernando y casi que me morí; así que obligué a los chicos a que me ayudasen con la limpieza. Un día el señor Fernando llegó cuando estábamos limpiando y dijo que llamaría a Mike y a Hayden para avisarles que ahora
La profesora Olga pasó despertándonos a las seis de la mañana y todas nos quejamos por lo temprano que era. Nos vestimos con pesadez después de largos turnos en el único baño de la habitación.—Ehm... Amelia, te buscan—dijo Desiré en cuanto abrió la puerta del cuarto.Rámses estaba recostado de la pared del frente con dos cafés en sus manos. Hoy era nuestro primer paseo, así que llevaba puesto unos pantalones de vestir negro con una camisa blanca. Una de sus mangas estaba recogida hasta sus codos, la otra no. Su cabello caía despreocupadamente sobre su frente. Salí para darle los buenos días, quité su cabello solo por querer tocarlo y sentirlo cerca y fue cuando él advirtió mi atuendo. Yo llevaba un vestido azul marino bastante ceñido con escote corazón. Él miró mi escote sin ningún pudor y luego con un movimiento de su cabeza, me pidió que me diera vuelta para verme completa. Lo hice y me sonrojé por su mirada tan cargada de libido pero me besó antes de que huyese de su mirada.Me te
Mis abuelos seguían en Portland, el clima mejoró pero mi abuela cayó enferma con una fuerte gripe y sin embargo, a pesar de su malestar viajarían de acuerdo a lo planeado. Llegarían a casa el sábado. El señor Fernando les ofreció el cuarto de huéspedes cuando ellos mencionaron que llegarían a un hotel porque no llegarían a la misma casa que Stuart. El señor Fernando no aceptó un no por respuesta y podía ser muy testarudo cuando quería, así que mis abuelos aceptaron sin tener más opción.Fue una semana muy agotadora. el viaje nos dejó a todos sin energía y de igual forma tuvimos que asistir a clases, hacer las tareas, presentar los exámenes, en fin, la vida siguió su rumbo normal a pesar de nuestro cansancio.No sé qué clase de relación existía entre Gabriel y Marypaz, pero después del viaje volvieron a actuar como desconocidos y eso cargaba de un humor de perro rabioso a Gabriel.—¡Anda por favor!—me insistía Marypaz por teléfono.—No lo sé, he tenido tantas malas experiencias con ese
Eventualmente logré calmarme. Rámses no se me acercó en ningún momento y eso me dolía aún más. Ambos nos teníamos reservas, ambos estábamos lastimados.Nos miramos sin saber que hacer a continuación pero el dilema fue resuelto cuando Gabriel tocó la puerta y entró. Su cara me sorprendió y miré a Rámses buscando una explicación, pero él solo mantuvo su mirada sobre su hermano, luciendo impasible e inescrutable.Gabriel tenía la ceja, la nariz y la boca partida, fue solo en ese momento que vi que Rámses también llevaba rastros de pelea, una más reciente que la que presencié en la casa. Su ojo y su boca estaban hinchados y un cardenal comenzaba a aparecer en uno de sus pómulos. Quizás era la blancura de la piel de Gabriel lo que hizo que se notase más rápido los golpes o el bronceado de Rámses el que lo disimuló. O quizás fui yo, la que lo notó primero en Gabriel que en Rámses. Aparté ese pensamiento de mi cabeza y todo lo que podía implicar.Gabriel le entregó su prueba a Rámses luciend
La primera noche sin dormir al lado de Rámses fue bastante difícil. Fiel a la presencia de invitados en la casa, es decir mis abuelos, dormimos en habitaciones separadas. Pensé que Rámses gatearía hasta el cuarto, como hizo durante el viaje, pero no fue así. Lo esperé incluso dormida, despertándome con el más mínimo ruido pensando que era él, pero no llegó nunca a hacerme compañía.Estuvimos hablando hasta tarde en la noche, revelándonos secretos, creí que se quedaría, pero él se levantó de la cama y despidiéndose salió del cuarto. Ni siquiera un beso nos dimos. Eso me reabrió la herida de mi corazón. Creo que pasará mucho tiempo hasta que Rámses pueda realmente perdonarme y olvidar lo ocurrido entre su hermano y yo.Temprano esa mañana, en su primer día de estadía, mis abuelos acudieron a hablar con mi mamá y cuando regresaron lo hicieron cargados con las bolsas de la comida que querían preparar, no dejaron espacio ni tiempo para contarme que fue lo que hablaron, solo afirmaron que t
Marypaz le contó a Gabriel lo ocurrido y él se encontraba lidiando con su dolor de la forma que podía. Lo vi atragantarse de bizcochos y luego ejercitarse como si el mundo se fuese a acabar. Lo vi de mal humor, taciturno, callado, molesto y nostálgico, en cuestión de minutos. Lo vi tumbarse en silencio en su cama sin querer hablar con nadie y también lo vi no queriendo estar solo. Su papá y Rámses conversaban con él, pero le daban el espacio que el portugués decía necesitar. Pero como siempre Gabriel era una persona en la casa, y otra muy distinta fuera de ella.Por otro lado, el comportamiento de Marypaz cada vez más desenfrenado me hacía sentir incómoda en algunos momentos, sobre todo cuando hablaba como si estuviese en alguna competencia con alguien para ver quien besaba a más chicos o peor, quien se acostaba con más. Y sospechaba que su competencia era el mismísimo espejo, ese reflejo pasado de ella al que me di cuenta que rehuía e incluso odiaba. Lo único bueno es que comportamie
Mi teléfono comenzó a sonar a poco antes de las siete de la mañana y apresuradamente atendí.—Bonjour Bombón- Buenos días bombón, no sé qué hora es allá, pero estoy muy seguro de que te desperté.—No importa. Me encanta despertarme con tus buenos días. ¿Vas camino a encontrarte con Hayden?.—Así es. Estoy tan ansioso que desperté una hora antes de lo planeado, pero descansé lo suficiente. ¿Y tú?.—Bueno también dormí muy bien en realidad. Estaba agotada cuando por fin me acosté—dudé en contarle todo lo que hablé con Gabriel porque recordé sus palabras, podría arruinarle el viaje, la experiencia y la entrevista a Rámses. Le contaría de regreso—, de seguro no podrás hablar durante las rondas, pero ¿me escribirás cuando puedas?.—Eso ni siquiera se pregunta bombón. Pensaré en ti en todo momento.—Bien, y asegúrate de decir que tienes novia a todas las aspirantes a doctoras que se te acerquen.Rámses rio y su sonrisa me calentó el cuerpo de alegría.—Lo haré.—¿No me dirás que haga lo mis
Nuestro vuelo llevaba más de cinco horas de retraso y no teníamos idea de cuando saldríamos. Tanto tiempo sin nada que hacer solo nos hizo poner creativos con la forma de matar el tiempo. Comenzamos jugando a veinte preguntas, y terminamos de alguna forma aquí: sentados en el frío piso del aeropuerto.—¿Por qué Rámses y no yo?, porque te juro que cuando te conocí pensé que yo te gustaba, pero después todo era corazones con Rámses. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?—Empiezo a arrepentirme de todo esto de absoluta sinceridad.—No puedes arrepentirte sin responder. Además, es la mejor forma para que nos volvamos mejores amigos y me recluyas en esa zona para siempre—A veces eres demasiado dramático—respondí mientras cambiaba de posición, mi trasero adolorido llevaba demasiado tiempo en el frío piso.— Si, al principio me gustabas, pero también le gustabas muchísimo a Pacita y mostraste más interés por ella, así que le dejé el camino libre.Él se reincorporó con rapidez.—¿Cuándo notaste mi