Pov Gabriel.Mi alarma sonó como siempre y me desperecé en la cama. Salté al baño a darme una rápida ducha y en menos de quince minutos ya estaba trotando con mi hermano.Lo extrañaba demasiado. Cuando el viernes llegó y tuve que buscarlo en el aeropuerto estaba tan impaciente que llegaron a creer que esperaba a mi novia, cuando vieron a Rámses, me creyeron gay, claro que no ayudó la sonrisa que ambos nos dimos.Nunca nos habíamos separado por tanto tiempo.Y hoy se volvería a marchar.—Tienes que llamarme más seguido—le dije y el torció su sonrisa.—¿Tanto me extrañas?—No tienes ni idea hermano. Así llámame más seguido.No era que yo no lo pudiese llamar, es que los primeros días hablé más con su contestadora que con él, porque sus horarios eran una locura.—Tienes razón, lo haré. Pídele ayuda a Mike, Gabriel, no esperes que sea muy tarde.Asentí. Él tenía razón, pero quería demostrar que podía hacerlo por mí mismo. Siempre he sido el problemático, por una vez quería demostrarles qu
En cuanto la puerta se cerró y dejé de verlo tuve que cubrir mi cara, porque no quería que me viesen llorar. El dolor era como la primera vez, igual de lacerante, igual de difícil, mil veces menos soportable.Gabriel me llevó de camino al auto con su brazo sobre mis hombros. Me subió al asiento y manejó en silencio. Ya era hora del almuerzo así que tomó un desvio en la ruta. Llegamos a un pequeño restaurante de comida Hindú que me encantaba, contaba con mesas en las afueras del local, que daban hacía un concurrido paseo al borde del rio Charles.—Rámses se puso celoso pero esta vez mi pene no peligró.—Si, le costó ver como nos estábamos llevando. Dime que no le hiciste ningun comentario inapropiado…—Ninguno, lo juro. Le mostré tu stock de jugos de durazno que está en mi cuarto. Eso lo hizo sentir mejor.Me reí y mis mejillas se sonrojaron. Extrañaba tanto a Rámses que me volví obsesiva con el melocotón. Por lo menos era fruta y no chocolate o grasa, porque de ser así ahorita estaría
—Merde, merde, merde- mierda, mierda, mierda. Dès que vous l'avez vue, vous devez être parti - ¡En cuanto la viste te tuviste que haber ido—mi hermano me gritaba.Acababa de contarlo lo ocurrido con Amelia y Marié.— Eu tentei, mas você sabe como é Marié, ela se apressou para cumprimentá-la e lá ... merda, Amelia olhou para mim e senti seu cérebro me entediar. Ele pensou que fosse jogar em mim. Por que vocês acham que eu tenho um pênis pequeno? Aposto que você se jogou em muito mais. - Lo intenté, pero sabes cómo es Marié, se apresuró a saludarla y allí… mierda, Amelia me miró y sentí que me taladraría el cerebro. Pensó que me la iba a tirar. ¿Por qué todos creen que tengo un pene poco selecto?. Te apuesto que tú te has tirado a muchas más.—Probablemente, pero yo no presumía y nadie se enteraba. Por suerte estaba Donovan, no hubieses podido solo con ella.—Y Antonio es un inservible que no hizo nada.—¿Quién es Antonio?—El tipo que estaba con Amelia cuando llegué. Lo cierto del caso
—Vine a darte una mano.—Sal de mi habitación, Elisa.Con total descaro y como producto del alcohol que corría por sus venas, se arrodilló sobre la cama y comenzó a toquetearse los senos mientras me lanzaba miradas que seguramente creían que eran sexy, pero que no, no lo eran ni un poquito.—Vamos, mi novio también está lejos. Ni el mío, ni la tuya tienen por qué enterarse.Gateó con cierta torpeza, acercándose hasta mí, lamiéndose sus labios. Nada sexy, nada. Yo estaba en bóxer y cuando reaccioné tomé el short que mantenía cerca y me lo coloqué.Me giré hasta el closet y saqué la primera camiseta que conseguí.—Susana me contó de tu novia, que está viviendo con Gabriel, tu hermano, ese con él que ya tuvo algo. ¿De verdad crees que estando ellos dos solos no pasará nada? Porque déjame decirte que si pasará y tú no te enterarás. De seguro en estos momentos duermen muy juntos, mientras tú estás aquí rechazando esta oportunidad.Ignoré sus palabras y le lancé una de mis camisetas para qu
Pov Rámses.Desperté con la misma ropa con la que llegué a la casa. Pude haberme ido temprano hoy, pero preferí adelantar algunas de las horas de práctica y así disfrutar unos días más de vacaciones en diciembre, fue la oportunidad que nos dieron los profesores y no pensaba desaprovecharla.Apenas abrí los ojos busqué mi teléfono y le marqué a Amelia.—Hola—su voz ronca y el bostezo que dio me dejó claro que también acababa de despertarse—¿Cómo te fue anoche?—`preguntó entre un nuevo bostezo, que casi me hizo ver sus amígdalas.—Bien, adelanté algunas horas. ¿Y a ti como te fue? ¿A qué hora llegaron?.—No finjas que no sabes—rio.—Solo te doy la oportunidad de que me cuentes tú y de no confesar que estuve acosándote un poco.—No tienes ningún tipo de vergüenza.—Sabes que no.Ella se levantó de la cama con el teléfono en mano y la vi mientras caminaba hasta el baño. ¿Sigue con la misma ropa de anoche puesta?.—Despertaste con la ropa de Gabriel—Si lo dices así suena muy mal.—Suena m
Pov Gabriel—¿Quién hará las conclusiones?—pregunté por tercera vez.Odio hacer trabajos grupales, sobre todo cuando todos van bien en sus materias y poco interés tienen en sacar la mejor nota. No podía darme el lujo de perder ningun punto en los trabajos porque yo soy un desastre en los exámenes.Tres horas teníamos tratando de empezar a hacer los trabajos y no habíamos avanzado en nada, salvo en lo poco que yo solo había hecho. No podía hacer todos los trabajos solos, así que me tocaba lidiar con este grupo de desadaptados y lograr que se concentraran.—Yo hago el índice—se burló Scott.—Vamos a poner orden, de lo contrario no terminaremos nunca—insistí.Amelia me avisó que casi estaba lista para salir y nosotros seguíamos en la casa.Amelia.Esa es la solución.—Necesito que vengas aquí Beleza—le rogué por mensaje—. Necesitamos tu orden, ven en tu mejor faceta Blair, pero ven rápido. Te mandaré la dirección. ¡Y pide un Uber!.Veinte minutos después el timbre de la casa de Scott son
—Espero que tengas una excelente explicación…—siseó Rámses a través del celular.—¡La tengo!—sabía que estaría histérico y estaba preparada para responder esta pregunta—. Nos quedamos durmiendo en la casa de Scott y mi teléfono estaba en mi bolso, en su cuarto y no podía simplemente entrar y buscarlo.—¿Quién mierda es Scott? ¿Qué hacían en su casa? ¿Cómo que se quedaron a dormir? ¿En dónde dormiste? Ni me molestaré en preguntar con quién porque espero que haya sido sola.Ahora venía la parte difícil…—Scott es un compañero de clases de Gabriel, íbamos a salir pero ellos se complicaron con el grupo de estudio así que fui a ayudarles con la organización y cuando terminamos compraron bebidas y no salimos. Dormí en el cuarto de la hermana de Scott, con Gabriel, es decir, compartimos una cama, cada quien por su lado. Y Gabriel no te atendió porque no se dio cuenta de que no tenía el teléfono. Lo consiguió esta mañana cuando nos veníamos.Escuché algunas maldiciones y refunfuños en francés
—¡Llegaron!—grité emocionada mientras corría a la puerta.En cuanto la abrí Mike, Hayden y Fernando entraron en la casa, repartiendo abrazos a todos.Sus valijas quedaron en la sala, ya después nos acomodaríamos mejor. Nos pusimos rápidamente al día e incluimos en nuestra conversación a Ulises, aunque él ya conocía a Hayden de aquel curso de medicina que hizo.El primer día que pasaríamos juntos lo destinamos a las compras. Nos fuimos al centro comercial y entramos en un almacén para comprar todos los adornos de navidad. Solo Hayden parecía tan feliz como yo, caminando entre los anaqueles escogiendo todo lo que veíamos. Eventualmente el resto de nuestros acompañantes a excepción de Ulises se excusaron para ir a hacer sus propias compras navideñas, es decir, comprar regalos.—¿Qué tal esta vajilla?—le consulté a Hayden y el asintió mientras tomaba una pesada caja y la colocaba en el carrito de compras.—En Venezuela, la navidad es nuestra festividad más importante, todo es de navidad—