Una semana y el tiempo corría, sin descanso. Le comenté a Miguel lo que había sucedido en la fiesta de cumpleaños de Valentina, como antesala a lo que, horas después, Emily me había dicho y a lo que me comprometí con ella.—Es una lástima que yo no haya podido ir, señor —dijo cuando concluí con lo que Emily había pensado que sucedió, que había subido al apartamento de mi hijastra a fumar sustancias prohibidas—. Pero estoy seguro de que esa “encerrona” fue consecuencia del beso que no se pudieron dar en el estudio.Ya también le había contado eso, sobre el día en que, después de la reunión que sostuvimos en el estudio de la mansión para discutir -y contarle a Valentina- sobre las amenazas de Carr
Era martes y debía tomar una decisión sobre la cita que tenía que cumplir con Emily el sábado, y para ello, debía saber qué pensaba y qué estaba dispuesta a hacer Valentina si le planteaba, de frente, que estaba dispuesto a que le diéramos una oportunidad a nuestra relación.Para que mi propuesta tuviera efecto, tenía que, como hiciera ella, cogerla desprevenida, en otras palabras, recurrir a su misma táctica y hacerle una “encerrona”.Salí de la empresa pasado el mediodía y almorcé en la mansión. Me cambié y, montado en la Harley Muscle, me fui a su colegio, a recogerla.Llegué unos minutos antes de que terminara la jornada de clases y me sentí, por un mom
Tenía una llamada perdida en mi celular y pensé que quizá fuera Camilo para avisarme que otra vez estaba afuera, en su Harley Muscle (cómo me emociona esa motocicleta. ¿Ya dije que he tenido sueños pervertidos encima de ella?) esperándome a la salida del colegio. Pero no, el número era el de Emily.—Uy, ¿pero te acaban de enviar el resultado de la prueba de embarazo? —bromeó la pesada de Myriam.—¿La qué? ¡No! Oye, que alguien te escucha y así es que se forman los chismes.—Es que te pusiste pálida al mirar la pantalla.Le mostré el nombre que aparecía en el registro de llamadas perdidas.
Dejé lo que estaba haciendo -una reunión con unos posibles inversionistas asiáticos en uno de nuestros proyectos de exploración petrolífera- cuando recibí el mensaje de Emily, a través de Miguel, la única persona autorizada a interrumpirme en una junta de esa índole.—Lo siento, caballeros, mi hijastra acaba de tener un accidente y está en un hospital. Me temo que tendremos que aplazar esta reunión —dije por pura cortesía, sin esperar a que nadie me diera su beneplácito o permiso.De camino al hospital en donde había llegado la ambulancia que atendió a Valentina, le encargué a Miguel que atendiera a los inversionistas con la precaución propia de una junta interrumpida. Debía pagarles el hotel, y ofrecerles algunas invit
Cómo me había divertido con la broma de la amnesia, porque no creí que fuera a caer y, ahora que lo veía regresar, después de despedirse de Emily, vi que tenía la misma cara con la que estuvo por ponerse a llorar sobre mi pecho.—Pensé que estabas dormida —dijo luego de cerrar la puerta de la habitación.—Y me dormí, un ratico, pero entonces sentí mucho silencio y me desperté. Sus voces me arrullaron.—Bueno, igual ya es tarde y tuve un día muy pesado —dijo, desperezándose—. Voy a ir acomodando ese sofá, ¿tienes idea de dónde pueda encontrar unas cobijas?—No tengo ni idea. Tienes que preguntarle a la enferm
Estoy seguro de que la diferencia de edad entre Adán y Eva era de, al menos, veinte años, porque si no, de qué otra forma ella lo hubiera podido haber tentado a morder la fruta del deseo.Agradezco hoy al cansancio que me venció. Dios se apiadó de mí (ya era demasiado con haberme tentado con mi hijastra) y me embargó el dulce sueño, uno tan pesado que, al día siguiente, cuando Valentina me preguntó si había escuchado a la enfermera entrar a mitad de la noche, le respondí, con sinceridad, que no, porque, de no haber sido así, quizá me habría lanzado a morder la fruta que mi Eva me ofreció.Tuve también suerte en la reprogramación que hicieron los chinos y tuve la disculpa perfecta para aplazar la cita con Emily, una semana m&a
Me encontré con Sebastián en el aeropuerto luego de que Camilo nos hubiera prestado el jet de la empresa como premio por los excelentes resultados que habíamos obtenido en el exámen internacional, que nos abría las puertas para postularnos en las mejores universidades del mundo. O ese fue su pretexto, porque estoy segura de que lo hizo para que el capitán de la aeronave, y la asistente de vuelo, nos espiaran, como lo hacían los tutores y, en su momento, estoy segura de que hacía Emily, cuando era nuestra chófer.Por increíble que parezca, era la primera vez que me subía en el jet y, no más entrar, sentí que no iba a tener ninguna intimidad con Sebastián. Tal vez también Camilo me lo había ofrecido por eso, porque los espacios eran más bien pequeños, pero, más incómodo
Fue muy rico dormir en la misma cama con Sebastián sin que pasara nada más que unos cuchicheos, caricias y arrumacos, además de un montón de besos. Me quedé dormida sobre su pecho y, a mitad de la noche, cuando me giré, lo sentí apretado contra mi espalda, pese a que tenía un kilómetro cuadrado a donde moverse. Eso me encantó.Desayunamos temprano, porque ese día empezaba el Mundial y teníamos que estar listos para registrarnos antes de las ocho de la mañana. No le pregunté, porque se suponía que era una sorpresa, pero estaba angustiada de no poder llegar a registrarme por ser menor de edad.Cuando salimos de la habitación, sonó su celular y, en inglés, escuché que respondió que ya estábamos bajando.